jueves, 25 de octubre de 2012

RAREZAS ARGENTINAS: Maleficio


Es muy difícil encontrar películas de terror dentro del cine argentino, creo que no sorprendo a nadie diciendo esto. Como ya había comentado en el posteo anterior de esta sección; los grandes estudios no parecen dispuestos a invertir en films de géneros puros. Recién ahora pareciera que se quiere/puede arriesgar un poco  más y algunos proyectos (aunque muchos de bajo presupuesto) parecieran contar con la posibilidad de llegar a sala.
Durante mucho tiempo, la única posibilidad de poder “disfrutar” de alguna película nacional que se acercara el género era a través de films como el que voy a referirme hoy; tramas que mezclaban el misterio con el drama; escenarios teatrales y esquemas cuasi telenovelescos; y principalmente en co-producciones que permitían un mayor despliegue; todo esto tiene Maleficio (1953), obra que roza lo terrorífico y que pese a dar un resultado fallido con el tiempo alcanzó el status de culto.



Conocida en España (e internacionalmente) como Tres Citas con el destino, lo primero que podemos decir de Maleficio es que como mínimo fue un film adelantado en su época. Hubo tres países involucrados, España, México y Argentina, lo cual no era común en ese entonces y es una de las primeras realizaciones internacionales de nuestro país. La producción estuvo a cargo de tres productoras Unión Films (española), Oro (mejicana) y Plus Ultra (argentina) que se encargaron de contratar a tres directores y todo un equipo de cada uno de los países para financiar un  proyecto que se avecinaba como enorme; contar tres historias, una en cada país, con un mínimo hilo conductor entre las tres; algo que hoy día sí es más común pero en ese entonces era todo un evento.



Lo que une las tres historias es un mismo objeto, un anillo, y la maldición que este trae acarreada con sí, sus poseedores conocerán la tragedia, pavada de hechizo. Esto ya de por sí plantearía una atmósfera de terror, por lo menos de algo relacionado a lo fantástico; aún así, cada historia depararía en estilos diferentes.
La historia comienza en España, Cádiz con un marino que llega al puerto y se enamora de una bailarina de cabaret que está acongojada; acaba de asesinar a un hombre que la quiso violar e intentó complacerla regalándole el anillo; el marino la consuela, comienzan un romanceo, pero el muerto no lo es tal y regresa para vengarse de los tórtolos. De golpe un cartel interrumpe la escena “Y la joya sigue ejerciendo su maleficio...”, y así pasamos a México, nuevo país de hospedaje para el anillo, precisamente en manos de un joyero. Este hombre es estafado, le roban el anillo, pero a su vez entre los cacos hay una disputa y el nuevo “dueño” del anillo muere. Otra vez, “Y la joya sigue ejerciendo su maleficio...” y ya nos encontramos en Buenos Aires donde un abogado casado con una adultera se entera de los planes de esta de asesinarlo. Conoce a un presidiario que tiene un gran parecido con él y lo convence de cambiar de roles, este acepta pero la mujer lo envenena. Pasado el tiempo, el boga sale de la cárcel pero es acusado de un crimen cometido por el ladrón con el que cambió de identidad; ah, sí, el ricachón tenía el anillo, claro.



La conjunción de los tres episodios de por sí es risible, demasiado inclinada hacia lo melodramático y esquemático, pero es en el último cuento, el argentino, en el que podemos encontrar algún ingrediente interesante.



Los dos primeros episodios son dirigidos por Florián Rey y Fernando de Fuentes respectivamente; y ninguno de los dos lograron salvar sus historias de un ridículo que se ancla en el aburrimiento. En el caso español, con argumento de Miguel Mihura y protagónicos de Amparo Ribelles, Antonio Villar y Manuel Arbó; todo tiene un clima de folletín, de dramón increíble, y la extrema sobreactuación del trío no ayuda en absoluto. La cabaretera llora y llora, sufre como condenada, pero a la vista del espectador no es  creíble, y los diálogos incitan a la risa. Lo mismo con el argumento de Alberto Guirri con actuaciones de Jorge Mistral y Fernando Cortés; acá la historia daba para un policial firme, pero no, el tono es el del drama dejando de lado el misterio a través de hechos simplemente ingenuos y mal narrados.
Al llegar el turno del episodio argentino, sin dudas el más recordado, la cosa mejora considerablemente. León Klimovsky se encargó de la dirección y Emilio Villalba Walsh y Alejandro Verbisky del guión; todos hombres experimentados, y se nota. Narciso Ibáñez Menta vuelve a demostrar por qué es el rey del misterio en nuestro país, sus interpretaciones son formidable, y el trío de Santiago Gomez Cou, Olga Zubarri y Nathan Pinzón (otro prócer de nuestro terror) lo acompañan perfectamente. Tal vez este episodio se resienta por una resolución algo trillada, de moralina, y por el esquema general del film que lo encasilla en lo dramático teatral. Pero la tensión creada, el suspenso que se genera a lo largo de sus minutos es algo que no genera en ninguno de sus otros capítulos; paradójicamente es en el que el asunto del anillo tiene menos preponderancia; al final deja un sabor de que podría haber sido un largo individual. Además, es el que más se emparenta con el terror.



Durante mucho tiempo, Maleficio (que pasó sin pena ni gloria por la taquilla) estuvo desaparecida, lo que la elevó como todo una incógnita, generando un culto a su alrededor. Fue recién hace unos años que la Filmoteca de Buenos Aires encontró una copia en manos del coleccionista Fabio Manes, que la exhibió en su ciclo en el Sindicato de Operadores Cinematográficos (donde pude verla) y en el ciclo homónimo de la TV Pública.
Con muchas fallas y errores imperdonables, Maleficio emerge como toda una rareza para su época, una gran producción con capitales de varios países para una película que, con todo, fue arriesgada en temática de unir lo dramático con lo fantástico. Bien vale una observación curiosa.


2 comentarios:

  1. Hola

    Sin dudas la historia que protagoniza Ibañez Menta la me jor de las tres, la española tiene un buen comienzo pero se queda al final y la mexicana es aceptable. Comprato 2 pelis de terror de esa época:
    El extraño caso del hombre y la bestia (1951)con unos efectos especiales muy ingeniosos y El vampiro negro (1953) con ua fotografía deslumbrante, ambas con olga Zubarri

    Muy bueno el blog, felicitaciones! Roman

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    1. Sí, El Extraño Caso del Hombre y la Bestia quería postearla la semana siguiente, como broche de oro. El Vampiro Negro también es buenísima y está en la lista de pendientes para agregar al blog; es una injusticia que solo se la recuerde por tener el primer desnudo del cine nacional, debería tener una revisión. Gracias por el comentario

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