sábado, 27 de octubre de 2012

ÓPERAS PRIMAS: Ultraje al Amanecer


No todos tienen la suerte de iniciar su carrera como director con un film trascendental, lo que sería comenzar con el pie derecho; con tan sólo una película ya hacerse un lugar entre los remarcados de un género. Con Wes Craven fue así, en 1972 estrenó Ultraje al Amanecer (The Last House on the Left) y todas las miradas atentas al terror se posaron en este novel director.



Antes de contar de qué viene la mano (para quienes no la vieron) vamos a aclarar algunos tantos. Es sabido, el género del terror, y en especial los slashers films representan las ideas más conservadoras de la sociedad. El temor a lo desconocido, a lo extraño, la sensación de ser acechado; y además ser inocentes víctimas de desquiciados que sólo tienen en mente el hacer daño por el puro placer morboso. Ante estas situaciones cualquier actitud de parte de las potenciales víctimas está avalada, es un acto de defensa propia frente al peligro inminente... y ya se sabe qué es lo que les pasa en estas películas a los personajes que hacen un parate y reflexionan; no cuentan el cuento. Es fácil decirlo (casi) todas estas películas hacen una justa reivindicación de la justicia por mano propia, de la venganza; y en ese punto, La última casa a la izquierda (como se la conoce hoy día) es uno de los ejemplos más claros de esta “teoría”, o no, todo lo contrario, según lo queramos ver, tal es la polémica que desató la ópera prima del director de La Serpiente y el Arco Iris y Shocker, veamos.



Mari y Phyllis son dos adolescentes amigas de familias bien formadas. Para celebrar el cumpleaños de la primera deciden ir a un concierto de rock (pese a la oposición férrea de los padres) y encima en el camino se deciden a comprar algo de marihuana... y otra cosa que siempre se nos enseña en estas película es qué consecuencias trae el descarriarse. En busca de alguien que les venda uno porros se cruzan con Junior, un joven algo extraño, pero bueno, les va a dar la hierba. Este las lleva a su casa y una vez que llegan allí, aún para sorpresa de Junior, los esperan el resto de su “familia”; Krug (el padre del muchacho), Sadie (novia de Krug), y Weasel otro miembro de la banda criminal que acaba de fugarse de prisión. Entre los cuatro maniatan a las adolescentes y violan a Phyllis. Más tarde las encierran en el baúl del auto y planean fugarse del Estado, pero el vehículo se avería y ambas chicas serán llevadas a un bosque donde serán nuevamente violadas, Phyllis será apuñalada y cuando Mari intente escapar por el lago también será asesinada de un tiro.
Ahí se habría terminado la película con sabor amargo, aunque no sería la primera vez. Pero no, Craven, que también oficia como guionista, tiene otra vuelta de tuerca. El cuarteto de delincuentes se dirige a la casa más cercana a pasar la noche y continuar con su desmán, pero justamente esa casa es la de Estelle y John, los padres de Mari. En un primer momento, los padres (que buscaban a su hija desaparecida, obviamente) dan asilo a los cuatro en su casa; pero cuando en un descuido se enteren de la muerte de su hija en manos de los huéspedes planearán una venganza. Estelle se llevará a Weasel al bosque con la excusa de sexo oral pero una vez en el acto le arranca el pene a mordiscones. Mientras tanto, Junior se suicida persuadido y John caza una motosierra y descuartiza a Krug. Por último Estelle degüella a Sadie, y fin del cuento de hadas.





Ante semejante argumento, Ultraje al amanecer causó tanta aceptación por parte de los amantes del género como rechazo por su ideología, similar en ese sentido a Escupiré sobre tu tumba, pero ahí se acaban las comparaciones con ese films de resultados apenas modestos.
En primer lugar, Craven toma la posta del “crimen y castigo” como un puntapié, y los más observadores podrán apreciar cierta idea de que lo sicótico está en todos nosotros. Las víctimas son las dos chicas que sólo querían liberarse y descontrolarse un poco, pero después tanto la banda criminal como los padres son mostrados con una ferocidad terrible, inusitada, sin contemplación; casi al punto de apiadarnos de los cuatro loquitos que tan mal nos caían antes. El planteo que podría hacerse es si la tragedia, inmediata o no, puede llevarnos a actuar igual que los delincuentes; el final, adelanto, es abierto. Pero bueno, en definitiva es una película de terror, y los que gusten del género la disfrutarán sin analizarla demasiado.



El manejo del suspenso, la tensión, y los golpes de efectos llegan casi al nivel de perfección; al igual que el manejo de un presupuesto bajo. Si bien el corte original del film es muy fuerte, gráfico, de un gore extremo; aunque veamos una copia censurada el miedo va a estar presente, y es que lo mejor del film no está en su salvajismo. Podríamos decir que es eso lo que diferencia a un buen director de un simple carnicero (que los hay varios, como el que se encargó de la remake), saber crear un clima, ir en un in crescendo hasta llegar al horror, introducirnos totalmente en la historia y hasta sufrir junto con los protagonistas. A la larga, es esto lo que hará que un film se convierta en clásico.



Luego de este inicio cargado de violencia gráfica, Craven iría bajando los decibeles en cuanto a la carne roja expuesta en pantalla (esta bien, el próximo Las Colinas tienen ojos es casi tan fuerte como este), quedando como punto fuerte la creación de climas tensos, de momentos realmente espantosos. No por nada Ultraje al amanecer es considerada tan valiosa hoy día, para los amantes del género es un título ineludible, y a quienes disfruten del cine en general es una invitación para conocer a un verdadero artesano en la creación del suspenso.


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