jueves, 4 de marzo de 2010

De mis gustos personales

Hay un refrán que dice “sobre gustos no hay nada escrito”; pero por otro lado, hay determinados asuntos sobre los que existe un ¿consenso? popular de que algo esta mal o es malo.

Por ahí viene el asunto, y como este blog es de cine, a eso me voy a avocar. Muchas veces presiento que tengo una predilección hacia películas que no le gustan a nadie, o por lo menos que comúnmente son considerados, por así decirlo, bodrios, o films de baja calidad.

El problema de eso es que se complica, por ejemplo, hacer un comentario en una reunión sin que nadie te salga al cruce.

Además, otro problema es que tengo un gusto algo heterogéneo, salto de films más artísticos y/o independientes, a productos más comerciales y regulares; de grandes producciones, a “berretadas” típicas de una filmación cacera, de temas profundos a los items más variados. Por eso me cuesta encontrar opiniones igualitarias, en un grupo de amigos, hablas de “Kurosawa” y te miran como si hablases de física cuántica; en un foro de cine, hablas de Alberto Lecchi, y te quieren expulsar... es complicado.


Todo esto me sirve como pie para referirme a tres ejemplos sucedidos en este lluvioso mes de febrero, un boton de muestra para hablar de heterogeneidad.




Por un lado, se estrenó Desde mi cielo, el opus más reciente de Peter “Frodo” Jackson, a verdad mi interés era escazo, pero cuando en la semana previa empezaron a lloverme críticas adversas sobre ella, no me pude resistir y corrí a verla. La verdad, no sé si fue porque minutos antes había visto Toy Story 2 3D (para qué reiterarme en tamaña obra maestra), o que, pero a mi la de Jackson me encantó.

Muchos le critican no ser para nada fiel a la novela original (reconozco que no la leí), que es muy melosa, que parece un pastiche de colores pasteles; sin embargo yo seguí su larga duración con mucho interés y sin poder despegar los ojos de la pantalla.

Al principio, nos cuenta la vida de Susie Salmon (Saorsie Ronan), una niña de trece años, en los años ’70, con toda la rebeldía que eso implica, su ámbito familiar, su escuela, su primer amor, su posible primer beso.

Pero ya sabemos desde el principio que será asesinada, por un vecino (Stan Tucci, irreconocible).

A partir de ahí, veremos como sigue la vida de la familia, y de cada uno de los personajes en los que ella influenció; todo visto desde el limbo, purgatorio personal, o como quieran llamarlo, por la propia Susie.

Con un fuerte arraigo en la relación padre-hija, lo que tal vez juega en contra al personaje menos elaborado de la madre; la película se desliza con mucha sutileza, con gracia, con suspenso, con drama (pero sin caer nunca en golpes bajos, y eso que la historia era muy propicia); y logra seguirse con mucho interés.

Peter Jackson, de quien uno, a esta altura, esperaría muchos efectos especiales, logra más que eso, unas puesta en escena hipnótica, una dirección de actores magistral, excelente fotografías y recreación de época (sin los clichés de siempre ), y los mentados FX, sí, estan (por algo tiene empresa propia) pero en un segundo plano.

En el rubro actoral, todos cumplen más que bien sus roles, pero destacan Ronan (por su presencia en pantalla), Stanley Tucci (un asesino/violador inolvidable), y alguien que nadie nombró, Susan Sarandon, que en un papel menor menor como el de la abuela, se carga la parte humorística al hombro, y logra salir más que aireosa.

Digan lo que digan, para mi fue una experiencia formidable.







Pasando al segundo ejemplo, por fin pude ver El frasco, una argentina estrenada en 2008, que se me escapó del cine, y que hacia meses tenía el DVD, pero no se daba la oportunidad. Debo decir que soy como un incondicional de su director, Alberto Lecchi, y eso es lo que lleva ala controversia. Para muchos es un director comercial, el típico director de televisión que salta al cine a realizar productos pre-fabricados. No se si están errados, pero a mi me encantaron todos (salvo uno, hay que decir) de sus films, un director que se mueve tranquilamente en las aguas de los géneros más variados, y siempre sale aireoso.

En esta oportunidad, y siguiendo relativamente la línea de su anterior Una estrella y dos cafés (pero en un tono más humorístico), nos cuanta la historia de Pérez (Dario Grandinetti), un conductor de ómnibus en un pueblo entrerriano; tímido hasta el extremo, algo torpe, y enamorado de Romina (Leticia Bredice) una maestra de escuela rural.

El asunto se plantea cuando Romina le pida a Pérez que lleve una caja (con un frasco de orina en su interior) a un laboratorio a la ciudad para unos análisis de rutina. Dos más dos son cuatro, y Pérez primero se olvida el frasco en un restaurante, y luego lo rompe. De ahí en más comienzan las sutiles complicaciones.

La película, a termino medio entre Historia mínimas y una romántica, es de una calidez que logra que nos relajemos y riamos ante la torpeza del sufrido hombre, y nos embelesemos con los magníficos paisajes captados por una excelente fotografía.

Las actuaciones son otro punto fuerte, Dario Grandinetti hace una gran composición con todo su cuerpo y gesticulación mínima para este Pérez atribulado; y Leticia Bredice realiza una parodia de maestra rural desopilante... ¿Ah, no es una parodia?... Bueno, Grandinetti está muy bien.

A mi parecer, otro gran film, de un gran director.






Por último, tras varios años de infructuosa búsqueda, logre ver, o a decir verdad, rever, La sustancia maldita, un opus ochentoso del prócer del clase B Larry Cohen (aquel de Está vivo).

Yo recordaba haberla visto cuando era chico alguna noche por el viejo Canal 11, y después desapareció, quedaron los recuerdos de algunas escenas, el sabor de la diversión, y nada más. Literalmente la busqué por todos lados hasta que alguien a quien estaré eternamente agradecido me envió un link para descargarla de internet, y reviví aquellos viejos tiempos.

Vamos a la historia, un grupo de mineros encuentran en la nieve una sustancia palpitante similar a un yogurt, como quien no quiere la cosa (Ja!) uno la prueba y tiene buen sabor; acto seguido es comercializada como “The Stuff” o “La cosa”, y su adictivo sabor la hace muy popular.

El problema es que La Cosa tiene vida (sino pregunten en Lavalle 2021 3° 5), ¿y qué esperaban de una masa palpitante?, y está devorando por dentro a todo el que la prueba transformándolos en zombies esclavos súper veloces; y al que no lo hace también, porque masas gigantes del producto se deslizan aniquilando a aquel rebelde que no quiera sucumbir a su gran sabor. Sí, aunque no lo crean, su trama es esa.

Ya lo sé, la película no es buena, tiene uno de los finales más absurdos de la historia del cine, y los actores podrían laburar guión en mano que daría lo mismo. Pero tiene su encanto, y va más allá de un encanto por lo retro, o por el cine de bajo presupuesto (por ser benévolo). Las falsas publicidades, las constante luces de neon, lo graciosamente estúpido de varios de sus diálogos (¿alguien puede llamarse Mo?), y básicamente su ridícula trama, la hacen una montaña rusa de diversión, pero solo para algunos que gozamos con estas cosas.

En fin, sobre gustos no hay nada escrito, y no hay forma de que me vuelva más tradicional, tendré que seguir dando batalla en la defensa de mis peculiares preferencias, Fah!









EXTRA!, EXTRA! Como no todo me gusta, inauguro sección, o como se llame:





EL FIASCO DE TURNO:


¿Con este título hace falta que explique de qué se va a tratar?... no, no es la biografía de Leticia Bredice, ese tema ya lo terminé; es de algún garrón que me comí (en materia de películas, claro).


Este mes vamos con/contra Habitantes silenciosos, una alemana de suspenso sobre una mujer que vive y trabaja en una comunidad de edificios muy modernos y conservadores, y en donde todos los co-propietarios mantienen una moral alta, y al que no, lo liquidan... o al menos es lo que entendí.

Llena de flashbacks, flashforwards, escenas oníricas, incoherentes (a veces aparecen personajes dos veces en el mismo lugar) una fotografía blanca hasta el brillo extremo que daña la vista, y una de las protagonistas más excéntricas del cine; la película es de lo más extraña y logra confundir desde el primer minuto sin aclara nada en su, eso sí, corta duración. Uno termina de ver este film sin entender absolutamente nada de lo que vio, y con ganas de preguntarle al realizador ¿qué carajo quiso hacer?. Un fiasco enigmático.


Punto aparte para un agradecimiento a todos los que escribieron mensajes en este mes, especialmente un gracias enorme a María Alejandra Portela, autora del mencionado en la entrada anterior Un Diccionario de Films Argentinos la primera que escribió un comentario en el propio blog; además prometió tercer volumen de la obra; desde acá espero que sea muy pronto.
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