lunes, 20 de diciembre de 2010

La dependencia de la independencia

Si hay un término difícil de definir correctamente en el mundo del cine (y en otros aspectos también) es el de “film independiente”.



La pregunta es ¿independiente de qué?; ¿una película independiente es aquella que no está producida por uno de los llamados estudios majors?; ¿o es aquella que más allá de eso, además consigue financiación por sus propios medios?. ¿Qué es lo que se busca cuando elegimos una película por ser independiente?





Por ejemplo, en la Argentina, durante la segunda mitad de la década del ’90 apareció la renovación que se dio por llamar el “Nuevo Cine Argentino Independiente”, comenzando allá en el ’95 con la primera edición de Historias Breves (dicho sea de paso, imperdible la sexta entrega actualmente en cartel), y siguiendo con Pizza, Birra, Faso, Mala época, Mundo Grua, y La Ciénaga, entre muchas otras. Lo que más se recalcaba durante esa etapa era la posibilidad de ver una temática que no se veía en el cine argentino comercial, como si estos noveles directores al no estar presionados por grandes productoras (como ASF o Patagonik) tuviesen la libertad de hacer un relato cómo y con lo qué quisieran. Sin embargo, todos ellos cuentan con banca o financiación (parcial o total) del INCAA (que todos sabemos que ponen ciertos límites); es más muchos de estos films tienen detrás a poderosos multimedios como Cuatro Cabezas, Pol-Ka, América... o institutos privados de enseñanza cinematográfica que sería muy tonto decir que hacen las cosas exclusivamente por amor al arte.

Hollywood tampoco es ajeno a esta cuestión; y así como hay determinadas películas que se lanzan a una carrera de premios para obtener algo de notoriedad; hay otras que hacen gala de una supuesta independencia para atraer a un público cansado de ver superproducciones.


Los grandes estudios del país del norte se manejan con una cartera de proyectos a realizar, no todos llegan a su realización, y no todos reciben el mismo trato de realización...


Más allá de las majors existen las llamadas “productoras subsidiaras”... subsidiaras precisamente de estas grandes empresas. A estas “subsidiarias” suelen ir a parar (además de películas extranjeras para su distribución en EE.UU.) películas soportes de temporada, proyectos que no convencen a las majors para ser distribuidas por su sello principal, pero que pueden traer una cantidad de espectadores, aunque menor a una superproducción, igualmente importante.


De esta manera, llegan a la cartelera mundial films que hacen gala de originalidad, de atreverse a más, de mostrar lo que los grandes estudios no se arriesgan en tratar, o que simplemente tienen una visión diferente; en pos de una supuesta independencia, de no contar con la presión de estos monstruos del cine, sino que “supuestamente” trabajan con más libertad, con empresas más chicas, y hasta alejadas del mundillo Hollywood.


Pero en realidad, no son más que otras películas de majors que se venden de otra manera; al no poder competir en el mismo nivel con películas de presupuestos mucho más altos buscan la publicidad... digamos aleatoriamente.

En los últimos años hemos tenido sobradas muestras de este “clase” de películas; sobre todo desde la aparición de la tan comentada El proyecto Blair Witch y la moda de contar la historia a través de la lente de una cámara supuestamente aficionada como si fuese un video casero. Luego de las aventuras de los muchachos con la bruja del bosque no tardaron en aparecer títulos como Cloverfield, Contactos del cuarto tipo, Actividad Paranormal, y El último exorcismo.

En sus respectivas campañas publicitarias se resalta el hecho de contar con un equipo novel, cuasi estudiantes de cine; de mostrarnos un terror verdadero que el almidonado Hollywood no nos muestra; de ver una historia que podría llegar a ocurrir por su extremo realismo; en definitiva, ver algo distinto a lo habitual... por supuesto viniendo de una producción pequeña e independiente, que solo accede a las majors para una distribución.


Ahora (y tomando a estos films como simples botones de muestra), Cloverfield está producida por Bad Robot, empresa de J. J. Abrams (creador de las series Lost, Alias, Fringe) justo un tiempo antes de su gran estreno de Star Trek... y después del fracaso en taquillas de Misión Imposible 3; todas películas de Paramount Pictures... salvo Claverfield que la distribuyó Paramount Vintage, o sea la misma empresa pero en una subsidiaria para proyectos de cierto riesgo comercial. Un año antes de su estreno se comenzó con una extensa campaña publicitaria de trailers y afiches que nos iban adelantando de a poco la destrucción que el bicho causaría en Nueva York, todo en pos del realismo. Una película pequeña pero que nos mostraría una destrucción similar a la que puede mostrarnos cualquier tanque de temporada...


Contactos del cuarto tipo juega con ser un documental y recreación ficcional de hechos ocurridos realmente de abducciones extraterrestres; es más un año y medio antes se lanzó una campaña y creo a una persona (la psicóloga de la película) que contaba su relato de abducción por internet. Oh, el ingenio de un director y escritor novel para promocionar su película... y además de una manera totalmente independiente logra efectos y criaturas muy reales (bueno, en verdad, los efectos y criaturas de esta además eran muy chotos). La película está producida desde un comienzo por Gold Circle, una de las miles subsidiarias de Universal (la misma de Voces del más allá), y se barajaron los nombres de una decena de directores hasta llegar al desconocido Olatunde Osunsanmi... y la “ingeniosa” campaña con personajes puestos como personas reales es llamativo que halla llegado a todos los medios (los relatos de la mujer – que después se conoció que era una actriz ignota – llegaron a la TV de todo el mundo como hechos verídicos) sin contar con una ayuda económica de algún pez gordo...


Bueno, Actividad Paranormal es el caso más gracioso... o el que más subestima al público. Producida otra vez por Paramount Vintage, la publicidad de esta película sobre casas tomadas por fantasmas, se basó alrededor del mundo en el pavor que los espectadores tuvieron en una función de testeo de público... la película se estrenó en las salas de todo el planeta sin que se pudieran ver más que algunos falsees de lo que se nos mostraría... solamente veíamos a gante saltando en sus butacas como si el fantasma fuese a atravesar la pantalla (¿por qué será que cuando yo voy a ver una de terror nunca me encuentro con multitudes saltando y gritando del miedo?); o sea, es una película pequeña pero con funciones de testeo de público... y encima una función en la que todos tienen merchandising alusivo al film... por lo menos es llamativo; y más llamativo (absurdo) que utilicen la misma metodología de campaña para su secuela de este año (¿de qué se sigue asustando la gente si ya saben como fue la primera?).


Y El último exorcismo, o El exorcista con cámara en mano. En esta se destaca la producción de Eli Roth (Hostel, Cabin Fever)... pero no la producción de Screen Gems (Sony) ni Strike (Otra de Universal), y mucho menos se nos muestra a Lions Gate Films (un conglomerado de medios que distribuye sus films por distintos estudios majors)... como si el director de Hostel y actor de Bastardos sin gloria bancase un film por si solo... bueno el film es tan berreta que quizás...


El último mes llegó a nuestro país Skyline, película dirigida por los hermanos Greg y Colin Strause (especialistas en FX de superproducciones como Avatar y Titanic, y cuya única experiencia en los sillones de director es Alien Vs. Depredador 2: Réquiem) sobre una invasión alienígena (eso si, filmada de manera regular, no con cámara familiar) en la que un destello de luz abduce y extermina a todo aquel que lo ve. Estrenada en EE.UU. en medio de una temporada de fuertes estrenos, su única posibilidad es venderse como un film chico, independiente, venido de las afueras de Hollywood, y bla, bla... pero con la misma calidad (y sobre todo despliegue escénico de efectos) que cualquier superproducción.


Más allá de resultar una película chata y anodina sin demasiado sentido más que ver unas lucecitas aquí y allá y uno extraterrestres que se babean; el cuento de ser un film chico e independiente, otra vez, resulta una mentira; no soloi en EE.UU. es directamente distribuido por Universal, sino que su producción es enteramente de dos empresas subsidiarias suyas Rogue Pictures y Relativity Media; y los directores fueron convocados a último momento para hacerse cargo del proyecto...


En definitiva, no todos estos ejemplos expuestos son necesariamente malas películas; pero si productos engañosos, films que parecen depender de venderse como independientes para lograr algo de notoriedad que de otro modo no la tendrían convirtiéndose en lo que realmente son, productos menores. Estrategias de mercado que le dicen.

El fiasco de turno


Cuando ya está llegando el fin de año, comienzan los balances anuales de todo tipo, cinematográficos también. A mediados/fines de noviembre se va calculando lo mejor que pasó por la cartelera de nuestros cines, y también lo peor... películas como El día del juicio final nos demuestran que es mejor esperar a último momento, porque los peores films también llegan en diciembre.


Hay tres bombas nucleares dispuestas a estallar en cualquier momento en distintas ciudades de EE.UU., H (Samuel L. Jackson) un agente encubierto junto a un escuadrón anti-terrorista interroga a un estadounidense convertido al islamismo (Michael Sheen) como sospechoso del atentado, que además puede guardar alguna información de vital importancia. Entonces, el planteo de la película es ¿hasta dónde se puede llegar para sacar a un sospechoso información de la que dependen miles de vida? ¿se justifican las torturas y humillaciones en estos casos?...


Bueno, bueno, si a esta altura, el simple planteo de esa premisa no los espanta, prepárense porque la película desde un primer momento tiene una postura tomada (te hago la pregunta y te llevo a la respuesta), y es si. Por ahí anda dando vueltas Carrie “Trinity” Anne Moss como una agente que exclama algo de cordura y pide que se termine el flagelo; pero el personaje es tan escueto, mal delineado, y hasta risorio, que da para sospechar que está hecho a propósito.


Lo que El día... nos muestra es una sesión de torturas interminable a una persona que puede ser un terrible asesino terrorista, como si fuese El juego del miedo... pero, eso si, con las escenas fuertes fuera de cuadro (porque si los apremios ilegales no me los mostrás son menos... ¿ilegales?).


El cartel publicitario reza que sec trata de un film que ni el propio EE.UU. se animó a estrenar (salió directo a DVD), como si se tratase de una película escabrosa para ellos... mi postura es que en realidad se trata de un film ara ser visto en las afueras de Norteamérica. A ver, los ciudadanos estadounidenses ya se nos ha mostrado que son concientes de los pocos límites de sus gobiernos, el tema es mostrarle al mundo a que se tiene que abstener si se meten con ellos; de “rebeldía” nada.


Año tras año EE.UU. (sobre todo a fines y post la era Bush Jr.) lanza estas películas en donde aparentan criticarse para finalmente demostrar lo grandioso de su nación y de su ciudadanía... pero esta oportunidad es como el colmo.


La historia arranca mal desde el amos, no se puede cuestionar la rectitud o la validez de un delito gravísimo como los apremios ilegales, son temas que en pleno Siglo XXI deberían estar fuera de discusión (aún más en países como el nuestro con una historia negrísima en esa cuestión).

Más grave aún es que se plantea un tema y nos induce a la respuesta afirmativa; porque del otro lado miles de vida peligran. Hay una premisa básica en derecho que la vida de una persona vale tanto como la del resto del mundo en su conjunto, no se puede cuantificar la vida de una persona.


Por otro lado, otra vez EE.UU. se pone en el centro del universo, el hecho de tres bombas en tres ciudades de ese país es mostrado como si peligrase el mundo entero... aunque si explotasen las bombas las represalias podrían llegar al mundo entero.


Otra cuestión, relacionada con las dos primeras, el foco de atención del film está en mostrarnos como se tortura a ese ciudadano convertido al islamismo (para la historia es un traidor y punto), pero también en saber si realmente esconde algún secreto o si la tortura es en vano... como si realmente importase; por enésima vez, las torturas realizadas por particulares o por agentes del gobierno están mal, son 100% cuestionables, aun si a través de ellas se pueden obtener datos importantes.


Más allá de un final que puede sorprender, el film es de una ideología insostenible, vergonzosa. Siendo justos, como película en si, es pasable (no mucho más) en su manejo de tensión y en las buenas actuaciones de Jackson y Sheen, pero todo queda tapado ante semejantes planteos que atrasan, por lo menos 50 años en la sociedad, y más de un siglo en análisis de estudiosos del derecho (aunque algunos todavía se empeñan en implementar técnicas como la craneología con más de dos siglos de desuso). Lejos, lejísimos, la peor película del año, vergonzosa. ¿qué pasaría si en cualquier país se hiciera la misma película pero con un supuesto terrorista estadounidense?... ah, cierto, sus excelentísimos ciudadanos no serian capaces de terrorismo...

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