viernes, 20 de septiembre de 2013

Al carajo con la cibernética

Ya nos lo dijeron Chris Columbus y Robin Williams en El Hombre Bicentenario  (The Bicentennial Man, 1999) y no los quisimos escuchar; vas a comprar a un robot amigable para que limpie tu mugre y este, tarde o temprano te va a traicionar. Hacen pensar a las máquinas ¿y para qué? para que ya se crean humanas, no quieran ser más sirvientes, y encima se pongan piel y se casen con nuestra tataratataranieta. Es así, los robots por naturaleza son comunistas y se creen igual que nosotros, los dejamos entrar en nuestras vidas y estos nos van a matar porque son jodidos.
El cine se cansó de advertirnos sobre la peligrosidad de poner a un chip y una tonelada de chatarra a hacer nuestras labores, además le damos confianza, no aprendemos la lección.
No puedo dejar de ver cine en su eterna lucha contra la rebelión de Wall-E y sus amigos brinda una vez más un servicio a la comunidad. Porque los comienzos de los años noventa no solo fueron Vanilla Ice y la invasión de los dinosaurios de Spielberg, también hubo un cine de denuncia, de denuncia en contra de la cibernética en nuestras vidas... en fin, dejémonos de hablar pavadas, y vamos algunos ejemplos:

1 – Hardware



En las películas los personajes tampoco parecen aprender, ¿cuántas veces hay que demostrar que no deben comprar nada de tiendas extrañas? Menos si está en barata. En fin, estamos a mediados del Siglo XXI - no nos aclaran muy bien el año -, tenemos a un Dylan McDermott muy joven que interpreta a Moses un soldado explorador que regresa a su hogar luego de una temporada en lo que fue las ruinas de la sociedad, de pasada quiere hacerle un regalo a su novia, y como estamos en el futuro, ya no sirven las flores (probablemente porque ya no existan), los bombones, las joyas o un perfume, ahora la onda es regalar basura, literalmente, va a una chatarrería y le compra la cabeza y el torso de lo que fue un M.A.R.K. 13, un robot ultrasofisticado pero que aparentemente ya no anda. La cosa es que a Jill (Stacey Travis) le gusta tanto el regalo que lo adosa a una de las esculturas de metal que está realizando. Esa noche, Moses y Jill reavivan la pasión ¿?, y el M.A.R.K. 13 se calienta y cobra vida, sí es así no estoy jodiendo. Para colmo, al día siguiente, Moses se las toma otra vez, quedando ella a solas con un robot que anda alzado y con ganas de ajustar el tornillo a toda costa. Por supuesto, como Marky antes había sido un roboto de exterminio no le va a temblar la empuñadura de metal en matar a un par hasta llegar a revolcarse con Jill.
Bueno, sino abandonaron la lectura ante lo disparatado del argumento, les digo, Hardware (1990) es una película realmente muy buena. El enigma en el que se desarrolla la historia, el espíritu clase B digno, y el tremendo y único aspecto visual que le imprimió Richard Stanley (que cuenta con sólo una película más) en su ópera prima logran una adaptación del comic SHOCK! más lograda y recordada que la historieta misma. El estilo entre arenoso, marrón y rojo, escenografías despojadas, la mezcla de Ciencia-Ficción-acción-terror-suspenso, y un aire industrializado y mecanizado que se agudiza con una banda sonora ad hoc compuesta por canciones de Iggy Pop (que también hace una participación en el film), y Motorhead entre otros.
La producción de Hardware fue tan complicada que antes de su llegada a salas (en algunos países aquí editó en video directamente Transeuropa) ya se había convertido en algo de culto; pero antes de arribar sufrió severos cortes para poder ser distribuída comercialmente por Fox, y aún así tuvo una comercialización limitada. Pero un Soundtrack exitoso y los fieles seguidores del estilo la hicieron perdurar existiendo varias versiones, editadas y “Unrated” conocidas como el nombre del robot M.A.R.K. 13.



Primera lección NO aprendida: “Las máquinas se recalientan”.

2 – Evolver:



¿Se acuerdan de los robots secuaces del Ordak de She-Ra? Imagínense que uno de esos tiene un hijo con Número 5 de Cortocircuito (Shot Circuit, 1986), a este robot enano lo metemos en una trama con realidad virtual a lo Fuera de control (Jhonny Mnemonic, 1995) y le damos como arma pelotas de tenis; todo eso crearía Evolver (1995), un claro exponente de eso que dimos en llamar “tan ridículo que es bueno”.
Ethan Embry, el palurdo de Ya no puedo esperar (Can’t Hardly wait, 1998) es Kyle, el fan número 1 de un juego de realidad virtual llamado Evolver, un típico “caza y dispara” muy psicotrónico. Los creadores del juego quieren llevar el mismo a la vida real, y para eso, le dan a su más fiel seguidor un robot enano con el que va a hacer las pruebas. La cosa es que Kyle se lleva al robotito a su casa, porque no hay nada mejor que meter a un robot agresivo en tu intimidad, a este se le pelan unos cables, y ya no hay forma de apagarlo; el robot tiene como misión cargarse a todos los que encuentra, repito, disparando pelotas de tenis.
El director de este disparate es el polifacético Mark Rosman, capaz de entregar el clásico The House on Sorority Row (1983) así como un sin fin de películas del Disney Channel o esas cosas que Hillary Duff llegó a estrenar en cine. Como sea, estamos frente a una película convencional, muy medida, con una trama que intenta prevalecer la acción pero con un contrincante que resulta muy poco creíble, Kyle. Lo mejor sin dudas está en el robot que acecha toda la casa, se mete por todos lados y persigue a toda la parentela como un slasher que necesita aceite de máquina. Es más, por momentos, en tomas lejanas, es muy evidente que Evolver es un traje que encierra a una persona bajita dentro; y aún así, con todo, el robot actúa mejor que todas las personas de carne y hueso.
Créanme que Evolver es un film ideal para ver una tarde de mucho aburrimiento, es un programa de diversión asegurada.



Segunda lección NO aprendida las maquinitas están arregladas para ganar siempre.

3 – La máquina de la muerte:


 Si hay una película que en los años noventa comprenda el término “ciencia ficción de culto” esa debe ser La máquina de la muerte (Death Machine, 1994). Los misterios, versiones y anécdotas que envuelven a esta película pocas veces se han visto en un igual. Ya antes, cuando hablamos de Hardware dijimos que se trataba de un film de culto y con problemas de censura en su estreno, pero La máquina de la muerte lleva todo eso a una nueva dimensión, simplemente es uno de los films con más versiones en la historia del cine.
Todo se desarrolla en una fábrica llamada Chaank que fabrica armamento militar ultra sofisticado. El director de la misma fue asesinado y en su lugar es nombrada  Hayden Cale (Ely Pouget ¿?) que, como seguro es una detective frustrada, no hace más que investigar la muerte de quien antes ocupó su cargo. Todas las pistas llevan a Jack Dante (Brad Douriff, más sacado aún que de costumbre) un diseñador de cibernética demente y con grandes ansias de poder. Las cosas se van enrareciendo cada vez más hasta llegar al punto en que Dante, acorralado, pone en funcionamiento a Warbeast, su última y letal creación, un robot grande y jodido, con garras y dientes filosos y dispuesto a aniquilar a todos los que quedaron encerrados en Chaank.
Si el argumento no descolla originalidad, esto sí lo encontramos en el tenso y ominoso estilo visual. La máquina de la muerte es una de las primeras películas abiertamente cyberpunks, y aunque no lo reconozcan, películas como Virus (1999) y Matrix (1999) le deben algo de su estilo.
Sthepen Norrington venía pegándola en el rubro de los efectos especiales, y con esta película iba a hacer su debut. En un primer momento, New Line Cinema le dio carta libre para hacer lo que quisiera dentro de un presupuesto clase B; Norrington se despachó con un film muy sangriento y violento, plagado de referencias directas a clásicos del terror; anoten los nombres de algunos personajes: John Carpenter, Yutani, Scott Ridley, Weyland (sí, a alguien le gusta Alien), Sam Raimi, y el propio Jack Dante – sería Joe, pero no quisieron ser tan obvios se ve –. Todo esto no le agradó mucho a los pacatos de la empresa de Ted Turner y empezaron a afilar la tijera; tampoco quisieron tener problemas con los directores reales y los derechos de autor por lo que cambiaron los nombres. A todo esto, Stephen Norrington abandonó la película y prometió no volver a dirigir – cosa que por desgracia no cumplió regresando para Blade (1998) y La Liga de Caballeros Extraordinarios (The League of Extraordinary Gentlemen, 2003 – que quedó en propiedad de la productora para que le siguieran haciendo corte y confección. Al momento de estrenarla, la MPAA amenazó con un X, por lo que otra vez regresó a la mesa de edición para “limpiarla” un poco más. Su salida se retrasó y tuvo un estreno en salas muy limitado, llegando rápidamente al VHS dónde nuevamente pasó por la censura. Alrededor del mundo se estrenaron copias diferentes según el país – acá se estrenó en salas muy cortada y a la semana se estrenó en VHS como sucedió con Brainscan (1994) –. Finalmente, al llegar al cable la cortaron otro poquito para que ya básicamente pase a ser un mediometraje digno del Discovery Kids. Todo esto da como resultado que actualmente circulen, aunque difíciles de conseguir todas, más de diez versiones de la misma película, incluyendo la clásica Director’s Cut – la sin censura – y una Extended Versión, la más fácil de conseguir paradójicamente, con escenas que el propio Norrington eliminó.
Tenemos mucha sangre, puteadas al por mayor, escenas gráficas muy chocantes, una extrañísima alusión al consumo de drogas, y un robot que realmente mete miedo. Todo en un film típico de su época, trama sencilla, espíritu clase B, y delirio en su desarrollo, no podemos pedir mas.


Tercera lección NO aprendida,  los robots nunca van a necesitar Corega.

4 – Atracción Cibernética:



... Y ahora sí, aplaudamos de pie señores. Los que siguen por Facebook mi cuenta personal y todavía no se hayan olvidado, sabrán la cuasi odisea que fue recordar el título de este telefilm.
Para quienes no tienen idea de lo que hablo, la cosa fue que la había visto hace muchos años en VHS, después las volví a ver en mis queridos canales de cable 365 Cine y Movie Top que la tenía en rotación contínua, y en las mañanas de Cinecanal. Me acordaba de todo detalle, hasta de la carátula del cassette de video... menos de cómo se llamaba, lo que me hacía imposible encontrarla. Hice una solicitud de ayuda a la gente de la red, y tengo que agradecer a todas estas personas, ahí va: el groso del terror en VHS Sebas Iaccarino; Elías Fernández por lejos el mejor guía turístico del universo; la amiga, vecina y colega de privadas Vicky Vazquez; el capo de Diego Núñez que se la pasó tirando títulos; el misterioso señor X editor de El Espectador Avezado página en la que escribo (bah, qué mas da, Rodrigo Chavero, el director de escuela con más cinefilia en las venas); Lea Balbuena un amigo, uno de los seres más grandiosos y humildes que conozco, y otro jefe, el de la revista Cine Fantástico y Bizarro para la que empiezo a escribir en el inminente N°2; los valiosos amigos Mirko y Jeremías Valentino que también dieron su apoyo, y Marcelo Raffa, toooodos ellos me dieron una mano, me ayudaron muchísimo y se los agradezco enormemente. Pero sus intentos fueron infructuosos hasta que llegó ÉL, el imbatible del video para VCR, el único, el glorioso Raro VHS que luego de un par de pruebas dio en la tecla hasta consiguiéndome la carátula, un maestro señores, lo mejor; por supuesto, millones de gracias a él también.
Bueno, terminadas las salutaciones obligatorias y agradecimientos necesarios, ahora sí, a los que sólo les interesan las películas pueden volver a leer.
Atracción Cibernética (Homewrecker, 1992) nos mete en la vida de David Whitson (Robby “soy la voz de Bestia” Benson) un reprogramador de computadoras que trabaja para una firma de armamentos. Uno de los proyectos que desarrolla presenta fallas, se empaca y renuncia a su trabajo... no sin antes llevarse al programa que diseñó con él. Al igual que el protagonista de Evolver, a David no se le ocurre mejor idea que reprogramar su diseño, y transformarlo en una suerte de mucama, secretaria, y sistema de seguridad todo en uno, confiándole la seguridad de su familia; ah, no sin antes darle una “personalidad” femenina, denominarla Lucy, y otorgarle un cuerpo cibernético muy simpático y un brazo ad hoc para que pueda desarrollar sus múltiples tareas (los que piensen que estaba buscando una esclava sexual, pásense para esta fila).
El tema es el siguiente, David es un buen pibe, tiene pinta, y Lucy de tanto lavarle los calzones se enamora de él... pero hay un problema, David tiene esposa e hija, y Lucy está celosa porque lo quiere sólo para ella (encima tanto la mujer como la nena son un verdadero dolor de huevos), y no sé si acuerdan que Lucy era un programa de armamento y destrucción, en fin, va a haber rosca.
Estamos en presencia de un telefilm pensado para el primitivo canal Sci-Fi Channel, pero que en su momento ganó algo de notoriedad vaya uno a saber por qué.
El guionista Eric Harlacher ,el mismo de Lenguaje Corporal (Body Languaje, 1995) aquel thriller pseudo erótico con Tom Berenguer y Nancy Travis, diseñó un argumento mezclando ideas de otras películas, pensemos en La Mano que mece la cuna (The Hand that rocks the cradle, 1992) que ese mismo año hizo furor, con Monerías Diabólicas (Monkey Shines, 1988), Terminator (1984), 2001: Odisea en el espacio (2001: A Space Odissey, 1968) y la referencia más fuerte Atracción Fatal (Fatal Attraction, 1987); todo en el marco de una película pensada para televisión muuy estilo años ’90, o sea con tintes telenovelescos, violencia muy medida, actuaciones terribles, y risas involuntarias por aquí y por allá.
El director es Fred Walton, un hombre con mucho clásico B detrás como When Stranger Calls (1979), April’s Fools Day (1986), y When a Strangers Calls back (1996), casi nunca reconocido. Su trabajo acá consiste en dar un clima opresivo – porque no había mucho presupuesto para tomas exteriores -  y hacer que Lucy suena amable y atemorizante a la vez (no lo logra, sólo suena amable e histérica).
Otro dato de color es poder ver a Sarah Rose Karrr, la nenita rubia e insoportable de Beethoven (1992), El padre de la novia( Father of the Bride, 1993),y Un detective en el kinder (Kindergarden Cop, 1990) en su última aparición en pantalla como la hija de David y antes de que creciera y ya nadie la busque como una nena rompepelotas.
Como aclaré antes, Lucy – con la voz de Kate Jackson – no mete demasiado miedo porque está loca pero no deja de ser servil, sinceramente no se carga demasiados cadáveres, y más bien parece una villana para la novela de la tarde; aún así nos la podemos imaginar hirviendo un conejito sin ninguna culpa.

Última lección NO aprendida, las robots no son buenas esclavas sexuales, tienen demasiados cables donde nos podemos enredar.



Listo, eso es todo, sin con estos cuatro ejemplos no entendieron que hay que mantener a las máquinas inteligentes lejos nuestro ya no hay nada que podamos decir. Volviendo a El Hombre Bicentenario piensen en las consecuencias de darles atribuciones de humanos, uno piensa que van a durar toda la eternidad como un buen Aurora Grundig, pero no, repito, son jodidos y quieren envejecer y morirse, porque son comunistas pero también capitalistas y respetan el use y tire; además son tan molestos como para entablar una demanda judicial y apagarse justo antes del fallo definitivo. En fin, los años noventa nos ha dejado otras de sus enseñanzas, está en nosotros tomarlas como tal o como un vacío entretenimiento, claramente nunca aprenderemos.
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lunes, 19 de agosto de 2013

Cine en Lista: Elige tu propio Drácula

Este jueves llega por fin a nuestras carteleras la última obra del capo Dario Argento, Drácula 3D; y pese a que digan lo que digan somos más de uno los que queremos correr a las salas para poder ver qué hizo el otrora rey del giallo con el incansable personaje de Bram Stoker. 



Por eso, para ir palpitando la emoción, vamos a recordar juntos algunos de los rostros que a sabido tener el Conde dientudo a lo largo de casi un siglo de historia cinematográfica; ojo que no van a ser todos porque sería imposible, vamos acá con los más recordados, aquellos que lo eternizaron, y luego en nuestro propio espacio en Facebook veremos de ir agregando algunos de las más de doscientas  interpretaciones que tuvo.

1- Béla Lugosi:



Seamos sinceros, Béla Ferenc Dezsõ Blaskó más conocido como Béla Lugosi no era un actor muuuy dúctil por decirlo de algún modo, pero sin dudas el húngaro se las ingenió para que su rostro quedara emparentado a la figura del Conde de Transilvana para la eternidad. Cada vez que se quiere lograr una caracterización “clásica” del personaje, la referencia ineludible es Lugosi.
Las marcas registradas son la tez blanquísima, la cuenta corriente de Brylcreem, una capa con cuello levantado, un hablar entre rígido germano y hacer gárgaras, y un bajar por largas escaleras de costado como solo él puede hacer.
La primera vez que lo interpretó fue en una obra de teatro en 1927, y de ahí a Drácula (1931) el clásico de Tod Browning que inauguró el sistema de los monstruos de la Universal.
Béla hizo otros roles memorables como Ygor o Murder Legendre, pero siempre se lo recuerda como el vampiro al que recién volvió a interpretar de modo muy decadente en Abbott y Costello contra Frankenstein – o contra los fantasmas, según el país – (Abbott y Costello meets Frankenstein, 1948). En realidad, ya en 1936 participó de La hija de Drácula (Dracula’s Daughter) pero sus escenas quedaron en la mesa de edición. Mientras que en otras dos oportunidades hizo de vampiros muy similares en La Marca del Vampiro (The Mark of the Vampire, 1935) donde fue el Conde Mora otra vez bajo la mirada de Browning; y El regreso del Vampiro (The Return of the Vampire, 1944) como Armand Tesla .




2 – Lon Chaney Jr.:



Está bien, al Chaney Jr. Se lo recuerda más por otros roles y no le llegó ni a los talones a su padre, además sólo hizo de Drácula una vez... ¡pero en qué película!. Les concedo que no es el Conde original sino su hijo – que en definitiva se llama igual pero al revés –... ¡pero qué película!.
En El hijo de Drácula (Son of Drácula, 1943), el hijo del hombre de las mil caras interpreta al Conde Alucard, al que cualquier avispado, salvo los personajes del film, se hubiese dado cuenta que se trata del propio rey de los vampiros con solo leer su nombre de atrás para adelante, en fin. Para mi es uno de los mejores films del personaje y es uno de los que menos ha envejecido de toda la factoría de la Universal. Los bigotitos anchoa y esa mirada de viejo depravado lo hacen bastante atemorizante, sin contar que el argumento está planteado con algunas idas y vueltas interesantes y que se aleja bastante de lo que ya habíamos visto pero sin perder la esencia. Un clásico que merece ser revisado.





3- John Carradine:



La Universal seguía y seguía haciendo uso del personaje de Bram Stoker – aunque cada vez quedaba menos de eso – y ya para esta altura se emprendió una debacle sin regreso. John Carradine tuvo la mala suerte de interpretar cuatro veces a Drácula y en cuatro films que son más propicios al olvido... pero lo hizo cuatro veces – y otro par en TV –, dos en la Universal y quedó inmortalizado como el personaje... ¡¡¡¡cuatro!!!!.
La cosa es así, en 1944 estrenaron La Mansión de Frankenstein (House of Frankenstein) también conocida como “La zingara y los Monstruos” en la cual volvían a hacer uso del cruce de varios personajes clásicos en una misma película – entre ellos El Hombre Lobo a cargo del otrora Conde Lon Chaney Jr. – y Drácula cayó en las manos de Carradine que le aportó al personaje toda su no gracia, lo único bueno del film es que entre tanto sin sentido del argumento, don Transilvana muere bastante rápido... pero hasta el año próximo en que hicieron La mansión de Drácula (House of Drácula, 1945) sin mejorar en absoluto la puntería y  repitiendo la misma historia que la anterior pero con la excusa de que Drácula ¡¡¡¡¡¡¡busca curarse del vampirismo!!!!!!!
Carradine consideró que no había hecho bastante daño, y cuando ya empezaron a caer los ofrecimientos de secundarios, se acordó que podía volver a interpretarlo, en Billy the Kid Vs. Drácula (1966), ¿hace falta que diga que esto es una horrible comedia clase Z?. En fin, sigamos, el hombre siguió asociándose al personaje y después de aparecer en varias series con personajes muy similares al del Conde, hizo Doctor Drácula (1979) que por si no se convencieron de que es horrible con ese nombre, esperen que les diga que también se la conoce como “Disco Drácula”, por supuesto que se trata de una comedia con todo el frenesí musical.
Sus aportes fueron el aspecto lánguido medio moribundo muy parecido a Vincent Price pero solo en el aspecto, y de más viejo una chivita y una galera que lo hacían más asimilable a Mandrake.
De todos modos, Carradine está en nuestros corazones pero por otros roles como todos esos que hizo cuando ya estaba viejito y se le dio por el terror clase B de los ochenta.



4- Christopher Lee:



Al fin, pasemos a palabras mayores. Este viejo cascarrabias podrá ser Saruman, el Conde Dooku, Summerisle, o el Dr. Wonka, pero para los que amamos a la Hammer va a ser siempre el Drácula más sexy de la historia. Está bien, Lee puede nunca haber sido agraciado con el don de la belleza, pero esta Conde sí entendía lo que era el sexo, tenía un magnetismo único y se entendía por qué todas las mujeres, y algunos hombres claro, caían a sus pies; era un galán malévolo.
También es el actor que más veces interpretó al personaje, nada menos que diez veces, y aunque la calidad de los films varía, él se mantiene firme mezclando la seducción con el real terror.
Veamos, la primera vez que se calzó la capa con cuellito fue en 1958 para la mítica Drácula (Horror of Dracula) de Terence Fisher en donde podemos ver la eterna lucha entre Lee y Peter Cushing como Van Helsing. Ya en esta primera incursión la Hammer y Fisher se encargaron de mostrarnos qué estaba por venir, casi exploitation antes de tiempo, cine de los ’60 dos años antes, mucho color, gótico, suspenso y tetas, cantidad de mujeres de talla grande y escotes generosos.
A esta obra maestra le seguiría, casi diez años después Drácula, el Príncipe de la Tinieblas (Dracula, Prince of Darkness, 1966) otra vez bajo el mando de Fisher quien ya se había encargado de explotar la franquicia pero por otras ramificaciones como Brides of Dracula (1960). A esta se la conoce como el Drácula mudo, Lee aparece bastante poco y no pronuncia una sola línea de diálogo, las hipótesis del por qué son varias, pero lo cierto es que por más que la critiquen esta “secuela” se la banca manteniendo algo de la original.
Ya sin Fisher y Freddie Francis en su lugar llegaría dos años después Drácula regresa de la tumba (Dracula has risen fron the grave, 1968), y todavía nos mantenemos en una postura gloriosa, por lejos es la más tremenda y de explotación con un argumento que vira hacia el delirio.
1970 fue un año movidito para el actor, no interpretó a Drácula una, ni dos, ni tres veces, se despacho con cuatro films de este personaje en un mismo año, como para que nos empacháramos. La Hammer lo llamó para Prueba la sangre de Drácula o El poder de la sangre de Drácula como también se la conoció (Taste the Blood of Dracula) y Las cicatrices de Drácula (Scars of Dracula) con dirección de Peter Sasdy y Roy Ward Baker respectivamente, aunque poco se nota en medio del delirio sin vueltas en que ambas están inmersas. También aparecería sin acreditar en One more time como un cameo junto al Frankenstein de Cushing en medio de una insufrible comedia de Sammy Davis Jr.. Y me guardo lo mejor para el final, nadie sabe cómo terminó ahí pero Christopher  Lee estuvo en El Conde Drácula del inefable y adorado (sí, algunos lo queremos) Jess Franco, y no, no es una de sus películas porno.
La Hammer no se cansaba y se les ocurrió la ¿brillante? Idea de llevar al personaje a la actualidad, así vimos Drácula 73 (Dracula 1972 A.D.) de Alan Gibson cuyo único mérito es haber puesto nuevamente a Peter Cushing como Van Helsing y la aparición del loco de Alucard, quien revive al Drácula pulenta de Lee. Y Como la productora ya estaba media necesitada de dinero, no se esperaron más de un año para continuar con el chiste en Los ritos satánicos de Drácula (The satanic Rites of Dracula, 1973), otra vez en el presente y con Cushing como un heredero del Van Helsing original, más sangrienta y de terror contemporáneo, pero con poquísima gracia otra vez debido al insulso trabajo de Gibson detrás de cámara (¿hace falta decir que se filmaron las dos juntas?).
Cuando la Hammer dejó de molestar al personaje, el lungo insistiría una vez en otra comedia olvidada, Drácula e hijo (Dracula père et fils, 1976) del francés Edouard Molinari hecha para el mercado europeo y que rara vez se la pudo ver en estas tierras.
En fin, Christopher se calzó la dentadura con colmillos diez veces, no podíamos esperar que siempre corra con buena suerte, igualmente marcó una impronta en cada una de ellas. No por nada sus fanáticos están haciendo campaña ahora para el Oscar honorífico.



5- Frank Langella:



Sí el pariente de la Señorita Lee fue el vampiro con más sexo saliéndole por los poros, este maestro subvalorado es el Drácula más romántico de todos; no me vengan con Gary Oldman (ya va a tener su turno acá abajo), la composición de Langella realmente sufría por amor y lo único que quería era conseguir una novia... claro que también tenía que comer y le gusta mucho lo que corre por las venas.
El multiuso John Badham giró una vez más su estilo cinematográfico para adaptar en 1979 una versión si se quiere mainstream de la novela de Stoker, y para el papel principal convocó al actor que ya lo había interpretado dos veces en teatro, bajo el clásico título Drácula.
Langella es capaz de hacer de Skeletor, de Nixon, de darle la voz a Archer, o regalarle una caja de sorpresas a Cameron Diaz (algo malo tuvo que hacer en su carrera), y ninguno de sus roles se parece al otro. Su Drácula tiene la seducción y el porte del Conde de la Hammer, pero sus intenciones eran más nobles, si hasta da pena llamarlo Príncipe de las tinieblas, él solo quiere amar.
Badham se encargó de darle un estilo visual más propio a un drama romántico con momentos de reflexión incluidos. La historia, bastante fiel a la novela y por ende al posterior film de Coppola, busca meterse en los sentimientos del personaje, bucear en sus razones, y entender por qué las mujeres, y en especial Mina, caen a sus pies.
Langella, en un estilo muy galan de telenovela, fue rodeado por Laurence Olivier como Van Helksing y acompañado por Donald Pleasence y Jan Francis como Mina. Especial para las mujeres que buscan una linda romántica, pero quieren ver un cadáver aquí y allá.



6- Gary Oldman:



Mátenme, clávenme una estaca en el corazón, por si todavía no se dieron cuenta, a mi gusto esta versión de la historia, y sobre todo del personaje, está un poco sobrevalorada. Francis Ford Coppola es un gran director, eso está fuera de discusión, a pesar de tener una carrera con altibajos de obras maestras y títulos olvidables, pero su film de 1992 Drácula, el amor nunca muere (Dracula, Loves Never Dies) ya arrancó grandilocuente al proponerse como “la versión definitiva”.
El argumento intenta ser fiel al original escrito, y aunque faltan algunas cosas, le damos la derecha en esa, es la más fiel sobre todo por contar los orígenes de Vlad. El tema es personal, no sé que me ocurre con esta película, rara vez puedo verla entera, la vi en su momento, tengo el DVD el cual insistí en reproducir varias veces, y no, siempre me quedo dormido y termino completándola en tres o cuatro veces, me aburre, y la verdad es que no sé por qué.
Con una excelente puesta en escena y cuidado detalle gótico con toques de modernismo, el Drácula o Vlad de Oldman empieza siendo un viejo muy parecido a Jessica Tandy con una toca, para luego rejuvenecerse y aparecer como un loco lindo con galera, bigotitos, pelo ruloso y unos lentes de sol a la John Lennon, un muchacho excéntrico.
El groso de Gary (al que admiro mucho por otros papeles) cumple en otorgar una cuota de dramatismo altísimo, y la verdad es que la sensación es la de estar viendo un clásico. Drácula otra vez sufre, pena, y no puede entender que vivir su gran amor condenaría a la otra parte a un sufrimiento tan grande como el de él.
Pocas escenas de terror, mucho gótico artístico, y una historia digna de cualquiera de las hermanas Bronté ayudan a que Oldman no solo enamore a Mina (una Winona Ryder tetona y raramente parecida a Salma Hayek) y Lucy (Sadie Fros) sino a todas las espectadoras, sin dudarlo un galán noventoso.



7- Los Dráculas argentinos:



Más allá del personaje operístico creado por Pepe Cibrian Campoy para el reconocido musical de 1991 (cuyas interpretaciones recayeron a lo largo de varias temporadas en Juán Rodó, Hernan Kuttel, y Diego Duarte Conde), Drácula tuvo muchas veces rostros argentinos, tanto en cine como en televisión, y en los géneros más variados.
Después de algunas versiones teatrales, la primera aparición del Drácula “de la Pampas” llegaría en 1968 cuando Canal 13 emitió Hay que matar a Drácula, una versión cuasi teatral dirigida por Alberto Rinaldi, y lo de teatral se entiende, sus interpretes ya habían repetido sus roles en diferentes puestas, el gran Narciso (de quien ya nos ocuparemos en unas líneas) como Van Helsing y Gianni Lunadei como el Conde, lamentablemente no quedan registros de este trabajo.
Como les decía antes, el genio de Ibañez Menta se quedó con la sangre en el ojo, y dos años después, en 1970, él mismo haría de Drácula en la mini-serie Otra vez Drácula emitida por canal 9, y de cual, como siempre, Narciso se hizo cargo de todo. El argumento era bien distinto... a todo. Una mezcla del Conde con El Fantasma de la Ópera, el Conde viviendo tras los bastidores de un teatro y cargándose a los actores de una próxima obra inspirada en él, impresionante. En 1973, y ya en España, retomaría el personaje pero en un rol secundario para La saga de los Drácula más centrada en sus herederos y sus “novias”.
En 1974, Adolfo García Grau divertiría a ¿alguien? Como el Conde contrafigura del maletero marplatense de Jorge Porcel en Los vampiros los prefieren gorditos, y bueno, la criticamos, pero esta película de Hugo Sofovich no me canso de verla los fines de semana por Canal 13... o en VHS... o en DVD...
Para 1976 se estrenó Tiempos duros para Drácula, co-producción española argentina, con el español José Linfante como el de la capa, y un elenco mixto de varios países hispano parlantes; lo mismo sucedió un año después con El pobrecito Draculín, una producción española pero con protagonista argentino, Joe Rigoli... igual las agrego por las dudas.








Por último dos trabajos televisivos que hay que ver para creer, el Drácula de la miniserie homónima de Diego Kaplan interpretado por Carlos Calvo (y luego por los desgraciados sucesos conocidos y a los que por respeto no haré mención reemplazado por un Lorenzo Quinteros muy maquillado) y aquel que en 2004 interpretó Gerardo Romano para las Historias de terror de Canal 7 a cargo de Alexis Puig; sé que es un lugar común pegarles, reirse de ellas, pero hay que rescatar el espíritu de obras de culto, no pueden negar que las dos son bien bizarras como mínimo.












Mención Especial: Nosferatu













Como para ir terminando el asunto por acá, todos sabemos (o deberíamos) que existe otro personaje que algunos consideran el mismísimo Drácula, y otros una adaptación lejana del original de Bram Stoker pero con muchas diferencias respecto del personaje principal. Drácula o no, cierto es que las similitudes existen así como que los personajes a primer vista son muy distintos.
En 1922 F.W. Morneau  realizó Nosferatu (Nosferatu, eine Symphonie des Grauens) con el excéntrico Max Schreck como el Conde Orlok, habitante de Transilvania, vampiro, y deseoso de mujeres; pero más cercano a un monstruo, sin el magnetismo seductor que luego le conoceríamos, encorvado, pálido, con colmillos enormes, dedos larguísimos, calvo y de orejas punteagudas como de gnomo, y en medio de un film más expresionista que Gótico como marcaba la época. Además, el argumento de este clásico del cine mudo tiene mucha diferencias, algunas más ligadas con las leyendas clásicas de vampirismo nórdico que con la novela de Stoker, como el modo de asesinar y el modo de exterminarlo.
En 1979, el loco lindo de Werner Herzog hizo su versión de ambas cosas trayendo más confusión, Nosferatu (Nosferatu: Phantom der Natch) caracterizando al aún más excéntrico – de algún modo hay que llamarlo – Klaus Kinski como el Orlok de Schreck pero llamándolo Drácula; y acá sí, Herzog y Kinski nos dejan bien en claro que Orlok/Drácula es un monstruo horrible no solo física sino psíquicamente, depravado, violador, asesino, pero también torturado interiormente. Vale decir que esta película tuvo una pseudo secuela, Nosferatu en Venecia (Nosferatu a Venecia, 1988) en producción italiana clase B que solo mantenía al demente de Kinski como aquel Drácula pero que físicamente no se le parece en absoluto, una especia de zombie glam rock, o hermano moribundo de Ziggy Stardust como para tener una idea.
Por último, Willem Dafoe compuso a Max Schreck haciendo de Orlok que en verdad es un vampiro encubierto en el set, en la interesante obra de E. Elias Merhige La sombra del vampiro (Shadow of the vampire, 2000) que habla más del mundo del cine mudo y de la locura expresionista y detallista de Morneau (John  Malkovich) que de Orlok en sí, en realidad un Schreck que no podía contener sus ansias de chuparse a sus co-protagonistas, algo que le sucede a más de un actor.












Terminando estos son las caras más conocidas y reconocibles que el Conde de Transilvania tuvo en la pantalla, y como ven hay para todos los gustos. Drácula parece no ser un solo personaje, cada autor lo interpreta a su manera, y así ganamos todos. Como aclaré son solo un par de las muchísimas caracterizaciones, algunas de las cuales las vamos a ir agregando en nuestra página de Facebook, acompáñennos para ir palpitando juntos el estreno este jueves de una nueva versión de este ser tan vil, seductor,  y monstruoso como inagotable... la sangre está servida.
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sábado, 10 de agosto de 2013

Lo que vendrá: Los elegidos

¿Por qué será que los extraterrestres se empecinan con las típicas e inocentes familias norteamericanas? Este debería ser el planteo detrás de Los elegidos (Dark Skies, 2013), nuevo exponente del remanido tema de las invasiones alienígenas en plan película de terror.



Al director Scott Stewart por ahí lo tengan de esas dos odas al tacho de basura que fueron Legión de Ángeles y Priest (por favor no confundir con el logradísimo drama de Atonia Bird) cuyo único mérito es habernos hecho dar cuenta que Paul Bettany no era tan buen actor como parecía.
Ahora parece que Stewart aflojó un poco con el CGI y las divinidades eclesiásticas que empuñan armas para contar un relato más clásico.
El tema es así, luego de unas primeras tomas que rompen el record de banderas yanquis por segundo en una escena, nos metemos en la vida de los Barret, un típico matrimonio de suburbio con dos hijos varones y todo el porvenir por delante... o casi, papá Daniel (Josh Hamilton) perdió el trabajo y conseguir otro no parece fácil. Igual para tener apoyo existe su esposa Lacy (Keri Russell), una agente de bienes raíces más preocupa por el negocio inmobiliario que por su marido.
Todo transcurre amablemente hasta que empiezan los sucesos paranormales, un tremendo desorden en la cocina, sueños extrañamente vívidos, marcas como sanguijuelas en el estómago del nene, una suerte de posesión y entrada en trance por parte del mayor, en fin, lo típico.
Poco a poco los Barret van a ir pasando del escepticismo a la desesperación, y los hechos extraños van a ir en aumento.



El horror va a apoderándose de cada uno de ellos y es ahí cuando entra en escena un J.K.Simmons más parecido a un residente del centro de jubilados que al sarcástico J.J.Jameson de Spiderman. Esta ¿gloria? del cine interpreta a un experto en OVNIS al que el mundo no quiere escuchar y va a ayudar a la familia a entender qué es lo que ocurre. Más aún cuando descubran unas marcas corporales similares a los famosos e “inexplicables” círculos en el campo que ya vimos, por ejemplo, en Señales.
Si vienen leyendo ya se habrán dado cuenta que Los elegidos no descubrió la pólvora, tampoco esperen algún giro o hecho sorprendente, simplemente es un film que entretiene. Eso hay que reconocerlo, la duración pasa rapidito, hay algún susto para el que no esté muy atento o se relaje (los típicos golpes de efecto que nunca se entienden bien pero nos sobresaltan con el volumen alto).
Stewart, que además se hace cargo del guión, mezcla los alienígenas con las posesiones como de casa embrujada, y por momentos parecemos estar viendo un conjunto de ambas cosas, quizás eso la haga un poco más llamativa. Lo cierto es que estamos lejos, lejísimos de un film gráfico, todo se insinúa y se presiente... y es mejor porque cuando los del espacio exterior asomen se va a notar que falta el mango.



Josh Hamilton es de esas caras que nos suenan familiares de millones de secundarios y acá cumple al sufrir más por su insípida esposa que por los hechos extraños que le ocurren. A Keri Russell la pueden tener de la serie Felicity (sí, la que cancelaron porque ella se corto el pelo) y de miles de intentos infructuosos de trascender en el cine como Cuentos que no son cuento, Misión:Imposible 3, y August Rush; Keri es linda (bastante avegentada eso sí), algo simpática, pero lamentablemente tiene en pantalla las mismas propiedades que el agua, y el personaje ciertamente no la ayuda.
Sucesos paranormales, extraterrestres, cosas que no vemos pero que se sienten, más sueños que realidades, explicaciones que cierran apenas, y una historia entretenida y que en un punto atrapa, o por lo menos interesa, al espectador; no se le puede pedir más a un producto promedio.



La conclusión de por qué los extraterrestres se la agarran con las familias ejemplares del país del norte va a quedar para otro momento, quizás hasta que llegue otro film como este, que los hay y varios.
En fin, si les interesan los aliens jodidos porque sí, las familias que sufren, y los golpes de efecto que hacen que saltemos de la butaca, Los elegidos llega a nuestras salas en octubre, vayan preparándose desde ahora con algún documental de esos con “recreaciones falsas” que pasan en el cable, son más o menos lo mismo.



SI LES INTERESAN CONOCER DE OTROS FILMS SOBRE “ACECHOS EXTRATERRESTRES” PASEN POR LA PÁGINA DE FACEBOOK Y SIÉNTANSE A GUSTO.
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jueves, 8 de agosto de 2013

Cine en Lista: Superhéroes alternativos, los desconocidos de siempre

No puedo dejar de ver cine se ha caracterizado por ser un sitio bondadoso y solidario que siempre se acuerda de los menospreciados, aquellos que hacen el bien sin tener reconocimiento alguno, seres que nos enseñan que dentro de cada uno de nosotros hay un superhéroe escondido y desconocido; paro ellos mi mensaje es...
Bueno ya, hablando en serio, el cine de superhéroes se convirtió en una sólida vertiente dentro del género de aventuras. El éxito llegó de la mano de las grandes “editoriales comiqueras” que decidieron tomar el mando y trasladar ellas mismas sus historias del papel a la gran pantalla.
Pero también están los otros, los personajes que no tuvieron la suerte de ver sus orígenes en una viñeta, los que directamente nacieron dentro de la pantalla y son pura creación de guión. Algunos hicieron el camino inverso y luego del cine tuvieron sus historietas, otros mordieron el polvo, pero todos fueron tan excluidos de las mieles de la fortuna como para formar este subjetivo listado de Superhéroes Alternativos; pasen y vean:

1 – Meteor Man



Jefferson Reed es maestro de escuela primaria en un barrio muy peligroso de Washington; toda la comunidad está a la merced de una pandilla (algo estúpida ciertamente) llamada “Los amos dorados” que gusta de robar, molestar, y por que no, toquetear mujeres. Un buen día nuestro noble ciudadano (que además es un excelente padre de familia) se inmiscuye donde no debe, intenta salvar a una mujer de las garras de los malvados, y huyendo él mismo cae en un basurero en donde es impactado por un meteorito verde (o una roca de plástico con una luz verde interna, ya saben cómo es esto). Al principio Jefferson queda bastante demacrado, que una fractura de columna, que quemaduras por todos lados, hasta entra en coma; pero no sería una película de aventuras fantásticas si de golpe no se recuperaría milagrosamente y descubriera que tiene otros poderes espectaculares (además de curarse rápidamente, por supuesto), rayos-x, fuerza, tolerancia al dolor, bah lo típico. En menos de lo que podemos decir Biiirrrrdman nuestro héroe se calza un traje (con mucha gomaespuma) y sale a patear los traseros de los Amos Dorados, eso sí, a la tardecita tiene que estar libre para enseñar en la escuela.
El cómico de stan-up Robert Townsed dirigió, escribió y protagonizó esta película llamada Meteor Man (1993) y claramente las pretensiones son las de realizar una parodia familiar de películas que comúnmente parecen dominadas por los “blancos”. Aún así, las escenas de aventuras se la bancan bastante, y a pesar de notarse un presupuesto bajo entretiene. Townsed utiliza músculos falsos en el traje y supuestamente deberíamos reírnos de ello. Por suerte, al (por estos lares) ignoto protagonista lo acompaña un cast de lujo que incluye a Bill Cosby, James Earl Jones, Eddie Griffith, y Don Cheadle. Si les interesa, Cinecanal o The Film Zone la suelen dar seguido los fines de semana por la mañana; aunque sea para apreciar la banda sonora con  canciones especiales de Michael Jackson
Aunque Meteor Man no tuvo un gran éxito ni repercusión, Marvel se decidió a realizar una serie limitada de 6 comics con el personaje haciendo de las suyas... comics extrañamente más serios que la película.



2- Condorman



En 1981, durante la gran crisis creativa y taquillera de Walt Disney Studio, la productora se decidió por realizar una película que, a pesar de notársele los hilos por todos lados y contar con el presupuesto del vuelto del almacen, realmente es muy entretenida.
Ambientada en los años de la post-guerra, Condorman es la historia de Woody Wilkins (Michael Crawford) un escritor e ilustrador de historietas obsesionado con el personaje que creo (el del título del film) y que ninguna editorial parece aprobar. Loco y aventurero como es ¿?, Woody se confecciona un atuendo de Condorman a su medida y para demostrar que sirve se arroja de la Torre Eiffel nomás para probarlo (y no, no es muy avispado). Entusiasmado con el asunto (aunque la prueba falla), Woody le propone a un amigo suyo, agente de la CIA intercambiar los roles, y ahí nomás se va a Estambul por una misión heroica. Ni bien llega al lugar se cruza con Natalia (Bárbara Carrera) una agente doble que dice pertenecer a la CIA haciéndose pasar por rusa, pero en  verdad es de la KGB; Woody utiliza el nombre en código de su personaje, y cuando después de muchas vueltas Natalia es traicionada y se da cuenta de quienes son los buenos, el muchacho le crea a ella misma un alter ego llamado Láser Lady, y ahí sí, cuídense facinerosos rusos, Condorman y Láser Lady les van a enseñar lo que es bueno.
El delirante argumento está muuuy lejanamente basado en la novela The X Games de Robert Sheckley, pero esta era una mediocre historia de espionaje de las que abundaban en la época (es más, se la consigue en las excepcionales revistas coleccionables de Bruguera, El Club del Misterio); los personajes de superhéroes son pura creación del film, y son por lejos lo que la salvan de un estrepitoso fallido.
Charles Jarrott dirigió una película en la que parece que todo el presupuesto se fue en las locaciones europeas; todo el resto suena a risible, desde las actuaciones de Crawford y Carrera, los terribles FX, y ni hablar del vestuario, tanto de época como el sinsentido atuendo de los héroes. Sin embargo, la película es muy querible, y como una aventura inocente (obviemos el típico mensaje anti-comunista) en donde un simple loco lindo se hace superhéroe para salvar al mundo es realmente divertida. Sí, no tuvieron la delicadeza de ocultar los arneses, de pulir los bordes para que no se noten las imágenes superpuestas (parece El Chapulín Colorado en ese sentido), y Woody y Natalia no parecieran poder pegarle a nadie; pero qué importa,  a mi me gusta, y las tardes de Canal 11 – en donde la promocionaban con Paint de Roxette como banda sonora –  sin ella ya no son lo mismo.
La película fue bastardeada por crítica y público, por eso es que la Disney luego no quizo hacerse cargo y vendió sus derechos, lo que la hace algo difícil de conseguir en original hoy día. Para promocionar el film, Whitman Comics lanzó oportunamente una serie limitada con los personajes, pero poco se conocen de ellos.
Ah, me olvidaba, la excelente banda sonora – real, no la que le inventaba el Canal 11 – de Henry Mancini lo salva todo.



3 – El Vengador Tóxico



Bueh, si te gusta aunque sea un poco el cine Clase B/Z tenés que conocerla, es un clásico.
Michael Herz y Lloyd Kauffman dirigieron (con guión del último) esta joya titulada El Vengador Tóxico (The Toxic Avenger, 1984) protagonizada por Mark Torgl en el rol de Melvin, un tarambana que es empleado de limpieza en un gimnasio en la ciudad de Tromaville – haciendo claro y directo honor a la productora de este film, la mítica Troma Films - . Como todo nerd, es acosado por unos pibes (que no son mucho más inteligentes que el) que van al gimnasio, lo molestan, lo torturan, y al igual que pasaba en Meteorman, huyendo cae desde la ventana en un barril con ácido y desechos tóxicos, que lejos de matarlo lo deforman terriblemente pero a su vez le otorgan todo tipo de poderes como fuerza sobrehumana y toxicidad – o resistencia a la misma – claro. El Vengador Tóxico (interpretado en su faceta “heroica” por Mitchell Cohen) se convierte en el héroe de la putrefacta Tromaville y no solo se venga de sus palurdos agresores sino que se empadrona como defensor de toda causa justa, no sin antes irse a un par de juergas.
A diferencia del resto el héroe de la Troma disfrutó del dulce éxito (por lo menos en cuanto a cine bizarro se refiere) con su mezcla de comedia, acción muy sangrienta – que también tiene mucho de comedia –, y algo de sexo – que también tiene mucho de comedia –. Tal es así que sus aventuras se ramificaron a límites insospechados; a la original de 1984 le siguieron tres secuelas, una muy posible remake – que hasta barajó el nombre de Arnold Schwarzennegger en algún rol pero no –, comics, merchandising de cualquier estupidez relacionada con las películas, y hasta un spin-off en serie animada los Toxic Crusaders que acá llegó a emitir Canal 2 y tuvieron su respectiva línea de muñecos y videojuegos en 8 y 16 bits... y sí, tengo que confesarlo, tuve todo eso en mis manos.



4- Súper




¿Vos te creías que los de Kick-Ass eran los únicos superhéroes sin habilidad especial alguna? Por lo menos en el cine James Gunn le ganó de mano.  Me refiero a Súper (2010), una comedia totalmente clase B que parodia simultáneamente al mundo de los superhéroes como al American Way of Life.
El protagonista es Frank Darbo (Rainn Wilson, el de The Office) que entra en catarsis cuando su esposa (Liv Tyler) lo deja por un Kevin Bacon narcotraficante. Convencido en su retorcida mente de que fue secuestrada y al no recibir ayuda policial él mismo creará su alter ego Crimson Bolt para “rescatar” a la estúpida de la mujer y salvar a la ciudad del crimen organizado, todo esto enfundado en un traje rojo cuasi Flash y una llave francesa. Vale decir que a Crimson le saldrá una co-equiper en la comiquera Boltie interpretada por Ellen Page, a lo que hay que sumar roles para el groso de Michael Rooker, Nathan Fillion y Linda Cardelini entre otros cameos.
Súper pasó sin pena ni gloria pero es altamente disfrutable, Gunn (el capo detrás de Slither y el guión de Dawn of the Dead) le imprime lo que mejor le sale, hiper paródica, muchísima violencia sin miramientos (ojo que el cable la da con tijeretas), y referencias a lo mejor del cine y el comic. Un disfrute pleno podríamos decir que lamentablemente quedó opacada por la similitud (para mi esta es ampliamente superior) y cercanía con la peli de Matthew Vaughn... claro, el hecho de que cuente con una décima de su presupuesto y publicidad también influyó.



5- Black Scorpion




Cerramos este arbitrario listado con el turno de las féminas, y también de Roger Corman.
Black Scorpion (1995) es un telefilm que acá pudimos disfrutar tanto en el USA Network como en el directo a VHS, con una estética que mezcla el comic oscuro, el cyber-punk, y un estilo de comedia psicodélica muy Corman (aunque nunca sabemos si esto es intencional o no). La protagonista es Joan Severance (?) en la piel de Darcy Walker una policía que, como aparentemente tiene un  pasado medio jodido (bah, la mataron al padre que también era policía) y mucho tiempo libre por las noches, al caer la Luna se calza un traje cuereado y sale a hacer lo mismo que hace durante el día pero con más onda y al margen de la ley, se supone. La cosa es que la chica esta anda por las noches con una mallita, medias de red y una máscara más fea que la de Gatúbela por Halle Berry y se mete con tipos muy jodidos como un científico bastante ganso que al igual que la escorpiona como no tiene nada mejor que hacer se le ocurre intoxicar todo el oxígeno de la ciudad.
Hay hi-tech a la Roger Corman, un Scorpion-movil que hay que ver para creer, y un ayudante que es más inexplicable que la heroína... pero repetimos es Roger Corman vía New Concorde y por eso la bancamos.
Pese a que tuvo cero éxito, ya sabemos que al Roger no le importa y por eso hubo muñequitos, unos comics digitales (porque ya gastar tinta en esto es demasiado), una secuela, una serie de TV – que también se vio por acá en las tardes dominicales de Canal 9 – , otro telefilm presentación de la serie, y otra secuela más como para redondear el no negocio.



Son cinco y solo cinco, totalmente antojadizas porque hay muchísimos más superhéroes puramente cinematográficos, y hasta más conocidos, pero los que entraron en la lista, por marginados, por simpáticos, y básicamente porque sí, son estos. Ahora ustedes piensen en el resto y si tienen ganas me los dicen por algún contacto. Mientras tanto me voy a seguir cosiendo un rato más el traje de lycra en la Singer y buscando algún arma en la caja de herramientas, el deber cívico me convoca.
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