No todos
tienen la suerte de iniciar su carrera como director con un film trascendental,
lo que sería comenzar con el pie derecho; con tan sólo una película ya hacerse
un lugar entre los remarcados de un género. Con Wes Craven fue así, en 1972
estrenó Ultraje al Amanecer (The Last House on the Left) y todas
las miradas atentas al terror se posaron en este novel director.
Antes de
contar de qué viene la mano (para quienes no la vieron) vamos a aclarar algunos
tantos. Es sabido, el género del terror, y en especial los slashers films
representan las ideas más conservadoras de la sociedad. El temor a lo
desconocido, a lo extraño, la sensación de ser acechado; y además ser inocentes
víctimas de desquiciados que sólo tienen en mente el hacer daño por el puro
placer morboso. Ante estas situaciones cualquier actitud de parte de las
potenciales víctimas está avalada, es un acto de defensa propia frente al
peligro inminente... y ya se sabe qué es lo que les pasa en estas películas a
los personajes que hacen un parate y reflexionan; no cuentan el cuento. Es
fácil decirlo (casi) todas estas películas hacen una justa reivindicación de la
justicia por mano propia, de la venganza; y en ese punto, La última casa a
la izquierda (como se la conoce hoy día) es uno de los ejemplos más claros
de esta “teoría”, o no, todo lo contrario, según lo queramos ver, tal es la
polémica que desató la ópera prima del director de La Serpiente y el Arco
Iris y Shocker, veamos.
Mari y
Phyllis son dos adolescentes amigas de familias bien formadas. Para celebrar el
cumpleaños de la primera deciden ir a un concierto de rock (pese a la oposición
férrea de los padres) y encima en el camino se deciden a comprar algo de
marihuana... y otra cosa que siempre se nos enseña en estas película es qué
consecuencias trae el descarriarse. En busca de alguien que les venda uno
porros se cruzan con Junior, un joven algo extraño, pero bueno, les va a dar la
hierba. Este las lleva a su casa y una vez que llegan allí, aún para sorpresa
de Junior, los esperan el resto de su “familia”; Krug (el padre del muchacho),
Sadie (novia de Krug), y Weasel otro miembro de la banda criminal que acaba de
fugarse de prisión. Entre los cuatro maniatan a las adolescentes y violan a
Phyllis. Más tarde las encierran en el baúl del auto y planean fugarse del
Estado, pero el vehículo se avería y ambas chicas serán llevadas a un bosque
donde serán nuevamente violadas, Phyllis será apuñalada y cuando Mari intente
escapar por el lago también será asesinada de un tiro.
Ahí se
habría terminado la película con sabor amargo, aunque no sería la primera vez.
Pero no, Craven, que también oficia como guionista, tiene otra vuelta de
tuerca. El cuarteto de delincuentes se dirige a la casa más cercana a pasar la
noche y continuar con su desmán, pero justamente esa casa es la de Estelle y
John, los padres de Mari. En un primer momento, los padres (que buscaban a su
hija desaparecida, obviamente) dan asilo a los cuatro en su casa; pero cuando
en un descuido se enteren de la muerte de su hija en manos de los huéspedes
planearán una venganza. Estelle se llevará a Weasel al bosque con la excusa de
sexo oral pero una vez en el acto le arranca el pene a mordiscones. Mientras
tanto, Junior se suicida persuadido y John caza una motosierra y descuartiza a
Krug. Por último Estelle degüella a Sadie, y fin del cuento de hadas.
Ante
semejante argumento, Ultraje al amanecer causó tanta aceptación por
parte de los amantes del género como rechazo por su ideología, similar en ese
sentido a Escupiré sobre tu tumba, pero ahí se acaban las comparaciones
con ese films de resultados apenas modestos.
En primer
lugar, Craven toma la posta del “crimen y castigo” como un puntapié, y los más
observadores podrán apreciar cierta idea de que lo sicótico está en todos
nosotros. Las víctimas son las dos chicas que sólo querían liberarse y
descontrolarse un poco, pero después tanto la banda criminal como los padres
son mostrados con una ferocidad terrible, inusitada, sin contemplación; casi al
punto de apiadarnos de los cuatro loquitos que tan mal nos caían antes. El
planteo que podría hacerse es si la tragedia, inmediata o no, puede llevarnos a
actuar igual que los delincuentes; el final, adelanto, es abierto. Pero bueno,
en definitiva es una película de terror, y los que gusten del género la
disfrutarán sin analizarla demasiado.
El manejo
del suspenso, la tensión, y los golpes de efectos llegan casi al nivel de
perfección; al igual que el manejo de un presupuesto bajo. Si bien el corte
original del film es muy fuerte, gráfico, de un gore extremo; aunque veamos una
copia censurada el miedo va a estar presente, y es que lo mejor del film no
está en su salvajismo. Podríamos decir que es eso lo que diferencia a un buen
director de un simple carnicero (que los hay varios, como el que se encargó de
la remake), saber crear un clima, ir en un in crescendo hasta llegar al horror,
introducirnos totalmente en la historia y hasta sufrir junto con los
protagonistas. A la larga, es esto lo que hará que un film se convierta en
clásico.
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