lunes, 20 de diciembre de 2010

La dependencia de la independencia

Si hay un término difícil de definir correctamente en el mundo del cine (y en otros aspectos también) es el de “film independiente”.



La pregunta es ¿independiente de qué?; ¿una película independiente es aquella que no está producida por uno de los llamados estudios majors?; ¿o es aquella que más allá de eso, además consigue financiación por sus propios medios?. ¿Qué es lo que se busca cuando elegimos una película por ser independiente?





Por ejemplo, en la Argentina, durante la segunda mitad de la década del ’90 apareció la renovación que se dio por llamar el “Nuevo Cine Argentino Independiente”, comenzando allá en el ’95 con la primera edición de Historias Breves (dicho sea de paso, imperdible la sexta entrega actualmente en cartel), y siguiendo con Pizza, Birra, Faso, Mala época, Mundo Grua, y La Ciénaga, entre muchas otras. Lo que más se recalcaba durante esa etapa era la posibilidad de ver una temática que no se veía en el cine argentino comercial, como si estos noveles directores al no estar presionados por grandes productoras (como ASF o Patagonik) tuviesen la libertad de hacer un relato cómo y con lo qué quisieran. Sin embargo, todos ellos cuentan con banca o financiación (parcial o total) del INCAA (que todos sabemos que ponen ciertos límites); es más muchos de estos films tienen detrás a poderosos multimedios como Cuatro Cabezas, Pol-Ka, América... o institutos privados de enseñanza cinematográfica que sería muy tonto decir que hacen las cosas exclusivamente por amor al arte.

Hollywood tampoco es ajeno a esta cuestión; y así como hay determinadas películas que se lanzan a una carrera de premios para obtener algo de notoriedad; hay otras que hacen gala de una supuesta independencia para atraer a un público cansado de ver superproducciones.


Los grandes estudios del país del norte se manejan con una cartera de proyectos a realizar, no todos llegan a su realización, y no todos reciben el mismo trato de realización...


Más allá de las majors existen las llamadas “productoras subsidiaras”... subsidiaras precisamente de estas grandes empresas. A estas “subsidiarias” suelen ir a parar (además de películas extranjeras para su distribución en EE.UU.) películas soportes de temporada, proyectos que no convencen a las majors para ser distribuidas por su sello principal, pero que pueden traer una cantidad de espectadores, aunque menor a una superproducción, igualmente importante.


De esta manera, llegan a la cartelera mundial films que hacen gala de originalidad, de atreverse a más, de mostrar lo que los grandes estudios no se arriesgan en tratar, o que simplemente tienen una visión diferente; en pos de una supuesta independencia, de no contar con la presión de estos monstruos del cine, sino que “supuestamente” trabajan con más libertad, con empresas más chicas, y hasta alejadas del mundillo Hollywood.


Pero en realidad, no son más que otras películas de majors que se venden de otra manera; al no poder competir en el mismo nivel con películas de presupuestos mucho más altos buscan la publicidad... digamos aleatoriamente.

En los últimos años hemos tenido sobradas muestras de este “clase” de películas; sobre todo desde la aparición de la tan comentada El proyecto Blair Witch y la moda de contar la historia a través de la lente de una cámara supuestamente aficionada como si fuese un video casero. Luego de las aventuras de los muchachos con la bruja del bosque no tardaron en aparecer títulos como Cloverfield, Contactos del cuarto tipo, Actividad Paranormal, y El último exorcismo.

En sus respectivas campañas publicitarias se resalta el hecho de contar con un equipo novel, cuasi estudiantes de cine; de mostrarnos un terror verdadero que el almidonado Hollywood no nos muestra; de ver una historia que podría llegar a ocurrir por su extremo realismo; en definitiva, ver algo distinto a lo habitual... por supuesto viniendo de una producción pequeña e independiente, que solo accede a las majors para una distribución.


Ahora (y tomando a estos films como simples botones de muestra), Cloverfield está producida por Bad Robot, empresa de J. J. Abrams (creador de las series Lost, Alias, Fringe) justo un tiempo antes de su gran estreno de Star Trek... y después del fracaso en taquillas de Misión Imposible 3; todas películas de Paramount Pictures... salvo Claverfield que la distribuyó Paramount Vintage, o sea la misma empresa pero en una subsidiaria para proyectos de cierto riesgo comercial. Un año antes de su estreno se comenzó con una extensa campaña publicitaria de trailers y afiches que nos iban adelantando de a poco la destrucción que el bicho causaría en Nueva York, todo en pos del realismo. Una película pequeña pero que nos mostraría una destrucción similar a la que puede mostrarnos cualquier tanque de temporada...


Contactos del cuarto tipo juega con ser un documental y recreación ficcional de hechos ocurridos realmente de abducciones extraterrestres; es más un año y medio antes se lanzó una campaña y creo a una persona (la psicóloga de la película) que contaba su relato de abducción por internet. Oh, el ingenio de un director y escritor novel para promocionar su película... y además de una manera totalmente independiente logra efectos y criaturas muy reales (bueno, en verdad, los efectos y criaturas de esta además eran muy chotos). La película está producida desde un comienzo por Gold Circle, una de las miles subsidiarias de Universal (la misma de Voces del más allá), y se barajaron los nombres de una decena de directores hasta llegar al desconocido Olatunde Osunsanmi... y la “ingeniosa” campaña con personajes puestos como personas reales es llamativo que halla llegado a todos los medios (los relatos de la mujer – que después se conoció que era una actriz ignota – llegaron a la TV de todo el mundo como hechos verídicos) sin contar con una ayuda económica de algún pez gordo...


Bueno, Actividad Paranormal es el caso más gracioso... o el que más subestima al público. Producida otra vez por Paramount Vintage, la publicidad de esta película sobre casas tomadas por fantasmas, se basó alrededor del mundo en el pavor que los espectadores tuvieron en una función de testeo de público... la película se estrenó en las salas de todo el planeta sin que se pudieran ver más que algunos falsees de lo que se nos mostraría... solamente veíamos a gante saltando en sus butacas como si el fantasma fuese a atravesar la pantalla (¿por qué será que cuando yo voy a ver una de terror nunca me encuentro con multitudes saltando y gritando del miedo?); o sea, es una película pequeña pero con funciones de testeo de público... y encima una función en la que todos tienen merchandising alusivo al film... por lo menos es llamativo; y más llamativo (absurdo) que utilicen la misma metodología de campaña para su secuela de este año (¿de qué se sigue asustando la gente si ya saben como fue la primera?).


Y El último exorcismo, o El exorcista con cámara en mano. En esta se destaca la producción de Eli Roth (Hostel, Cabin Fever)... pero no la producción de Screen Gems (Sony) ni Strike (Otra de Universal), y mucho menos se nos muestra a Lions Gate Films (un conglomerado de medios que distribuye sus films por distintos estudios majors)... como si el director de Hostel y actor de Bastardos sin gloria bancase un film por si solo... bueno el film es tan berreta que quizás...


El último mes llegó a nuestro país Skyline, película dirigida por los hermanos Greg y Colin Strause (especialistas en FX de superproducciones como Avatar y Titanic, y cuya única experiencia en los sillones de director es Alien Vs. Depredador 2: Réquiem) sobre una invasión alienígena (eso si, filmada de manera regular, no con cámara familiar) en la que un destello de luz abduce y extermina a todo aquel que lo ve. Estrenada en EE.UU. en medio de una temporada de fuertes estrenos, su única posibilidad es venderse como un film chico, independiente, venido de las afueras de Hollywood, y bla, bla... pero con la misma calidad (y sobre todo despliegue escénico de efectos) que cualquier superproducción.


Más allá de resultar una película chata y anodina sin demasiado sentido más que ver unas lucecitas aquí y allá y uno extraterrestres que se babean; el cuento de ser un film chico e independiente, otra vez, resulta una mentira; no soloi en EE.UU. es directamente distribuido por Universal, sino que su producción es enteramente de dos empresas subsidiarias suyas Rogue Pictures y Relativity Media; y los directores fueron convocados a último momento para hacerse cargo del proyecto...


En definitiva, no todos estos ejemplos expuestos son necesariamente malas películas; pero si productos engañosos, films que parecen depender de venderse como independientes para lograr algo de notoriedad que de otro modo no la tendrían convirtiéndose en lo que realmente son, productos menores. Estrategias de mercado que le dicen.

El fiasco de turno


Cuando ya está llegando el fin de año, comienzan los balances anuales de todo tipo, cinematográficos también. A mediados/fines de noviembre se va calculando lo mejor que pasó por la cartelera de nuestros cines, y también lo peor... películas como El día del juicio final nos demuestran que es mejor esperar a último momento, porque los peores films también llegan en diciembre.


Hay tres bombas nucleares dispuestas a estallar en cualquier momento en distintas ciudades de EE.UU., H (Samuel L. Jackson) un agente encubierto junto a un escuadrón anti-terrorista interroga a un estadounidense convertido al islamismo (Michael Sheen) como sospechoso del atentado, que además puede guardar alguna información de vital importancia. Entonces, el planteo de la película es ¿hasta dónde se puede llegar para sacar a un sospechoso información de la que dependen miles de vida? ¿se justifican las torturas y humillaciones en estos casos?...


Bueno, bueno, si a esta altura, el simple planteo de esa premisa no los espanta, prepárense porque la película desde un primer momento tiene una postura tomada (te hago la pregunta y te llevo a la respuesta), y es si. Por ahí anda dando vueltas Carrie “Trinity” Anne Moss como una agente que exclama algo de cordura y pide que se termine el flagelo; pero el personaje es tan escueto, mal delineado, y hasta risorio, que da para sospechar que está hecho a propósito.


Lo que El día... nos muestra es una sesión de torturas interminable a una persona que puede ser un terrible asesino terrorista, como si fuese El juego del miedo... pero, eso si, con las escenas fuertes fuera de cuadro (porque si los apremios ilegales no me los mostrás son menos... ¿ilegales?).


El cartel publicitario reza que sec trata de un film que ni el propio EE.UU. se animó a estrenar (salió directo a DVD), como si se tratase de una película escabrosa para ellos... mi postura es que en realidad se trata de un film ara ser visto en las afueras de Norteamérica. A ver, los ciudadanos estadounidenses ya se nos ha mostrado que son concientes de los pocos límites de sus gobiernos, el tema es mostrarle al mundo a que se tiene que abstener si se meten con ellos; de “rebeldía” nada.


Año tras año EE.UU. (sobre todo a fines y post la era Bush Jr.) lanza estas películas en donde aparentan criticarse para finalmente demostrar lo grandioso de su nación y de su ciudadanía... pero esta oportunidad es como el colmo.


La historia arranca mal desde el amos, no se puede cuestionar la rectitud o la validez de un delito gravísimo como los apremios ilegales, son temas que en pleno Siglo XXI deberían estar fuera de discusión (aún más en países como el nuestro con una historia negrísima en esa cuestión).

Más grave aún es que se plantea un tema y nos induce a la respuesta afirmativa; porque del otro lado miles de vida peligran. Hay una premisa básica en derecho que la vida de una persona vale tanto como la del resto del mundo en su conjunto, no se puede cuantificar la vida de una persona.


Por otro lado, otra vez EE.UU. se pone en el centro del universo, el hecho de tres bombas en tres ciudades de ese país es mostrado como si peligrase el mundo entero... aunque si explotasen las bombas las represalias podrían llegar al mundo entero.


Otra cuestión, relacionada con las dos primeras, el foco de atención del film está en mostrarnos como se tortura a ese ciudadano convertido al islamismo (para la historia es un traidor y punto), pero también en saber si realmente esconde algún secreto o si la tortura es en vano... como si realmente importase; por enésima vez, las torturas realizadas por particulares o por agentes del gobierno están mal, son 100% cuestionables, aun si a través de ellas se pueden obtener datos importantes.


Más allá de un final que puede sorprender, el film es de una ideología insostenible, vergonzosa. Siendo justos, como película en si, es pasable (no mucho más) en su manejo de tensión y en las buenas actuaciones de Jackson y Sheen, pero todo queda tapado ante semejantes planteos que atrasan, por lo menos 50 años en la sociedad, y más de un siglo en análisis de estudiosos del derecho (aunque algunos todavía se empeñan en implementar técnicas como la craneología con más de dos siglos de desuso). Lejos, lejísimos, la peor película del año, vergonzosa. ¿qué pasaría si en cualquier país se hiciera la misma película pero con un supuesto terrorista estadounidense?... ah, cierto, sus excelentísimos ciudadanos no serian capaces de terrorismo...

Leer más...

lunes, 15 de noviembre de 2010

Gana la mayoría

A la hora de sentarme, como estoy ahora, a escribir estas reseñas a veces es complicado pensar de qué hablar, qué decir.

Se supone que aquí yo trato de plasmar un poco cuales son mis gustos cinematográficos, comentar lo que estuve viendo en los últimos tiempos, y si se quiere (y puede, y resulta mínimamente interesante) relatar en qué entorno vi esas películas.


Durante la primera mitad del año estuve viendo mucho cine artístico, experimental, aproveché para recorrer algunas salas fuera de un circuito más comercial; como pueden ver en las entradas de meses anteriores, mucho cine francés.

Pero luego, precisamente a través de este blog y Facebook, conocí a un grupo de amigos y empecé a salir al cine con ellos. Es lógico que uno no puede “obligar” al otro (y más cuando son más de uno) a ver lo que uno quiere, la película la elige el grupo y allá vamos todos...

Eso es lo que me llevó en los últimos meses a ir a ver al cine estas películas que voy a comentar ahora.


Cuando una película gana adeptos, y hasta crea fanáticos seguidores, es muy difícil clasificar a esas películas, analizar qué es lo que lleva un número importante de público a sus salas... y más aún cuando ya hablamos de franquicias.

En cuestión de semanas estuve viendo Resident Evil 4: La resurrección, El Juego del miedo VII 3D, y en días voy a ver Harry Potter y las reliquias de la muerte (Parte I), tres películas que no estaban que no estaban en mis planes hasta hace muy poco... y es más, hasta tuve que ponerme al día viendo en DVD u Online, RE3, El juego... 5 y 6, y HP 5 y 6...

¿Cuál es mi impresión de estas películas? No es una tarea fácil, Resident Evil 4 y El juego del miedo VII fueron tratadas de manera muy dura por la crítica, pero en definitiva uno tiene que pensar que sus posibles espectadores fueron, en su gran mayoría, los espectadores de los “capítulos” anteriores, por lo tanto se supone que ya están de por más “advertidos” de qué se van a encontrar, y las eligen.

¿Se puede decir que son buenas películas, qué valen la pena, qué tienen algún mérito más allá de la simple repetición? Pues veamos...


La franquicia de Resident Evil proviene de un videojuego homónimo sobre el ataque zombie en una ciudad llamada Racoon City (si, Ciudad Mapache).

En su adaptación a la pantalla grande, Milla Jovovich viene componiendo a la protagonista de la original y todas las secuelas, Alice, un persponaje que no aparece en los videojuegos, y alrededor de ella, si, película tras película, se suceden personajes y elementos de este.

En este caso, el atractivo era poder ver una de estas películas en 3D, ver balas, cuchillazos, patadas, y zombies “saliendo” de la pantalla, y en ese sentido la película cumple.

Luego de haber enviado a varios de sus compañeros sobrevivientes en busca de Arcadia, un lugar aparentemente libre de contaminación de muertos vivos, Alice se dirige a la propia Umbrella Corp. (si, Corporación Paraguas) creadora del virus T, el de la conversión humanos/zombies, para terminar con todo de una vez por todas. Una vez allí será engañada, perderá algunos superpoderes ¿?, y sobrevivirá para ir ella también a Arcadia, claro que no sin antes cruzarse con una nueva orda de muertos sedientos de carne, los amigos de antes, y un nuevo personaje a cargo de Wenworth Miller (el cual parece que extraña los tiempos en que estaba encarcelado en Prison Break), un presidiario que oculta algún secreto... o sea, la trama es una excusa para entregarse a lo que los seguidores quieren ver, mínima introducción, ataque zombie, aparición de Alice, combate zombie, intermedio, combate con zombies, otro intermedio, combate con zombies, y así...

El director de esta entrega es el experimentado en película pochocleras de segundo nivel Paul W. Anderson, esposo de Jovovich, director de la primer entrega, y guionista de todas... aquí Anderson tira toda la carne 3D al asador, por eso tal vez esta sea la más tecnológica, pero a su vez no es la que más combates tiene, en el medio del film hay bastantes escenas en las que se intenta contar la historia, y el problema es que no hay mucho que contar... igualmente los ataques seguirán llegando y ahí sí será el deleite de lo que los espectadores fueron a ver.

Baches narrativos, incongruencias, escenas increíbles (en el mal sentido de la palabra); pero en definitiva se trata de una película de Resident Evil y lo que promete no es encontrarnos con la nueva obra del cine vanguardista, sino sobresaltarnos con los tiros, los muertos vivos, los bichos, y brindarnos la mayor acción posible; y de eso hay, y bastante.
Lo único realmente atacable aún para los seguidores, es haber abandonado cierta estética de western retro-futurista (a lo Mad Max) que Russell Mulcahy (Highlander, uno de esos directores que saben ponerle un plus a films netamente pochocleros) le imprimió a la tercera entrega y que la hizo, por lo menos, diferente.
El final, con una sorpresa – se recomienda no leer los créditos finales porque se arruina la sorpresa – promete nueva secuela, y según los productores, la última (si, claro).


Dos semanas después fui a ver El juego del miedo VII, y la cosa va más o menos por el mismo lado. ¿Hay alguien que no sepa que estas películas se tratan de un par de juegos de tortura física bastante explícitos – para la actualidad -?.


Con esta saga, menos que menos la puede ver alguien que se haya perdido las partes anteriores, la trama que se desarrolla a través de todas, tiene cierta “complejidad” que haria perderse al que llega desprevenido, claro que de última queda ver una sucesión de juegos macabros sin ninguna conexión entendible.
Al decir complejidad, tampoco es que me refiero a un gran ingenio, son un par de vueltas de tuercas, supuestas sorpresas que se dan en cada uno de los films, y no mucha lógica aunque si enmarañamiento.

(SI NO VIERON LAS OTRAS PARTES Y PRETENDEN HACERLO NO LEAN EL PÁRRAFO QUE VIENE) Luego de que en la sexta entrega nos enteráramos del juego de traiciones del detective Mark Hoffman (Costas Mandylor), y que Jill (esposa del Jigsaw original, John Kramer) fue la encargada de matarlo en uno de esos jueguitos... acá arranca una nueva etapa, ya desde el comienzo (por lo que no se adelanta gran sorpresa – hasta se insinuaba al final de la sexta -) sabemos que la muerte de Hoffman no fue tal. Jill (Betsy Russell) denuncia ante la policía que el detective era el nuevo asesino a cambio de protección... pero un nuevo juego comienza, ufff. En esta oportunidad hay un supuesto sobreviviente a los juegos de Kramer y Cia. (Sean Patrcik “Indy adolescente” Flannery) que escribió un libro de autoayuda relatando como se sobrepuso a esos horribles hechos, y hasta maneja un grupo de contención para ex víctimas de Jigsaw. Bueno, el sobreviviente no lo es tal y por eso caerá en el nuevo juego en el que deberá pasar varias pruebas salvando o asesinando a distintas personas relacionas a él y su “mentira” (esto ya lo vi cuatro veces).
Por lo tanto más de lo mismo, se intenta dar una vuelta de tuerca más a un tornillo que ya parece falseado y por más que gire no ajusta... pero están los juego en cuestión (un poco menos cruentos o explícitos que los anteriores), y el 3D claro; tripas, achuras, sangre, pedazos de vidrios, machetes, cierras, tetas, todo es arrojado hacia el espectador, haciendo a diversión de los que fueron a buscar eso (¿la mayoría? ¿todos?).
Un supuesto final sorpresa, más cantado que la mierda, promete nueva/s partes, infinidades de partes (aunque hace ya dos partes que tienen prometiendo que es la última), con una excusa gastada, pero aparentemente rendidora.
A su favor tiene algunos puntos de contacto con la primera entrega en el hecho de no centrarse tanto en los juegos, sino también en la trama de suspenso.

Baches narrativos, incongruencias, escenas increíbles (en el mal sentido de la palabra); pero en definitiva se trata de una película de El juego del miedo y lo que promete no es encontrarnos con la nueva obra del cine vanguardista, sino sobresaltarnos con las torturas, sangre, algunos desnudos, laceraciones, carnes al rojo vivo... ¿esto no lo escribí antes?.

Ahora lo realmente increíble es que todavía siga apareciendo John Kramer en la piel de Tobin Bell siendo que en la tres ya se muere. Las excusas para ponerlo una y otra vez (y encima hacernos creer que es el potagonista con una aparición de 10 minutos por película) cada vez son más patéticas, y la de esta ya roza lo ofensivo a la credulidad.



En definitiva, son dos cintas difíciles de criticar, ¿si son buenas películas? Probablemente desde lo objetivo no, pero son sagas que ya cuentan con sus seguidores, que aceptaron sus reglas, que ya saben lo que se van a encontrar y esperan bastante de repetición, y desde ese punto no se puede decir nada; las dos cumplen con lo que se promete, más y más, continuar, agregar un nuevo número a lo ya visto, y esperanzar con seguir incorporando...

Dentro de dos semanas le toca el turno a Harry Potter, otra que no estaría entre mis preferidas, pero hay que ver, las salidas con amigos le agregan un gusto especial.

El fiasco de turno

Aparentemente Facebook no solo sirve para hacer buenos amigos con los que ir al cine, o poder tener una ampliación del blog (¡¡¡Si, No puedo dejar de ver cine está en Facebook también!!!), sino también serviría como base para realizar películas de segundo nivel y promocionarlas como si fuesen el nuevo Citizen Kane.


En realidad Red Social no es una película sobre Facebook, sino sobre su creador, Mark Zuckerberg, sobre como un nerd de universidad termina siendo un multimillonario no sin antes pisar varias cabezas, o no.

La película se plantea como un thriller, un film de intrigas, lo-que-hay-que-ver-para-entender-a-los-jóvenes-de-hoy, una historia de traiciones, ambiciones... y no se cuantas pavadas más. En el fondo no deja ser un una especie de biopic más digna del film de la semana de un canal de cable. Esto no seria tan grave si no fuese porque detrás de cámara se encuentra David Fincher, un director que claramente está para más que esto.

Algo similar había sucedido con el fiasco del mes pasado, Enterrado; Red social es un film mediocre pero con muchísima publicidad detrás, crítica inflada, posibilidaes de ganar los premios de siempre, y comparaciones (insultantes) con films como La ventana Indiscreta o Ciudadano Kane, o sea...

La película intenta captar público de dónde sea, cómo sea. Se aprovecha de la red social informática más popular (¿para cuándo Dreamworks sacando la película del pajarito de Twitter?), intenta llevar jóvenes con un elenco de caras reconocibles entre los que se encuentra el ex N’Sync Justin Timberlake, tiene un buen director como para asegurar calidad (no la hay), y los críticos cumplen con su parte posicionándola como un clásico a futuro (si, claro).

La historia es la de Zuckerberg (Jesse Eisemberg) un estudiante universitario muy retraído, con un solo amigo (Andrew Garfield, el próximo Spider Man por lo que las promociones siguen...), y una novia a la que no presta mucha atención (Rooney “soy la nueva Nancy” Mara) y que lo abandona al comienzo del film. Para desprestigiar a esta chica, y con la “colaboración” de uno gemelos interpretados por el mismo actor (hasta se llegó al absurdo de alabar esto como si nunca se hubiese hecho), creará una red interuniversitaria, The Facebook, que luego traspasará la barrera y llegará a ser lo que es. En el medio, los gemelos lo acusarán de plagio, tendrán una disputa judicial con su (ex) amigo, y por ahí anda Timberlake como el creador de Napster y colaborardor (es obvio que la única finalidad de este personaje es que lo interprete el cantante).

En definitiva no deja de ser otra de esas películas que antes de empezar aclaran “esta historia está basada en hechos reales” y de ahí en más nos cuentan una historia de vida ejemplar, aunque en este caso sería a la inversa, una historia de vida (no) ejemplar... o no tanto.
Por un lado, lo muestran a este muchacho haciendo todo tipo de traiciones y negociados con tal de escalar posiciones en lo económico y en popularidad; pero por otro lado parecieran empeñarse en buscarle justificaciones o ambigüedades como para decir “esto pudo haber sido así, o puede que no”. Todo esto aporta a la medianía general en que se ubica el film.

¿Es un mal film? No, es uno mediocre, sin vuelo, más propenso al directo de TV; y no tiene ningún valor que lo rescate de ahí, solo tal vez algunas actuaciones.
Fincher está totalmente opacado, casi no se nota que la dirigiera él, pareciera que el resultado sería el mismo si detrás de cámara se ubicara cualquier director de series o video musicales, o un completo debutante.
El guión peca de millones de frases hechas del autoayuda, y lugares comunes, ese estilo de “el sueño americano es una mentira”, “el American Way of Life es una infamia”, ya se ha visto infinidades de veces y a esta altura a nadie parece importarle, porque en definitiva EE.UU. se sigue ubicando, aún para –supuestamente - criticarse en el centro de la escena.
Leer más...

jueves, 14 de octubre de 2010

Al maestro con cariño

El último 12 de septiembre falleció uno de los más grandes directores y críticos de la historia del cine, no solo francés, sino mundial; estoy hablando de Claude Chabrol. Por eso en este mes quiero rendirle un humilde homenaje recordando brevemente quién fue, y principalmente revisando la que, para mi, fue su mejor obra, Gracias por el chocolate.

En lo personal, Chabrol es uno de mis directores preferidos, mi gusto particular por el cine francés (de lo cual ya di cuenta en las entradas anteriores) es en gran parte debido a toda su obra que fue pasando por distintas etapas; y principalmente se destacó, a mi gusto, como uno de los grandes maestros del suspenso, a la altura del magnífico Hitchcock y sus mejores obras (con el cual siempre fue comparado).
Gran amante de la literatura y el arte en general, lo que se reflejará en sus refinados relatos cinematográficos, Chabrol logra destacarse por primera vez como crítico en la prestigiosa Cahiers du Cinema y ya allí se percibiría su pasión por el mítico director inglés de Vértigo, llevándolo a realizar un film teórico sobre este personaje junto a otro compañero de Cahiers..., Eric Rohmer.
A partir de allí, y fundando una productora propia, su carrera como director despegaría; primero como uno de los más destacados dentro de la corriente de la Nouvelle Vague, de la cual se destaca Los primos un trágico relato de suspenso (algo que se repetiría en toda su filmografía) la cual forma un díptico con El bello Sergio (su considerado primer film). Durante esta etapa priman los grandes triángulos amorosos que desembocan en un mal camino, repitiendo varias veces los personajes de Paul, Charles, y Helene.
Pasando por películas bien pequeñas, casi caseras, a otras de estructura más amplia con grandes estrellas del cine; siempre se mantuvo fiel a sus relatos intimistas.
En 1995 aparece quien sería su musa para el resto de sus films, Isabelle Hupert, junto a ella filma esa gema llamada La Ceremonia, con la que llevaría al súmun el personaje femenino dominante, centro de la historia, frío y calculador, que repetiría en otras obras como aquel opus de “pareja de estafadores” No va más.

Y todo esto nos lleva al año 2000 con Gracias por el chocolate, nuevamente con el protagónico fuerte de Isabelle Hupert cumpliendo el rol de esas mujeres que terminaron marcando su carrera, no solo con Chabrol.
Aquí Hupert es Mika Müller una empresaria que maneja una fábrica de chocolates... y también maneja a la familia compuesta por André Polonski, interpretado por Jacques Dutronc, pianista casado en segundas nupcias con Mika, y el hijo de este con su primer esposa Guillaume (Rodolphe Pauly). Desde un comienzo vemos como Mika, con pequeñas miradas y frases cortas maneja toda la situación, planea que nada se salga de control.
Todo se complica cuando a su calculada vida llega Jeanne Pollet (Anna Mouglalis), quien dice ser la verdadera hija de André (por un cambio en el hospital con Guillaume)... pero esta confusión no es el centro del relato, Jeanne participará en la vida de la familia Polonski - ¿será casualidad la comparación de ese apellido con la del director de El pianista, también acostumbrado a los personajes femeninos centrales? –, y Mika se verá amenazada, más aún cuando Jeanne sospeche y descubra el secreto detrás de esa piedra con rostro de pelirroja... contar más sería un verdadero crimen.
La película, de una construcción casi teatral, y basada en una novela de Charlotte Armstrong, se destaca por la suma de detalles; esa construcción tan francesa de diálogos justos (lo que no quiere decir pocos, sino importantes), clima frío, cortante, importantes silencios, y situaciones minimalistas.
La anécdota parece sencillamente una pequeñez, es más, como dije, lo que podría dar lugar a una trama más extensa como el cambio de bebés, prontamente pasa a un segundo lugar para observar el duelo entre estas dos féminas por tomar el control... o por lo menos es lo que presiente Mika.
Pero dentro de esa sencillez es donde mejor se mueve el gran Claude Chabrol, inmiscuyéndose en el entramado familiar, y más precisamente en las miserias de uno y otro.
Lo que queda es un gran film que logra mantenernos atrapados aún con mínimos recursos, sin grandes artilugios, ni vueltas de tuerca, sin engañar al espectador; eso si, atrapándolo en su red como Mika hace con los suyos; un gran relato dramático de suspenso.
Detrás de esto, como dije, una crítica social a las apariencias, al conservadurismo, al extremo al que se puede llegar con tal de mantener el status quo.
En cuanto a la puesta de escena, minimalista en extremo, es un clásico de Chabrol, la decoración ampulosa y seca a la vez en donde priman los colores pasteles, apagados y un cierto brillo apagado, tal vez una muestra de lo que va sucediendo alrededor del mundo de su personaje central.
Junto a la escenografía, la música (poca y precisa) y la dirección de fotografía terminan de conformar ese clima ascético, de un orden que se va derrumbando con la presencia de lo nuevo.
En cuanto al rubro actoral, bueno, ya dije, esta Isabelle Hupert y un gran director de actores como fue Claude Chabrol. Cada uno cumple su justo rol como si fuese una partida de ajedrez perfectamente planeada previamente. Jacques Dutronc y Rodolphe Pauly cumplen intensamente los roles de la inocencia que poco a poco va cayendo en conocimiento y verdad; al comienzo del film uno no puede creer como André y Guillaume son tan pasivos ante el dominio de Mika, pero al finalizar el film, algo se habrá quebrado en ellos.
Anna Mouglalis realiza una Jeanne Pollet ideal, el personaje de la juventud amenazante, la nueva que capta la atención de todos, y que encima parece no caer tan fácilmente en los fríos encantos de Mika; ella será el motor desencadenante, la que no descansará hasta derribar la máscara de la matriarca familiar.
Y bueno, Mika, ¿qué decir?, parece un personaje delineado a la imagen de Isabelle Hupert, hay algo sensual en su frialdad (quienes recuerden La profesora de piano sabran de qué hablo), en su dominación; nada en ella está librado al azar, realmente una mujer de temer; y a la vez un ser sofisticado, que a simple vista puede resultar agradable, cálido... en lo personal ÉL rol de Isabelle Hupert, sencillamente per-fec-ta.
Detrás de toda esta maquinaria se esconde el genio de Chabrol, su presencia se siente a lo largo de todo el film, como alguien que dirige la batuta para que nada escape de su control (¿cómo un Mika masculino?); y de este modo imprimió su sello a cada una de sus obras, haciéndolas indiscutidamente propias. Es de esos directores que a los cinco minutos de iniciado el relato uno sabe que es un film suyo, y eso es algo que solo logran las grandes personalidades.

Gracias por el chocolate tal vez no sea su obra más recordada, la más elogiada; pero eso mismo es lo que la hace grande, es un gran film envuelto en un envoltorio pequeño simple. Cuando uno tiene un gran regalo que entregar no importa hacerle un gran paquete, porque lo que importa es la esencia, el regalo en sí; Claude Chabrol nos regala una gran obra, una película inmensa, una excelente filmografía. Adiós maestro, y gracias...
EL FIASCO DE TURNO
Bueno, abandonando tanta solemnidad, la verdad es que es casi un insulto escribir sobre la película a continuación, después de hablar de semejante obra maestra... pero la sección está y algo hay que hacer.


Siguiendo en la línea del suspenso, y como si fuera poco, en las comparaciones con Alfred Hitchcock, el fiasco de este mes es Enterrado (ojalá fuese una realidad y no solo el título del film en cuestión).


Bueno, la cosa es así, Ryan Reynolds (Blade Trinity) es Paul, un camionero que participa en una misión de reconstrucción en Irak enviado por el Ejército estadounidense. El asunto es que un grupo de insurgentes parace apresarlo y lo encierra en un ataúd varios metros bajo tierra y con solo la mísera ayuda de un Blackberry con poquísima batería para poder comunicarse al exterior, un encendedor y una petaca. De mientras los insurgentes aparentemente piden una importante suma de rescate. La cuestión es ¿cómo hará Paul para huir de ese suplicio?, y no la cuestión por la importancia, sino porque es la única cuestión, o sea...

Influenciado por la abultada crítica que compara a su director (el español Rodrigo Cortés) al nivel de, como anticipé, ¡Alfred Hitchcock!, concurrí al cine entusiasmado esperando ver una de intriga y tensión que me carcomiera los nervios... resulta que cuando terminó el bod...la película realmente (y por varios días) pensé que el film dos horas y cuarto (conte mal por los muchos avisos y avances), para darme cuenta ahora que escribo esta reseña y reviso la ficha técnica que tan solo dura 95’, poco más de hora y media; lo cual habla que realmente me parecieron interminables.

Desde hace unos años, Hollywood (porque creer que esta película está fuera de la esfera hollywoodense es, como mínimo, risueño; si bien acusa producción mayoritaria española) viene impulsando una idea/moda de películas aparentemente hechas con centavos, experimentales, con guiones supuestamente originales, filmadas con cámaras de menor calidad, y con cierto ritmo frenético para darle la falsa sensación de algo casero, y hasta algunas se “animan” a un supuesto tinte documental... siendo sinceros, la primer película pudo sorprender, aún no siendo una gran cosa, El proyecto Blair Witch por lo menos parecía original (y más aún su forma de promocionarse como algo real)... pero al film vigesimoquinto como que empieza a sonar rancio.

Open Water, A la deriva (¡era igual a Open Water!), Cloverfield (con un monstruo con más presupuesto que cualquier película promedio), Rec 1 y 2, El descenso, Abducciones, Actividad paranormal 1 y 2, El último exorcismo... Uff.

Como si fuese poco (en realidad, primordialmente) estas películas se basan en un esquema de publicidad extrema, venderse dónde y cómo puedan, casi como un producto publicitario más que un film en sí. Y dentro de esa extensa publicidad se incluye los elogios varios, los supuestos miedos (por lo realista) del espectador en todas partes del mundo previamente (cuando después terminamos enterándonos que se estrenó en poquísimos lugares, como esta), y las críticas infladas (¿en serio, Hitchcock, con qué necesidad?).

Fuera de esta maquinaria lo que suele quedar es un engaño, películas fácilmente olvidables y que hubiesen sido lo mismo que ver el video del cumple de la tía Raquel... y la certeza de que el film será bueno si hay una buena mano detrás de cámara (como es el caso de Jaume Balagüero en las dos Rec), y no im plemente por ser filmada como si el director tuviese parkinson (las filmaciones caseras no salen tan movidas), o por el contrario, como si no hubiese nadie detrás de cámara (como en esta película).


Yendo a Enterrado específicamente, la película parece un cúmulo de errores y lugares comunes, y una trama que, desde ya no da para más de un corto de 15 minutos como muuucho.

La tensión y la preocupación por lo que será de nuestro personaje se aguanta, seamos generosos, la primera media hora, luego, seria bueno que cada espectador cuente en la entrada con una pala para poder ayudarlo y así terminar con el soponcio; no ay tensión tal, sino nerviosismo, exasperación, que es trasladada al espectador que no ve la hora de vislumbrar los créditos finales.

Imagínense ver una de las millones de secuelas y copias de El juego del miedo, pero con un solo juego o tortura durante todo el film, en definitiva, a lo largo ya no nos importa si se muere ahogado, si la tierra le tapa los pulmones, si un iraquí le pega un tiro, o si se prende fuego con la petaca y el encendedor, lo único que importa es que pase algo, que cambie o termine.

Por otro lado, la historia parece querer jugar al engaño, a la vuelta de tuerca, a la inseguridad de no saber por qué terminó en esa situación; bueno, avísenle al guionista que a nadie le puede interesar eso cuando tenemos hora y media de ver a un tipo en permanente primer plano intentando escapar de un reducidísimo espacio. Sinceramente ¿Qué me importa cómo y por qué llegó allí? Que salga de una vez. Perdón que e violente un poco, pero esa es la sensación de exasperación que trasmite la ¿historia?.
Por ahí se anda comparando este mamarracho con el genial opus 8 a la Deriva del director de Marnie, bueno caer en lo mismo sería imperdonable para mi persona. Simplemente no tienen punto de comparación, Hitchcock imprimía real tensión a sus obras, uno ya esperaba esa vuelta de tuerca que trastocara todo lo visto, de alguna manera, al ver sus películas, no se puede despegar los ojos de la pantalla, como algo hipnótico, iconográfico. Con enterrado pasa lo contrario, a tensión dura lo que un suspiro (y no uno muy largo), la vuelta de tuerca o intriga no parece importarle a nadie, y a la media hora mirar la luz verde del cartel de “Salida de emergencia” en la sala parece una mejor opción; tal vez lo único rescatable (además, eso sí, de cierta meticulosidad en el escape) sea que a las pocas horas de erla uno ya no recuerda con exactitud de qué se trataba y eso que no ay demasiado que recordar).
Como aclaré, el tema del escape o la salida del ataúd, pareciera estar contado con cierta meticulosidad o detallismo, lo cual juega a favor, pese a que recae en ciertos errores o inverosimilitudes (lo cual sería perdonable en pos del mejor ritmo del film, cosa inexistente aquí).
El rubro técnico, en general, es correcto, aunque repetidas veces pareciera que todos abandonaron el set y solo quedó Reynolds poniendo su carita en la cámara constantemente.
Hablando de Ryan Reynolds, el actor de La propuesta, Definitivamente... tal vez, y la próxima Linterna Verde, no arece sentirse muy cómodo con tanta exposición frente a las cámaras, y algunos momentos parecen cuasi mecánicos; tal vez el suspenso (que no permite desplegar el carisma del que hecha mano en todos sus films) no sea donde mejor se mueva.

No es cuestión de resultar severos, pero comparar esta pelícua, con grandes obras maestras del suspenso, y a semanas de la partida de Claude Chabrol, no pareciera merecer otro calificativo que insulto.
Leer más...

sábado, 11 de septiembre de 2010

¿Vuelven los ’80?

¿Cuándo fue la última vez que escucharon esa frase “todo tiempo pasado fue mejor”?, ¿es eso cierto, o es cierto que “lo mejor está por venir”?. Lo cierto es que en los últimos tiempos el cine, sobre todo Hollywood, está mirando con añoranza aquellos tiempos en que el video hogareño apenas estaba en pañales, y por consiguiente cada estreno de una “película importante” parecía un gran suceso.

De eso tenía ganas de hablar en este mes, si se quiere de una manera especial, ya que pondré la reseña general y “el fiasco de turno” todo junto en un mismo artículo.


Ya se ha dicho, y se sabe, que en Hollywood las ideas originales no abundan en los años recientes. Adaptaciones inferiores de films extranjeros, copias y copias de una película exitosa... y remakes de grandes éxitos de décadas pasadas con un pretendido aire renovador (no siempre logrado, claro).

Bueno, otra cosa que es sabida es que, el nuevo milenio no empezó del todo bien para EE.UU. en lo referente a política, sobre todo internacional. La anterior gobernación de George W. Bush hijo, dejó una imagen de ese país ante el mundo, digamos dudosa... además de sumirlo en una crisis económica.

Pero como este no es un blog político, ni pretende serlo, vamos a lo que nos importa. EE.UU. necesita mejorar su imagen, casi desesperadamente. Entonces, ¿qué mejor que recordar una época en la que la gente parecía más contenta?, una época en la que estaba claro cuál era el lugar que ese país ocupa en el mundo, el dominante. Ya no tenemos un actor hollywoodense carismático en el gobierno... pero tenemos a un carismático Premio Nobel de la Paz. ¡Que vuelvan los ’80!

La onda ochentosa parece abarcar varios puntos, por ejemplo, en música tenemos a Lady Gaga, alguien cuya parafernalia perfectamente podría ubicarse en esa época, y a los chicos de la serie de TV Glee que directamente reversionan canciones de esa década; hablando de series, ¡volvió V, Invasión extraterrestre!... pero ahora no usan vestidos rojos, ni usan símbolos simil nazis o publicidades expresionistas como la antigua URSS, sino que son parcos, andróginos, y con vestimenta muuuy blanca ¿alguien dijo árabes?.

¿Y en el cine?, haber: primero proliferaron las nuevas versiones de las películas de terror creadas en la era Reagan, hasta una productora como Platinum Dunes (del explosivo Michael “Optimus Prime” Bay) dedicada únicamente a esta temática. Luego, empezaron a arribar las esperadas adaptaciones a la pantalla grande de las series de ese momento. Y ahora, películas que directamente rememoran o festejan las costumbres típicas de esos años.


En los últimos meses pudimos ver en nuestras pantallas Pesadilla en la Calle Elm, Karate Kid, Brigada A, Un Loco Viaje al pasado, y Los Indestructibles, y eso sin contar varias películas que sin hacer referencia, copian la estética, como Zack y Miry hacen una porno, ¿Qué pasó ayer?, o Son como niños.


No se confundan, tengo un gran aprecio por los íconos y estética de esa época, en ella viví gran parte de mi infancia, y a ella pertenecen muchas (casi todas) de mis películas favoritas. Esto es solo un análisis.

Empecemos, al decir Pesadilla... estamos hablando de uno de los más fuertes representantes del sub-género del cine de terror, el llamado slasher films, las pelis de asesinos seriales, un tópico explotado al máximo durante los ’80, y cuyos títulos más representativos todos han tenido su remake o adaptación (Martes 13, Halloween, Noche de graduación, La masacre de Texas – aunque esta es de los ’70 pero inauguró el género –, etc. ).

Este temática trata de adolescentes siendo perseguidos, y casi todos alcanzados, por asesinos enmascarados, o deformes, con algún trauma en el pasado (la mayoría en su infancia), y que de alguna forma buscan una sádica venganza. Casi casi como ver jóvenes cayendo de uno en uno. Son las reglas aceptadas del género, y en todo caso son como un placer culpable que todos, y me incluyo (es uno de mis films de terror preferidos), disfrutamos.

Estas películas juegan con una paranoia, con un miedo a lo que puede pasar, hasta habilitan una suerte de “justicia por mano propia”, ya que se avalan cualquier tipo de medidas que se puedan tomar para frenar semejante carnicería... y encima con sus interminables secuelas es como un mal diabólico que nunca termina. Juegan con un morbo, y una idea intrínsecamente conservadora, encerrémonos en nuestra casa, no antendamos el teléfono, desconfiemos de todos, ni siquiera durmamos, el terror puede acechar en cualquier lado. Y sin contar determinadas reglas “de conducta” para los personajes, en donde por ejemplo, ser sexualmente abierto, de raza no blanca, o algo retraído o rebelde, es sinónimo a ser la primera de las víctimas; no por nada ver un noticiero se parece cada vez más a una de estas películas.

Veamos el caso de Pesadilla... (ATENCIÓN A QUIENES NO LA VIERON PORQUE HAY SPOILERS, PASEN AL SIGUIENTE PÁRRAFO), la historia empieza con un violador y asesino de niños serial al cual los padres de esos niños capturarán y harán “justicia” prendiéndolo fuego. Pasado el tiempo, con los niños ya adolescentes, el violador Fred “Freddy” Krueger volverá desde la muerte para acechar a esos jóvenes en sus sueños en venganza de lo hecho por sus padres, y así caerán uno a uno sin remedio ya que una vez que se duermen serán irremediablemente presas de este... y encima parece que no pueden quedarse despiertos una noche. Ahora sí, la lista de muertos es la siguiente: primero la joven que se acuesta e insinúa sexo con su novio (un malandrín) es elevada y rebanada en su estómago en una escena de casi extasis sexual; luego, claro, el malandrín cuando es encarcelado se dormirá y será ahorcado con una sábana; más tarde, el novio puritano de la protagonista, cuando pierda la inocencia y tenga pensamientos feos con su novia y con una revista chancha en manos... será chupado por la cama; y sobre el final, la madre alcohólica y despreocupada de la protagonista (la única adulta en morir) será prendida fuego en su cama. Ah, la protagonista, Nancy, es candidad pura, con shortcitos por la rodilla y pelo recogido en toda la película... ahora sí, cuando se de un baño de espumas con las piernas abiertas, la garra de Freddy saldrá de entre ellas, o sea... Bueno después de todo, Wes Craven, su director, se hizo famoso con otra película de terror La última casa a la izquierda (que también tuvo su remake “Platinum Dunes” el año pasado) en donde los héroes son unos padres que emprenden una carnicería contra unos ladrones que violaron y mataron a unas adolescentes.

La remake que este año tuvimos de Pesadilla copia casi textualmente a la original, agregándole algo más de la historia pasada del asesino y no mucho más; tal vez sea porque el mensaje que se pretende dar sea el mismo antes y ahora.


Distinto es el caso de Karate Kid y Brigada A, en donde en sus adaptaciones 20 años después, del original quedó poco más que el nombre.

En la primera, remake del clásico de Alvidsen con Ralph Maccio y Pat Morita, ya no se practica karate sino kung fu, no nos mudamos a California sino directamente a China, y no tenemos a un adolescente tímido sino a un niño bastante avispado con problemas para adaptarse; pero por lo menos el fondo, o trasfondo, sigue siendo el mismo, al igual que los mensajes de superación, valoración e integración, lo que la hace bastante aceptable y extrañamente atípica para estos tiempos ya que nos recuerda los valores típicos de amistad y compañerismos típicos de la década a la que estamos haciendo mención. Eso si, no esperen que haya un furor de chicos practicando kung fu, y mucho menos que se transforme en un clásico recordable (aunque en EE.UU. tuvo en éxito algo notorio).


No corre con la misma suerte la llegada al cine de la recordada serie protagonizada por el ¿eterno? Mr. T. Básicamente le quitaron todo lo bueno que tenia la serie y dejaron un envase sin demasiado contenido más allá de una violencia que la serie se caracterizaba por no tener.

Brigada A fue algo atípico en el mundo de la acción de los ’80, tal vez porque estaba dirigido a un público infantil (al igual que Karate Kid), por lo tanto sus mensajes eran otros, ya que el centro de la serie era un grupo de renegados del gobierno de EE.UU. que formaban una especie de “grupo parapolicial” encargado de resolver los más diversos conflictos, y algo particular y fundamental era que si bien había mucha “adrenalina” (por decirlo de algún modo y no repetir “acción”) no corría demasiada sangre y nadie se moría, el bien ganaba sin necesidad de ser cruentos.

Los tiempos cambiaron, y eso de no mostrar violencia, según los productores y el directos del film, “hoy no sería creíble”, si claro. Entonces lo que tenemos es un film que lo único que nos muestra es a un grupo de ex soldados (ya no de Vietnam sino de Afganistán) traicionados que forman una fuerza especial... pero que colabora con los EE.UU. para solucionar problemas con los extranjeros malos de siempre y encontrar al cupable de la traición, y todo lleno de explosiones, tiros, sangre, muertos y desmembrados; y si, un mensaje mucho mas típico de tiempos conservadores como los de entonces, y como los de ahora. ¿Actuaciones, caracterización de los personajes originales? Ehhh.... bien, gracias.

Por otro lado, Un loco viaje al pasado sí parece querer honrar aquella mágica década. No es estrictamente remake o adaptación de una película o serie de la época, pero sí toma muchas cosas de ellas para evocarlas con cierto humor, pero sin dejar de reconocer su valor.

La historia es la de un grupo de amigos de la secundaria ya cuarentones cada uno con la vida arruinada por alguna cuestión que se reúnen en un viejo hotel con spa para intentar solucionar la depresión de uno de ellos que lo llevó a un frustrado intento de suicidio, a los cuales se les sumará el sobrino adolescente de uno de ellos.

El hotel en cuestión es aquel en que pasaron el mejor fin de semana de sus vidas, o por lo menos de su adolescencia, y en él, a pesar de estar actualmente muy derruido, encuentran un jacuzzi en el que trataran divertirse como en aquellos tiempos. Sin más vueltas, el jacuzzi resulta ser una máquina del tiempo que los llevará directo a los ’80, más específicamente a aquel fin de semana.

De ahí en más comienza otra película, o la película en sí, porque lo mejor de ella, lejos, es el humor hecho sobre los elementos ochentosos, incluyendo varias apariciones de íconos como Chevy Chase y Crispin “George McFly” Glover (¿cómo hizo Zemeckis para que no parezca tan extraño?), y esto sin contar el protagónico de John Cusack actor de varios clásicos contemporáneos.

El argumento es claro que toma como base Volver al Futuro, y hasta los conflictos que se plantean los personajes y la manera de resolverlos remedan a los de la saga con Michael Fox. Pero además está llena de “homenajes” a las películas de John Hoges, las superproducciones de Amblin, series como Miami Vice, el comienzo de MTV, etc., etc.

Su punto más flojo son los chistes al estilo actual, escatológico y de gusto dudoso, por suerte son solo 15 o 20 minutos en total de una película muy disfrutable para quienes vemos con buenos ojos las costumbres e íconos de aquella década, y después de todo es un gusto que se revisen esos años sin su costado más reaccionario, casi todo lo contrario.


Y así llegamos al último grito de la moda ochentista, Los indestructibles, la película de la cual hace años que viene hablando su director, el astro del cine hecho a los tiros Silvestre Stallone (aún antes de arremeter con las continuaciones de sus dos sagas más famosas Rocky y Rambo), y que es casi el lado opuesto de la reivindicación de Un loco viaje al pasado.

La excusa es la reunión de las grandes figuras de las pelis de acción de los años ’80 (en este caso Stallone, Dolph “He-Man-Ivan Drago” Lundgren, Mickey Rourke - ¿fue un astro de la acción?-, Bruce Willis, y Arnold Schwarzenegger – aunque estos dos últimos apenas si aparecen, y Rourke no aparece mucho más), mezclado con algunos más actuales como Jason Statham y Jet Li; más las apariciones de algunas figuras de los ’80 que si bien no son astros siempre figuraban por ahí, como el caso de Eric Roberts y Steve Austin.

Todo esto nos lleva a que, por un lado el film se esfuerce más en mostrar actores y situaciones conocidas por los fanáticos que en contar una historia como mínimo creíble o entretenida.

Por otro lado, cuando se acordaron de la historia... uno empieza a pensar ¿por qué no hicieron alguna reunión conmemorativa en el living de algún programa de TV? Nos cuentan la historia de un grupo de mercenarios que son convocados por un agente de la CIA para intervenir en un país de Latinoamérica en el que deben derrocar a un dictador tirano supuestamente “bancado” por un traidor de la CIA, en fin...

Lo que sigue es una carnicería de más de hora y media que en realidad no hace recordar a aquel cine de Stallone, Lundgren y CIA (aunque, como dijimos ya existían y proliferaban estas tramas) sino a una película actual, muy morbosa, con violencia explícita, increíble en todo sentdo, y con un ritmo frenético que agota.

Eso sí, el mensaje queda claro, y es más o menos el mismo que se manejó sobretodo en la segunda mitad de los ’80, todo aquel ue no es estadounidense merece ser digno de sospecha cuando no “boleteado” con el mayor sadismo posible (se dieron cuenta que con films como Agente Salt los rusos volvieron a ser los malos). Latinoamérica es como una masa que no merece ser separada en países, bananera, con una sociedad sometida e indigente, y clamando por la ayuda de estos dioses musculosos que nos vienen a salvar. ¿Alguna vez los malos serán ellos mismos, reconocerán que un norteamericano puede hacer cosas “non sanctas” sin necesidad de ser un traidor al gobierno como en la reciente Green Zone?.

Lo que le queda a uno cuando termina de ver films como Los indestructibles (o los citados Agente SALT, Green Zone, o la próxima a estrenarse Unthinkable) es que en verdad pueden haber pasado 20, 40, o 60 años pero en verdad la idosincracia de los americanos (como a ellos les gusta llamarse) parece no cambiar nunca, después de todo, y sin querer ponerme en muy político, quien halla leído la doctrina del “destino manifiesto” y el “big stick” sabe que ellos estan destinados a llevar su sistema (disfrasado de paz) a todo el mundo; y viendo estos films uno ya sabe que le espera sino lo acepta.

Discusión aparte para considerar si estos actores a 20 años de haber pasado su gloria muscular no hacen un ridículo intentando interpretar los mismos roles una y otra vez como si el tiempo fuese eterno.

Leer más...

jueves, 12 de agosto de 2010

Una cierta mirada

Y pasó julio... y otra vez me volví a retrasar con la reseña. Sucede que hay meses en los que la escasez de buen material fílmico hace que me cueste encontrar algo destacado para comentar, como venía retratando meses anteriores; pero en contraposición, hay meses en que pareciera que todo el aluvión de muy buen cine sale de golpe para sorprenderme, y así compensar (¿?).

Bah, todo esta cosa extrañísima viene en alusión a que en este mes no me podía decidir sobre qué película/s escribir, y hacerlo sobre todas hubiese sido imposible. Entonces pensé en atar la mayor cantidad posible sobre un hilo común... sin más vueltas, acá vamos.

Hace un tiempo, una publicidad nos decía que “la primera impresión es lo que cuenta”, ahora, ¿es esto cierto?, ¿qué importancia tiene la primera observación, tal vez prejuiciosa, que se hace sobre una persona? Reconocer que somos como nos miran los demás, y más en una primera impresión sin siquiera conocernos, sería reconocer que somos seres unidimensionales.


En El gusto de los otros de Agnes Jaoui (uno de esos films malditos que hace muchísimo quería ver y nunca podía), tenemos la historia de Jean-Jaques Castella (un excelente Jean-Pierre Bacri) un empresario casado, con una vida de por más rutinaria, y que como está por cerrar un trato muy importante cuenta con un guardaespaldas, además del chofer suyo y de su esposa. Para cerrar ese trato se decide a aprender inglés, y es ahí cuando conoce a Clara (Anne Alvaro) su profesora, también actriz no muy profesional; pero cuando Castella la vea en una de sus obras de inmediato quedará prendido a ella, casi como una obsesión.

La cuestión es que Clara no hace más que rechazarlo, lo ignora, lo desprecia, considera que es el ser más hueco del planeta, falto de delicadeza, fineza, arte... pero el hombre no se dará por vencido, y casi ni por enterado, y es así como se meterá en su ámbito, ira a ver mil veces su obra, se reunirá con sus amigos, hasta planeará financiar una próxima obra. Pero Clara no puede quitarse la idea que Jean-Jaques tiene menos cultura que un chiste verde.

Por otro lado, tenemos a Franck (Gérard Lanvin), el guardaespaldas, que comenzará una relación con Manie (la propia Jaoui), mesera y amiga de Clara; en apariencia muy distintos, ella parece liberal, no pretende una relación seria, sale con varios hombres a la vez (es más Franck la conoce por medio de Bruno, el chofer) y no parece ocultarlo; el guardaespaldas es lo opuesto, un hombre de ideas rectas, formal, hasta chapado a la antigua, al que le costará aceptar las ideas de Manie, y lo mismo con ella.

No hay que olvidarse de Angélique (Christiane Millet) la esposa decoradora de ambientes de Castella, ni de Bruno (Alain Chabat), y entre ellos también hay una relación o algo parecido como el entendimiento mutuo.

Sobre esta estructura de films de personajes sin un protagonista único, un film de realacions entrecruzadas, Jaoui nos habla de las apariencias; sobre como la idea que tenemos del otro puede hacer truncar las relaciones entre personas, no necesariamente relaciones amorosas. En definitiva habla de los prejuicios de todo tipo.

Con un ritmo agradable, llena de diálogos riquísimos y una excelente marcación actoral (además de un elenco sobresaliente), El gusto de los otros rescata lo mejor del estilo del cine francés, excelente comedia.

También en Francia se ubica El placard, la sobresaliente comedia del 2001 de Francis Veber.

Esta vez su eterno personaje François Pignon (Daniel Auteuil) es un empleado de una fábrica de derivados del caucho ignorado por todos, menospreciado, hasta por su propia familia. Un día se entera que la empresa piensa despedirlo, pero ese mismo día conocerá a un vecino solitario que le recomendará hacerse pasar por gay, salir del placard, y de esa manera la empresa no podrá despedirlo porque se entendería como discriminación.

Puesto en marcha el plan los resultados irán más allá de lo pensado, François no cambiará su forma de ser, pero una simple foto “comprometedora” hará que la mirada de los otros sobre él cambie, no solo no lo despedirán, sino que empezará a ser respetado, a ser tenido en cuenta.

Es más, Félix (Gérard Depardieu) un compañero de trabajo totalmente homofóbico, por medio de una broma que lo hará pensar que su puesto laboral peligra, se tornará extremadamente obsesivo con caerle bien a Pignon... hasta el borde de la locura.

De esta manera, Veber nos habla de los prejuicios, de las falsas impresiones, y como la mirada que los otros posan sobre nosotros puede definirnos en nuestra personalidad; el cambio de François comenzará una vez que los otros cambien su opinión sobre él.

Ya había comentado anteriormente que Francis Veber se encuentra entre mis directores favoritos, y esta considero que es una de sus mejores películas, llena de momentos desopilantes, personajes perfectamente delineados, y diálogos chispeantes; además traspasa el límite de la comedia de enredos para plantear c uestiones más serias como las señaladas.

Justo es decir que aunque el protagoniso es principalmente del excelente Daniel Auteuil, es el monstruo de Gérard Depardieu quien se traga la película con cada una de sus intervenciones, un personaje construido a su medida y del que el actor sabe sacar todo el jugo posible. No le van en zaga a estos dos grandes los aportes de Thierry Lhermitte, Jean Rochefort, Michel Aumont, y Michele Laroque todos perfectos en sus respectivos roles. En definitiva, una delicia imperdible.

Otro que tiene problemas de prejuicio es Rafael González (Guillermo Toledo) en Crimen Ferpecto, empleado de un shopping, playboy y mujeriego, es el principal aspirante al puesto de gerente... si no fuera por un compañero que parece conseguir mejores ventas. Todo se desbarranca cuando en una pelea, Rafael mate por accidente a ese compañero y al intentar deshacerse del cuerpo sea descubierto por Lourdes (Mónica Cervera) una empleada no muy agraciada que siempre estuvo enamorada de él, pero él nunca supo siquiera de su existencia.

Lourdes lo ayudará y encubrirá... pero a su vez lo chantajeará. Así, Rafael verá pronto su vida hecha un infierno, Lourdes se volverá cada vez más posesiva, todo hasta llegar a límites insospechados.

El delirante Álex de la Iglesia como director y guionista aprovecha este perfecto marco de comedia negra para mofarse de los prejuicios sociales pre-establecidos, de los cánones esquemáticos de belleza, y por qué no de la crudeza de las relaciones laborales.

Lourdes es realmente insoportable, obsesiva, con actitudes de lo más particulares... y para qué hablar de su familia. Pero a Rafael lo que más le molesta es que su reputación como playboy quede manchada cuando la sociedad lo vea con semejante adefesio, no puede soportar ver que su vida de soltero codiciado se vea acabada ante la presencia de alguien que lo obliga a sentar cabeza y llevar una vida rutinaria. Ahí está el punto en que de la Iglesia nos desafía a pensar cuál de los dos personajes es más horrible.

Lo demás es puro disparate, comedia negra, y humor grueso que nos lleva a una franca carcajada con escenas que quedarán entre las más ridículas del cine.

Toledo y Cervera su lucen en igual medida, pero se nota una gran marcación de parte del director que maneja a sus personajes a la perfección.

No conviene adelantar mucho de las peripecias que tiene la trama, es mucho mejor ir descubriéndolas y sorprenderse con esta gran comedia del mismo director de El día de la bestia y La comunidad.


Y Hablando de obsesiones, y volviendo a Francia (a esta altura se nota, y no solo por esta reseña sino por casi todas las anteriores, que soy incondicional del cine francés), este mes se estrenó al fin Las hierbas salvajes, lo último del genial Alain Resnais.

André Dussollier es Georges Palet, un jubilado, casado con una mujer mucho más joven, con un hijo que no le presta atención, hasta casi se puede decir que lo ignora, de una existencia decididamente gris. Su pequeña anécdota comienza el día que encuentra una billetera portadocumentos tirada en un garage. El objeto en cuestión pertenece a Marguerite Muir (Sabine Azéma), una odontóloga y piloto aficionado de avión que se mueve a todos lados con un atuendo y peinado muy similar a El principito.

La cuestión es que Georges se obsesionará con esa billetera y con su dueña, aún sin siquiera conocerla, quiere devolverla y sueña con el encuentro y hasta idealiza a la mujer. Cuando finalmente se logren comunicar vía telefónica, Georges verá que Marguerite puede no ser lo que él pensaba, pero igualmente buscará por todos los medios llegar al encuentro, comenzar una suerte de relación, no queriendo reconocer que esa mujer no es lo que él idealizó. Muy pronto esa obsesión se trasladará a Marguerite... pero es mejor no adelantar.

Un film verdaderamente inclasificable, mezcla de drama, comedia, suspenso (muy logrado), y film onírico, simplemente una película de autor.

Resnais construye un film que puede no ser para todos (aunque talvez estoy siendo prejuicioso), los personajes hablan del amor y de la dificultad de encontrarlo, de las relaciones de pareja, de las obsesiones, de las idealizaciones, y de esa chispa que despierte una vida apagada, y no solo la de Georges.

El clima que va construyendo el director de Corazones, Conozco la Canción – precisamente con guión de Jean-Pierre Bacri y Agnés Jaoui -, e Hiroshima mon amour entre otras grandes obras, va in crescendo hasta atrapar al espectador en una historia que no parece entrar en la lógica de la realidad, pero igualmente logra que no nos perdamos en ningún momento, que no nos dejemos llevar por las simples impresiones, y sigamos todo con gran interés hasta llegar a uno de los finales más extraños y enigmáticos de la historia del cine e igualmente con cierta lógica precisa dentro de esta película.

Excelente fotografía, manejo actoral, muy buen manejo del clima, y grandes interpretaciones de todo el elenco general, Resnais maneja una verdadera obra hipnótica. Uno sale del cine, sin entender del todo qué es lo que ocurrió allí, pero seguro de haber visto una gran film, una obra maestra.


Finalmente cuatro grandes filmes, cuatro películas sobre el peso de la mirada externa, y cada una desde un enfoque distinto... pero todas bajo un mismo punto de encuentro, la obsesión. La obsesión sobre el qué pensarán de nosotros, la obsesión puesta en etiquetar a una persona y no poder ver más allá del rótulo, la obsesión que nos lleva a idealizar un perfección un canon que sabemos que en verdad no existe ni en uno ni en el otro.



El fiasco de turno



Y si de secuencias oníricas se trata, este mes fui a ver El Origen, la nueva película de Christopher Nolan (Memento, Batman Inicia, Noches Blancas) protagonizada por Leonardo Di Caprio.

Debo decir que mis expectativas en verdad no eran muy altas, más que nada me decidió un encuentro de amigos... pero por lo menos esperaba pasar un rato divertido en la sala, no hay nada peor que los resultados aún más bajos que las bajas expectativas.

El Origen es promocionada desde hace por lo menos un año como una revolución del cine, como una experiencia sorprendente que va a cambiar la manera en que se utilizan y se ven los efectos especiales en la pantalla, como una enigmática y compleja trama que nos iba a volar la cabeza. Si, escuché todo eso, y aún el filme no se había estrenado, ni siquiera estaba terminado. Algo me hacia sospechar un fuerte entramado de publicidad.

Bueno, el último film de Nolan no es revolucionario, no tiene FX sorprendentes, su trama es bastante ramplona... y encima es tremendamente aburrido.

Pero ¿Qué es El Origen? Cobb (Leonardo Di Caprio) trabaja en una empresa dedicada a sacar datos relevantes de los sueños de las personas. Esto lo logran mediante un procedimiento que les permite crear sueños y meterse en ellos para así descubrir el dato preciso que se busca.

Cuando comienza la película, Cobb y compañía se encuentran en la cabeza de Saito (Ken Watanabe) un empresario de la energía eléctrica que luego les propondrá el trabajo máximo de su carrera, y el pase de salida para un Cobb al que cada vez le cuesta más diferenciar sueños ajenos de propios.

Este trabajo consiste implantar una idea, generar una idea a través de la construcción de un sueño. Específicamente instalarle a Robert Fischer (Cillian Murphy) heredero de una gran compañía competencia de Saito, que venda la misma y así disolver lo que podría ser un monopolio de energía.

Para esto, Cobb reclutará a una nueva ingeniera de sueños, Ariadne (Ellen Page), ya que el anterior cometió graves errores durante el trabajo en los sueños de Saito. Como Ariadne es una mente privilegiada, comprenderá de inmediato todo el asunto de crear sueños, es más, casi no habrá signos de sorpresa o confusión en ella (¿?).

Pero el trabajo de por sí no se veía sencillo, y lo que empieza mal... Pronto las cosas comenzaran a complicarse, lo que pueda salir mal saldrá mal, y entraremos en una interminable carrera contra el tiempo para lograr el objetivo, y salir con vida.

Por otro lado, Cobb tiene un asunto con su difunta esposa Mal (si la agregarían una A sería como la película) que más de una vez se cuela en los sueños construidos desbaratando todo y haciendo peligrar las misiones.

La historia peca de pretenciosa, parece todo el tiempo estar desafiándonos a que la entendamos, pero en definitiva no se trata más que un film de espías disfrazado de gran cosa, en verdad uno de espías bastante flojo.

Los efectos especiales, como dije, no son nada del otro mundo... salvo que alguien me asegure nunca haber visto gente volando en cámara lenta, personas caminando por las paredes, y edificios que se mueven como vehículos (esto se ve hasta en publicidades de bizcochuelo).

Lo llamativo es que, además de no ser un film sorprendente, es uno muy aburrido. La historia parece no avanzar, se enreda en situaciones que no tienen la menor lógica, y en pos de crear tensión se vuelve reiterativo y extremadamente lento, sobre todo en la última parte del film hasta arribar a un final que se pretende inesperado, pero que para toda persona un poco avispada se avecina desde la secuencia de títulos.

Por ahí escuché decir que luego de “inusitado” éxito de Batman, el Caballero de la Noche la Warner le dio carta blanca a Nolan para que creara la película que el deseara, y de ahí surgió El Origen. Lo llamativo, es que esta película no parece una película de autor, más bien parece un producto prefabricado en un estudio y que su resultado se hubiese conseguido en igual manera estando detrás de cámara cualquier ignoto.

La campaña publicitaria comenzó con un enigmático trailer en donde se sucedían varias secuencias oníricas, viendo el film completo, pareciera que nunca supieron desarrollar algo más allá de ese corto (que se resume en la única escena apenas rescatable del film en donde Cobb le enseña a Ariadne la mecánica de su trabajo).

A este film se lo compara con la taquillera Matrix, y si, las referencias son obvias (así como el hecho de que usen La vie en rose como canción para despertarse, en clara alusión a Cotillard como personaje, dah). También es obvia la comparación con el film de los Wachowsky en cuanto a la inmensa campaña publicitaria para disimular falencias... y si, en los resultados también es similar. Lamentable.






Leer más...