jueves, 30 de agosto de 2012

OPERAS PRIMAS: Nattevagten


Para la opera prima del día de hoy me decidí por un director que talvez no sea muy conocido pero que con una producción corta a lo largo de ya casi 20 años a demostrado ser muy dúctil en el arte de crear misterios y climas tensos, Ole Bornedal, el danés detrás de una de las películas que se estrena hoy en nuestro país Posesión Satánica (The Possesion, 2012); sin dudas uno de mis directores predilectos por lo menos en cuanto a suspenso y terror se refiere.

Para los que lo conocen (y para los que no también) tengo que aclarar que Nattevagten (1994, Conocida en algunos países como Vigilante nocturno) no es en sí la primer película de Bornedal, ni siquiera su primer largo, anteriormente había dirigido (además de un par de cortos, como es habitual) dos films para la televisión danesa I en del af verden (1993, que sería algo así como “En algún lugar del mundo”) y Masturbator (1993, que con ese nombre no necesita traducción) de los que se conoce muy poco y que obviamente nunca vi. Pero la película de la que hablo hoy podríamos decir que es su primer trabajo en grande, su primer película estrenada en sala, y su éxito fue tan grande que trascendió las barreras de su país de origen para hacer un recorrido por todo el mundo (lástima que en Argentina ni siquiera llegó a estrenarse en VHS)



Nattevagten nos cuenta la historia de Martín (Nikolaj Coster-Waldau) un joven que ingresa a trabajar como guardia nocturno de la morgue del instituto forense para financiar sus estudios en derecho: Pese a los temores iniciales todo parece marchar bien hasta que la primera noche llegan los cadáveres de unas prostitutas asesinadas en Copenhague y encima por una apuesta él debe ir a vigilar el lugar en el que se depositan los cadáveres.
En el transcurso de la noche van a suceder cosas extrañísimas y como si fuese poco la policía empezará a sospechar de él como posible asesino de las prostitutas, y aunque una agente (Ulf Pilgaard) quiera ayudarlo, las cosas cada vez se enrareceran más y más.

El argumento parece sencillo y de hecho lo es, pero Ole Bornedal logra entrometernos de lleno en la historia de Martín y realmente nos intrigamos tanto como él, haciéndonos parecer que lo que sucede alrededor es mucho más grande de lo que realmente sucede.
No esperen acá asesinos enmascarados, chorreadas de sangre, y gente traspasadas de lado a lado como en una brochette; en Nattevagten prima la sugestión, la insinuación, lo que podría suceder.

Todo esa tensión es pura y exclusiva del trabajo del director que acá también oficia como escritor. Bornedal demuestra que no se necesitan grandes historias (en el sentido de grandes sucesos) para hacer un gran film, todo acá es mínimo, casi detallista.
Desde la construcción del guión en el que se revela lo justo y necesario, todo nos hace creer que fue pensado como una pequeña maquinaria en la cada elemento, por más mínimo que sea, tiene su valor.
La construcción del clima sofocante es fundamental, todos los temores que cualquiera puede sentir por trabajar en una morgue acá están manifestados; haciendo de detalles como los juegos de luces en oscuridad una pieza realmente tenebrosa. La sensación de que queremos que esto termine ahora y de una vez está presente todo el tiempo, y eso es gracias a un gran trabajo de elaboración.

Otro aporte fundamental es el misterio, jugar con lo inesperado. Al exponerse en pantalla sólo lo justo y necesario para que las cosas se entiendan, hay una enorme de sensación de que cualquier cosa puede suceder, dejarse llevar para donde la historia lo lleve, e ir investigando y descubriendo junto con el protagonista que de a poco se va convirtiendo en un improvisado detective para salvar su propio pellejo.

Todo pareciera encajar perfecto, desde una fotografía oscura y ruinosa, encuadres algo extraños, una banda sonora precisa y ominosa, y también una buena dirección actoral que pareciera moverse en un ambiente encerrado, opresivo, casi teatral.

El éxito de Nattevagten fue tan grande en Dinamarca y toda Europa que inmediatamente Hollywood puso los ojos sobre ella. Pero ya se sabe la poca resistencia que tienen los norteamericanos en ver películas habladas en otro idioma. Por lo tanto, como siempre, se pensó en una remake, a la cual Bornedal accedió con la condición de dirigirla él mismo y tener toda libertad creativa sobre ella. Es así como en 1997 (en Argentina dos años después) se estrenó La sombra de la noche (Nightwatch) con Ewan McGregor en el papel de Martín. Esta película, muy fiel al original, puede ubicarse sencillamente por arriba de la media de las remakes que Hollywood hace de éxitos extranjeros; pero como pasa cuando uno hace una fotocopia, en el duplicado algo sale más apagado; no es que La sombra... sea mala, todo lo contrario crea casi los mismos climas y temores que la original, pero para los que tuvimos la oportunidad de ver la danesa primero es como ver otra vez la misma historia reinterpretada sin ninguna necesidad, y en un ambiente norteamericano que le es totalmente ajeno. 


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