Como buen oportunista que soy, debido al estreno esta semana
de Batman: El Caballero de la noche
asciende (The Dark Night Rises, 2012),
me pareció un buen momento para inaugurar esta sección de secuelas que nunca se
tendrían que haber llevado a cabo con uno de los títulos más emblemáticos de la
historia del cine, en cuanto a eso se refiere, Batman & Robin (1997)
Por si alguno no la conoce, esta película dirigida por Joel
Schumacher (El Cliente, Ocho milímetros)
puede ser considerada bien la cuarta entrega de la saga iniciada con Batman (1989), y continuada por Batman Vuelve (Batman Returns, 1992) – ambas de Tim Burton – y Batman Eternamente (Batman Forever, 1995); o bien la segunda parte de esta última, ya
que ambas comparten director y por ende estética (bien diferente a la Burton ). La cosa es que sea
como sea, el resultado está mal.
Veamos un poco del “argumento” (porque de algún modo hay que
llamarlo). La cosa empieza con el robo de unas joyas (obviamos la escena
inicial porque merece párrafo aparte), unos malandrines entran a una bóveda y
congelan todo, de golpe entra el Capitán Frio dispuesto a llevarse las joyas,
en especial un gran diamante. En eso hace la aparición el dúo dinámico (el del
título por ni son avispados) y para intentar frenar el robo arman un partido de
hockey sobre hielo con el diamante como disco/pelota ¿?, bueno ese es el tono
general de la película.
Resulta que el Capitán Frío (Arnold Schwarzenegger) necesita
de esos diamantes para mantenerse con vida y para continuar con la investigación
de una cura para su enfermedad que se encuentra en un estado de criogenización (o
más bien está en un frasco de formol gigante cual rana de laboratorio escolar)
a la que la indujo su esposo hasta curarle una enfermedad mortal. Pasa que el científico
sufrió un accidente en el medio de una investigación y ahora tiene que convivir
en ambientes congelados, por eso lo de Capitán Frío.
Por otro lado, está Hiedra Venenosa (Uma Thurman), una
ayudante de un científico codicioso que adora la naturaleza, y por eso se opone
a la investigación que su jefe lleva a cabo para la Wayne Corp. Bueno, tiene un
accidente, mata a su jefe, un sinfín de feromonas naturales entran en su cuerpo
y con la ayuda de otro ser alterado genéticamente (Bane) va a enfrentarse a
Bruce Wayne (alias Batman) y de paso robarse algunas joyas (porque adora a las
plantas pero también los collares y aros). El arma que utilizará serán sus
propias feromonas que al soplarlas ¿? Enamorará a todos los hombres, por lo que
enfrentará al propio Batman con su aprendíz Robin en la luchas más estúpida jamás
vista.
Por suerte, Batman y Robin no van a estar solos esta vez, a
la mansión llega la sobrina de Alfred el mayordomo ¡¡¡¡!!!! Preocupada por la
enfermedad de su tío (que casualidad la misma que la de la esposa del Capitán
Frío); prontito va a descubrir la baticueva y se va a diseñar un traje para ser
Batichica… bueno, no tan prontito, es casi al final, menos mal.
Pero el argumento (o la falta de él) no es único problema de
Batman & Robin, en realidad es
el menor de los problemas. El pifie mayor está en todo lo que la rodea. La película
pareciera todo el tiempo buscar deliberadamente el ridículo, ya sea desde
escenas increíbles (no precisamente por lo fantástico), diálogos estupidísimos,
y una puesta escena que va de lo incoherente a lo simplemente berreta.
Para decir la verdad, a esta altura tengo que hacer una
aclaración, siempre tuve mi “corazoncito” para Batman & Robin, los que vienen leyendo mis reseñas ya se habrán
dado cuenta de mi afición que yo llamo “tan malo que es bueno”, como que una acumulación
de ítems muy muy horribles hacen que se termina transformado en, digamos, una
buena comedia. Además, los que me conocen saben que no me gusta el nuevo
Batman, el de Christopher Nolan, es por eso que a esta película de Schumacher
siempre la tengo en consideración.
La película deja todo el tiempo una sensación de querer “imitar”
cierto estilo del Batman de Adam West, el de la serie de los ’60, mi preferido
lejos, pero aún así se queda lejos lejísimos del original.
Veamos algunos ejemplo: las ridiculeces no se reducen solo
al partido de hockey y a la pelea estúpida entre Batman y Robin por el “amor”
de Hiedra Venenosa; por ejemplo, en el medio de una fiesta para recaudar fondos
Hiedra hace su presentación en sociedad… enfundada en un traje de gorila rosa!!!!!.
en la misma escena Batman hace uso de una Bati tarjeta de crédito!!!!!. Mas
tarde, para interrumpir el efecto del poder “hechizante” de la pelirroja, Robin
se pone un film adherente en los labios que lo hace parecer tener los labios
pintados. En otro momento, Robin y Batichica tienen una carrera de motos con un
grupo de pseudo-punks que oscilan entre estereotipados e idiotas, etc.
Y acá llegamos a la escena inicial, luego de los créditos en
un rojo furioso, pasamos a unas tomas parcializadas de los cuerpos de Batman y
de Robin con una aparente sensualidad entre ridícula, inexplicable, graciosa, u
homoerótica. Así asistimos a las piernas de Batman, las piernas de Robin, el
culo de Batman, el culo de Robin, la entrepierna de Batman!!!!, la entrepierna
de Robin!!!, el pecho (con pezones!!!!) de Batman, idem para Robin… y recién ahí
le vemos la cara a los dos ¿?
Además, los errores, más de una vez cuando Bane rompe las
paredes a puñetazos podemos ver previamente marcado el lugar de “los ladrillos”
sueltos, y encima al caer estos escombros hacen ver a los del Chapulín Colorado
como grandes obras del FX. Ninguno de los dos villanos se decide por un fin
claro, es más, por momentos hasta parecieran tener razón, o querer hacer
maldades por el sólo hecho de hacerlas. Hay personajes prácticamente desdibujados,
como el de la novia de Batman (es conocida la anécdota de cómo Elle McPherson
hizo publicidad de su personaje como sumamente trascendente y solo aparece
cinco minutos y en una escena entre horrible y al pedo), o la propia Batichica
metida con forceps en la historia.
Lo que realmente es increíble en esta película (y ya parezco
una vieja rezongona) es que se supone que es una superproducción con gran
presupuesto, y sin embargo pareciera que el presupuesto se lo deben haber
gastado en el catering para Alicia Silverstone, porque todo el resto parece ser
hecho por chicos aficionados.
Hiedra Venenosa tiene unas cejas hechas con papel glasé
metalizado, encima parece que la tintura del pelo fuese marca Coloralba El vestuario
del Capitán Frío no es mejor, cuando no usa su tecnológico traje plástico color
metal, usa una bata simil Hugh Heffner, además por todo el cuerpo tiene una
especie de escarcha que pareciera brillantina azul, y además el hielo es de un
notorio plástico que encima se dobla como goma!!!!; todas las escenas tienen
mucho tufo a set cerrado y lleno de unas luces de neon escapadas de algún
cabaret de mala muerte; en fin, toodo así.
Hablar de las interpretaciones es prácticamente inútil, pero
bueno, George Clooney pareciera no entender en qué película se encuentra y se
confunde con un rol romántico. Chris O’Donnell intenta hacer un papel de
adolescente que ya no le queda. En cambio, los villanos sí parecieran entender
el tono del asunto, y sobreactuan todo el tiempo, como si estuviesen en una
mala obra de teatro infantil.
Mensión especial para Alicia Silverstone, el suyo debe ser
uno de los peores casos de mala elección personal a la hora de interpretar un
papel. La chica la venía rompiendo con los videoclips sensuales de Aerosmith y
con el protagónico en Ni Idea (1996),
pero acá la convocaron para lo que iba a ser el rol que la lanzara al
estrellato definitivo, una película de acción y aventuras… y no se le ocurre
mejor idea que festejar con unos cuantos postres; el resultado es que en esta
película esta más cerca de Miss Piggy que de Batichica, por lo que su rol es
por lo menos ridículo y su traje luce bastante apretado.
En definitiva, podría seguir hablando de la banda sonora
estruendosa, de la fotografía llena de colores estilo Bubbaloo, de lo poco
respetuosa que es con la historia original del personaje, etc.; pero hace tres
hojas que vengo criticando.
Solo voy a terminar con que la taquilla hizo justicia y la
película se fue al tacho inmediatamente, y junto con su desgracia arrastró las
carreras de O’Donnell (a quien solo vimos después en El Soltero más codiciado y Límite
Vertical), Silverstone (Buscando a
Eva y ese musical con Kenneth Branagh), y al propio Schumacher que siguió
dirigiendo pero al que todos le bajaron el pulgar desde entonces (a veces con
razón y otras no tanta). Hasta la propia franquicia de Batman se vio afectada y
no fue hasta 2005 con Batman Inicia
que se animaron a continuar.
Por todas estas razones, y otras (muchísimas) más, es que Batman & Robin era el film ideal
para iniciar esta sección dedicada a secuelas que hacen honor a eso de “segundas
– o cuartas - partes nunca fueron buenas”.
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