Mario
Soficci fue un verdadero todo terreno de nuestro cine. Pocas personalidades
pueden ser reconocidas ampliamente y con el mismo valor como director,
guionista y actor en numerosos films, y de temática muy diversa. A nadie le
caben dudas de que se trató de una de las más grandes artistas del cine
argentino; y lo que nos importa en esta ocasión, es que en varias oportunidades
se animó al suspenso, a lo fantástico, al terror.
Luego de
adaptar al cine en 1950 la obra de Alejandro Casona La barca sin pescador
(versión libre del Fausto); al año siguiente volvería con otra adaptación, esta
vez de una de las más grandes obras de la literatura fantástica universal, El
extraño caso del Dr. Jeckill y Mr. Hyde, a la cual oportunamente tituló El
extraño caso del hombre y la bestia (1951), convirtiéndose en un clásico
indiscutible de la filmografía nacional.
Podríamos
decir que la adaptación que Soficci (en realidad el guión de Ulyses Petit de
Murat) si bien introduce determinados cambios respecto de la novela original de
Robert Louis Stevenson es muy fiel en cuanto a sus espíritu y esencia; algo que
muy pocas de las miles de adaptaciones que tuvo lograron.
Resumidamente
el Dr. Jeckill experimente para tratar de separar la parte buena de la mala del
alma humana, y secretamente lo prueba sobre sí mismo. Esto generará que se
transforme en Eduardo Hyde un hombre cruel y despiadado. Seducido por el nuevo
descubrimiento Jeckill irá experimentando cada vez más con las
transformaciones, pero cada vez le cuesta más regresar a ser quien era; y la
“doble vida” interfiere en su círculo personal del cual está cada vez más
alejado.
Los cambios
que se hacen el argumento, en los hechos, y el agregado de personajes que en el
original no estaban parecieran ser puestos en pos de acrecentar el dramatismo
del relato, algo que Sofficci se encarga de perfeccionar con una puesta en
escena rigurosa, ajustada. Desde el comienzo queda claro que esta versión se
juega más por lo psicológico, por ver el sufrimiento de Jeckill y de quienes lo
rodean, que por el terror más duro y explícito, desde ese punto es casi
teatral. Este planteo le hace ganar terreno sobre el original de Stevenson que
precisamente también tiene un amplio costado psicológico (es más se supone que
es una suerte de auto-retrato de su relación con drogas alucinógenas).
Como ya
adelanté al principio, a la muy precisa dirección (tanto de escena como de
actores), Sofficci suma en esta oportunidad una de sus mejores interpretaciones;
la dualidad entre Jeckill y Hyde es asombrosa, digna de un maestro del terror y
del teatro; además su Eduardo Hyde calvo, moreno y ultra enigmático lo
convierten en un verdadero monstruo a admirar (similar al Nosferatu de
Morneau). Además, a diferencia de lio que podía esperarse, este vez, Hyde, no
es un ser de la noche, un vividor puro; es algo mucho más complejo, casi un
uraño, alguien a quien verdaderamente hay que temer.
Al
actor/director lo acompañan un verdadero cast de estrellas como Ana María
Campoy, José Cibrián, Olga Zubarry, y Federico Mansilla entre otros; todos con
interpretaciones que suben la media, notándose la mano en la dirección actoral.
El
extraño caso del hombre y la bestia es un film de estudio, y como la época
mandaba, todo en el él es grandioso, gigante. La producción se nota como amplia
y muy bien utilizado sus recursos.
Para
terminar con estos posteos que estuve realizando durante todo el mes y en
especial en esta sección que se la dediqué a grandes obras relacionadas con el
terror de nuestra época dorada en el cine; quería hacerlo con un film
emblemático, un clásico inmortal, y El extraño..., que tal vez no sea el
film más valorado de su director, sí es una de sus mejores obras en su doble
rol delante y detrás de cámara. Es una de esas películas que hicieron y hacen
grande a nuestro cine, y aún así, una rareza para el mismo; una que supo darle
una mirada que todas las otras adaptaciones no consiguieron, oscura (el aprovechamiento del blanco y negro es excepcional), analítica,
realmente profunda, mucho más allá del simple susto ocasional. Un film enorme,
en más de un sentido.
Cuando
hablamos de películas que son famosas por sus bandas sonoras, podemos hacer
referencia a un soundtrack entero de canciones memorables, o simplemente una
sola canción creada para el film pero que trasciende las barreras de este. En Cementerio
de animales (Pet Sematery, 1989)
este último ejemplo es llevado al paroxismo, la canción ni siquiera figura en
el disco compilatorio de la banda sonora.
Basada en
una de las novelas más famosas (homónima) de Stephen King, la historia es la de
la familia Creed que se muda a una casa campestre en el Condado de Maine (como
en casi todos los relatos de King). Louis es contratado como profesor en el
colegio del pueblo, y de inmediato hace buenas migas con su vecino Jud. Pronto
la tragedia asola a los Creed, además de Louis tener horribles pesadillas sobre
un alumno muerto en la escuela; cuando su esposa y sus dos hijos se van da
visita a la ciudad, el gato familiar muere en un accidente. Es ahí cuando Jud
le cuenta a Louis del viejo cementerio indio al lado del cementerio de mascotas
que los niños construyeron cerca de la casa de los Creed. Esa tierra india
tiene el poder de regresar vivos a los muertos, pero con instintos asesinos.
Igualmente Louis entierra a Churchill (el gato) y dicho y hecho, vuelve como un
zombie terrible. Pero eso no es todo, más adelante Gage, el hijo más pequeño,
un bebé muere atropellado por un camión en la ruta, sumido por la culpa Louis
vuelve a cometer el mismo error, y ahí sí, el terror absoluto se apodera de los
Creed. Básicamente ese es el argumento de esta película que de seguro todos
vieron (o leyeron la novela); aunque hay muchas más vueltas de tuerca,
secretos, sorpresas, y otro par de zombies.
Esta
película de Mary Lambert (que pese a las promesas después no pegaría una hasta
estancarse en el directo a DVD) rápidamente se convirtió en un film de culto
(si bien no fue del todo exitosa en su momento) y hasta podríamos decir que
superó en popularidad al libro en el que está inspirada (del cual es bastante
fiel). Pero hoy en día hay dos o tres cosas que perduraron en la cabeza de
todos los que la vieron, el horrendo gato maltrecho y de ojos rojos; la
tremenda actuación de Miko Huges como ese bebé pérfido bisturí en mano... y Pet
Sematery de The Ramones.
Fue el
propio Stephen King (que además adaptó su novela) quien le pidió a Joey Ramone
que compusiera una canción para la banda sonora de esta película que se
perfilaba como algo pequeño. La canción del mismo nombre que libro y film hace
una referencia directa a los hechos del argumento, y más el videoclip en el
cual la banda toca su canción en el cementerio en medio de zombies que van y
vienen. Otra canción de la banda, Sheena is a Punk Rocker también figura
entre las canciones que suenan en el film.
El problema
es que ambos temas llegaron cuando la película estaba casi terminada y la banda
sonora ya editada, por lo que si bien figuran en los créditos finales no se
encuentran en el disco, CD, cassette o lo que fuese. Ese mismo año ambas canciones
fueron incluidas en el trabajo de la banda Brain Drain, y se
convirtieron en dos de las sus sencillos más exitosos.
En cuanto a
lo qué si figura en el Soundtrack oficial son 21 canciones orquestarles
compuestas e interpretadas por Elliot Goldenthal junto a un grupo coral
convirtiéndose este en el primer trabajo importante del famoso compositor de
música clásica. Toda esa música tensa, chirriante, espectral que resuena
durante todo el film y que ayuda a crear un gran clima se encuentran dentro de
este trabajo.
Cementerio
de animales se
convirtió en un ícono de la cultura pop en todo el mundo. Si uno la ve
fríamente puede hasta que encuentre que está algo sobrevalorada (aunque la
manera de introducirnos en el suspenso sin ser gráfica es única). Con todo, es
una película ineludible para ser revisitada hoy a la noche, siempre pensando
que a los muertos hay que dejarlos descansar en paz, mejor ahogar las penas por
la pérdida con una buena rockera... como Pet Sematery ¿? TRAILER:
Díganme si
nunca les pasó de ver una película hace mucho tiempo, tener todos los recuerdos
de qué se trataba, como empezaba, cómo terminaba, todo... menos el nombre y
algún dato para rastrearla.
Hace un
tiempo largo encontré en una “casa de Todo x $2” un VHS en súper oferta (decir
el precio es redundante); siempre compraba esas películas para ponerles un
pedacito de cinta skotch y poder utilizarla como un Cassette virgen... claro
que antes de borrarla las veía aunque sea una vez. Era una película sobre un
nabo que hacía una fiesta de noche de brujas en su casa, invitaba a un par de
compañeros, y ahí los mataba uno a uno en el patio de la mansión. La vi, era
risiblemente mala, la borré y encima tiré el afiche de tapa... y por alrededor
de quince años no me acordaba del nombre. Siempre era tema de conversación
cuando hablaba de películas malas que me acordaba haber visto, preguntaba si
alguien sabía de su existencia, y nada... ¡hasta hace cinco minutos! boludeando
por youtube que la encontré de pura casualidad rastreando el trailer de otra
película.
Develo el
misterio, para mi y para todos los que están leyendo y no entienden nada, se
trata de Halloween Sangriento (Hollow Gate, 1988); la película
perdida por la que todavía no caigo en la emoción de haberla encontrado.
Vamos a ver
si puedo relatar su argumento según lo que me acuerdo (tengan en cuenta que
sólo la vi una vez hace muchísimo, y no muy memorable). Al comienzo vemos a un
nene que es maltratado y violado por su padre. La historia salta al presente y
nos encontramos al nene, que se llama Mark Walters (recién ahora me enteré)
siendo ya un adolescente entre retraído, nerd, y totalmente estúpido que sigue
viviendo en la misma mansión donde fue violado. Primero se carga a una vieja
minusválida y rompebolas que vive con él (no se sabe si es su mamá, su tía o su
abuela, que más da, es una vieja y punto), para luego organizar una fiesta de
Halloween en el lugar. Sus compañeros de secundario quieren ir a la fiesta, pero
no por amistad, sino para practicarle una serie de bromas y burlarse un poco
más de él. Lo que no saben es que Mark les tiende una trampa, y ni bien lleguen
al lugar, la cerca queda electrificada, y él mismo los va acechar en compañía
de unos perros asesinos por si fuese poco.
Sí, la
trama no es un dechado de originalidad, pero sí tiene algunos puntos que la
hacían llamativa. Aparentemente, el presupuesto del vuelto de un café con dos
medialunas con que fue hecha esta película no alcanzó para contratar adolescentes
verdaderos; sino no se entiende por qué todos son tipos grandes haciendo
ridículamente de pendejos (al mejor estilo Los fierecillos). En especial
el actor que hace de Mark, Addison Randall, que claramente tiene como 50 años.
Otra, a pesar de ser una de las películas con menos producción que recuerde
haber visto (ni siquiera es digna de telefilm), sorprende el salvajismo de
varias escenas, el psicópata electrocuta, revienta cabezas a mazazos,
descuartiza a hachazos, pincha ojos con unas tijeras, y deja que sus perros se
coman vivo a otro par; escenas bastante fuertes que sin embargo no causan el
impacto esperado porque la sangre parece plasticola roja diluida. Por último,
otro dato increíble que recuerdo son los diálogos inentendibles y muy graciosos,
ni siquiera propios del cine Z.
En
realidad, se trata de una co-producción entre EE.UU. y Alemania, que vaya a
saber uno dónde se estrenó; la cuestión es que para mi sorpresa ahora me vengo
a enterar que se trata de un film de culto, ¡Hasta tiene un club de fans en
ambos países!. También se la conoce como Bleeding Skull.
Por suerte,
esta es la única película de su director Ray Di Zazzo que sólo Dios sabe quién
es y qué fue de su vida.
Hay un dato
fundamental del cual me estoy olvidando de hacer mención, en la edición de
video argentino/uruguaya de American Video, al finalizar la película (que es
muy cortita), venía un documental como de media hora, muy exploitation y
gráfico sobre unas tribus africanas que practicaban canibalismo, prostitución
con turistas blancos, y abortos; imágenes hiper gráficas que quedaron grabadas
en mi recuerdo.
Halloween
Sangriento es otra
de esas producciones súper económicas y oportunistas de la moda. Puede que
todos estos datos no le interesen a nadie más que a mi; vale más como
resolución de un misterio que como hallazgo cinematográfico, claro está.
Igualmente, si la encuentran, ofrece un rato por lo menos gracioso.
Eso sí, me
gustaría saber si alguien más la vio, como para terminar de comprobar que
realmente existe.
Hace unas
semanas, en esta misma sección (igualmente compartida) realicé un conteo de
películas que, en su edición local en VHS y DVD se les cambió el título
original para hacerlas pasar como secuelas de ciertos films con los que en
verdad no guardaban mayor conexión que cierta similitud en el argumento. La
lista de hoy va más o menos por el mismo lado, o en realidad es su costado
opuesto, son películas (de terror, como el mes manda) que si bien forman parte
de una saga, son secuelas de algún film, no guardan ninguna relación entre sí;
como dice el título son inconexas, aún en su argumento. Sólo queda pensar en
una suerte de negocio, de aprovechamiento de una franquicia.
Hay
determinados casos de sagas que si bien no cuentan una historia común, lineal,
sí guardan alguna relación por lo menos en cuanto a la temática. Por ejemplo, Demonios
3 no tiene nada que ver con sus antecesoras, pero por lo menos hay personas
que se conviertes en zombies/demonios. Entre las Aullido no hay relación
de historia entre sí, pero todas son de hombres lobos. Lo mismo con las Amitiville
o las House cada una cuenta una trama de casas embrujas diferente. Pero
en estas que vienen a continuación ni siquiera nos queda ese consuelo, no
tienen nada que ver con su original, los que las hace muy extrañas.
1- Halloween
III – Esa noche, nadie volvió a casa – (Halloween III, Season of the
Witch, 1982):
… Y de esta
ya hablé hasta el cansancio pero es ineludible. Olvídense de la historia del
mascarudo de Michael Myers y su obsesión por conocer, cuchillo mediante, las
entrañas de su hermana Laurie Strode (y luego de su sobrina). Acá todo gira en
torno a una empresa manejada por unos robots ¿?, Silver Shamrock, que fabrica
unas máscaras para la noche de brujas algo especiales. Sin explicación alguna,
los niños deben colocársela a la hora señalada y ubicarse frente al televisor
para presenciar una serie de imágenes repetitivas con musiquita ad hoc. Lo que
la publicidad no advierte es que en ese momento la careta comprime la cabeza y
de sus orificios comienzan a salir gusanos, cucarachas y otros insectos. Un
hombre y una mujer se avispan del asunto y van a tratar de frenar el asunto.
La idea de
John Carpenter era producir una serie de películas con distintos relatos de
terror englobados con el nombre de la franquicia Halloween (algo similar
a lo que sucedió con el puesto siguiente),; pero el fracaso de este film anuló
el proyecto (lo mismo le pasó a Shyamalan con sus Chronicles of Night) y
recién unos años después la franquicia arrancaría de nuevo (ya sin Carpenter en
el medio) y retomando la historia original.
Así y todo
hay dos guiños ocultos, Myers aparece en una escena en la que se muestra el
film original, y Jaime Lee Curtis prestó su voz a una operadora telefónica de
Silver Shamrock.
Con el
tiempo, Halloween III se convirtió en film de culto, y la publicidad de
la empresa hoy día es todo un ícono.
2 – Silent
Night, Deadly Night 4 y 5:
Esta sí que
es rara, en 1984 se estrenó la película que acá conocimos como Papa Noel
Sangriento, y sí era sobre un loco que se vestía como el barrigón y andaba
a los hachazos limpios. En 1987 llegó la primer secuela Silent Night, deadly
night, part 2 que acá vimos como Noche silenciosa, noche de terror
(sin número ni nada); y en 1989 Posesión Alucinante (Silent Night, deadly
night III: Better Watch Out), y estas dos más o menos seguían el
lineamiento del asesino navideño (en realidad el hermano del original,
pero bueh).
El asunto
es que en 1990 a los productores ya no les daba para insistir en el asunto, los
slasher ya no estaban de moda, pero sí quisieron aprovechar el título para
poder estrenar algo para las Fiestas. La Iniciación (Initiation: Silent
Night, deadly night IV) trata de una reportera que descubre un culto de
brujería en el que invocan a un demonio que provoca combustión espontánea;
resulta que la periodista es heredera de un clan fanático del culto sin
saberlo. Claramente no tiene nada que ver con nada, ni con el asesino, ni con
la navidad, pero el título del film es ese. Y un año después, como ya el asunto
daba para cualquier cosa, se estreno Juguetes Diabólicos (Silent
Night, Deadly Night V: The Toy Maker), en un afano total a la saga de Puppet
Master acá hay un chico que recibe para la navidad una serie de muñecos
creados por un juguetero asesino llamado Joe Petto (ehhhh); otra vez, nada que ver con el asesino, ni con
la combustión espontánea, pero por lo menos la navidad sí está presenta, aunque
aleatóriamente.
Lo bueno es
que en nuestro país ninguna se estrenó con número de secuela, por lo que
(además de no ser muy conocidas) cualquiera pudo haberlas visto (como un
servidor) sin saber que se trataban todas de partes de un mismo legado. Es como
la apoteosis de los films inconexos.
3 – Leyendas
Urbanas 3: El Fantasma del espejo (Urban Legends III: Bloody Mary, 2005):
A mitad de
la primer década del 2000, Sony quizo aprovechar el auge del DVD y lanzó
muchísimas secuelas de películas relativamente famosas, la mayoría guardando
ninguna relación con la original, entre otras llegaron 8mm 2, La Red2, Juegos Sexuales2, Starship Troopers 2, Siempre
sabré lo que hicieron el verano pasado, Mujer Soltera Busca 2, Criaturas
Salvajes 2... pero la más rara e inconexa fue esta.
Ya cuando
en el 2000 estrenaron Urban Legends 2: Final Cut no había relación con
el film de 1998 más allá de narrar la historia de (otro) asesino que atacaba a
una serie de estudiantes de cine a través de los mitos urbanos... ah, y en el
final hacía una participación especial la asesina de la 1; o sea, era como ver
otra vez la primer película.
Pero en la
tercera entrega dirigida por Mary Lambert (Cementerio de Animales) no
hay nada de todo lo anterior. Hay grupo de chicas adolescentes que no tienen la
mejor idea que jugar al juego de invocar en el espejo al espíritu de Bloody
Mary, y sí, empiezan a morir de una en una. Hay un fantasma, una explicación
histórica en los ’60 del mito, y varias muertes sobrenaturales; pero no se
parece en nada a las anteriores.
La
explicación acá puede estar en que la película habla de una leyenda urbana, la
de Bloody Mary, que ya fue tratada en quichicientos films, desde Candyman
y yendo para atrás y para adelante.
4- Noche de graduación 2, 3 y 4:
Noche de
Graduación (Prom Night, 1980) es un clásico del terror de slashers en los ’80, junto con Martes 13
fue una de las primeras películas que comenzó a aprovechar el furor que ya se
estaba sintiendo. Ahí, un grupo de adolescentes (entre ellos Jaime Lee Curtis)
que se preparan para alocarse durante el baile de graduación son perseguidos
por un enmascarado que los masacra uno a uno en busca de venganza por una
muerte del pasado.
El asunto
es que el final de esa película no daba demasiado lugar para secuelas; aunque
ya sabemos que eso no es ningún impedimento para los productores.
En 1987,
gente que no tenía nada que ver con la original estrenó Hola Mary Lou: Noche
de Graduación II (Hello Mary Lou: Prom Night 2), que lo único que
tenía en común con la primera, claro está, es que hay un baile de graduación en
determinado momento. Es más, es tan independiente que durante toda su
producción se la conoció como Hello Mary Lou y luego se le agregó el
título de secuela como gancho una vez terminada (además de “cambiarla” para que
la escuela secundaria sea la misma que en la anterior).
Hay una
chica (Mary Lou) que murió quemada en su noche de graduación en 1957, ahora
regresa de entre los muertos para vengarse de su novio/asesino que actualmente
es el director de la secundaria (¡Michael Ironside!), además de cargarse un par
de cuerpos más como para divertirse, obvio. El dire tiene un hijo, y Mary Lou
posee a la novia del pibe para conquistarlo y vengarse. Sobre el final,
Ironside sale triunfante y el cadáver chamuscado del fantasma vuelve al
infierno... pero no por mucho tiempo. En 1990 Noche de Graduación 3 (Prom
Night 3: The Last Kiss) continuaba la historia de la secuela, Mary Lou
vuelve de su tumba y ahora posee a un golfa que enamora a un pibe medio estúpido y con pinta de perdedor,
convirtiéndolo, a fuerza de apilar cadáveres claro, en un wimmer total; al
final Maryta era buena onda.
En 1992 lo
volvieron a hacer, una película que se produjo como Deliver Us From Evil
(“libéranos del mal”) terminó estrenándose como Noche de Graduación IV (Prom
Night IV: Deliver Us From Evil). Por supuesto, esta no tiene nada que ver
con todo lo que vimos antes... y el tema del baile de graduación es de mucho
más excusa que antes, o sea, es un afano en todo sentido. Aunque otra vez se
“cambio” el nombre del colegio por el de toda la saga, que a esta altura
funciona como mínima conexión. En la noche de graduación de 1957 (¡sí, la
mismas noche de la 2 y en la misma institución!) un sacerdote se carga a dos
pibes que estaban haciendo cosas non sanctas. 30 años después el curita no
murió y sale a divertirse otra vez achurando a todos los adolescentes que no
cumplen con las leyes de Dios. Luego de cuatro películas, que a nadie le
sorprenda si los bailes de graduación de la Hamilton High Scholl son poco concurridos,
tres asesinatos en 1957, otros cuantos en 1980, un esqueleto chamuscado en
1987, y un cura desquiciado en 1992 no es un buen promedio.
En definitiva, son siete películas que demuestran
que la numerología puede ser sólo una excusa. Tienen de bueno que se pueden ver
de manera individual entendiéndose todo lo que ocurre; tienen de malo que son
un engaño para el fanático. Viendo los resultados (tanto artísticos como de
taquilla) nos queda pensar si realmente los productores son seres avispados,
todas fueron un fracaso, el haberles cambiado el título no parece haber
funcionado como gancho. Sin embargo, no se crean que estas serán la última vez
en que nos encontremos con secuelas que en verdad funcionan como mera excusa
para ver algo distinto a lo esperado; son cosas del mercado.
No todos
tienen la suerte de iniciar su carrera como director con un film trascendental,
lo que sería comenzar con el pie derecho; con tan sólo una película ya hacerse
un lugar entre los remarcados de un género. Con Wes Craven fue así, en 1972
estrenó Ultraje al Amanecer (The Last House on the Left) y todas
las miradas atentas al terror se posaron en este novel director.
Antes de
contar de qué viene la mano (para quienes no la vieron) vamos a aclarar algunos
tantos. Es sabido, el género del terror, y en especial los slashers films
representan las ideas más conservadoras de la sociedad. El temor a lo
desconocido, a lo extraño, la sensación de ser acechado; y además ser inocentes
víctimas de desquiciados que sólo tienen en mente el hacer daño por el puro
placer morboso. Ante estas situaciones cualquier actitud de parte de las
potenciales víctimas está avalada, es un acto de defensa propia frente al
peligro inminente... y ya se sabe qué es lo que les pasa en estas películas a
los personajes que hacen un parate y reflexionan; no cuentan el cuento. Es
fácil decirlo (casi) todas estas películas hacen una justa reivindicación de la
justicia por mano propia, de la venganza; y en ese punto, La última casa a
la izquierda (como se la conoce hoy día) es uno de los ejemplos más claros
de esta “teoría”, o no, todo lo contrario, según lo queramos ver, tal es la
polémica que desató la ópera prima del director de La Serpiente y el Arco
Iris y Shocker, veamos.
Mari y
Phyllis son dos adolescentes amigas de familias bien formadas. Para celebrar el
cumpleaños de la primera deciden ir a un concierto de rock (pese a la oposición
férrea de los padres) y encima en el camino se deciden a comprar algo de
marihuana... y otra cosa que siempre se nos enseña en estas película es qué
consecuencias trae el descarriarse. En busca de alguien que les venda uno
porros se cruzan con Junior, un joven algo extraño, pero bueno, les va a dar la
hierba. Este las lleva a su casa y una vez que llegan allí, aún para sorpresa
de Junior, los esperan el resto de su “familia”; Krug (el padre del muchacho),
Sadie (novia de Krug), y Weasel otro miembro de la banda criminal que acaba de
fugarse de prisión. Entre los cuatro maniatan a las adolescentes y violan a
Phyllis. Más tarde las encierran en el baúl del auto y planean fugarse del
Estado, pero el vehículo se avería y ambas chicas serán llevadas a un bosque
donde serán nuevamente violadas, Phyllis será apuñalada y cuando Mari intente
escapar por el lago también será asesinada de un tiro.
Ahí se
habría terminado la película con sabor amargo, aunque no sería la primera vez.
Pero no, Craven, que también oficia como guionista, tiene otra vuelta de
tuerca. El cuarteto de delincuentes se dirige a la casa más cercana a pasar la
noche y continuar con su desmán, pero justamente esa casa es la de Estelle y
John, los padres de Mari. En un primer momento, los padres (que buscaban a su
hija desaparecida, obviamente) dan asilo a los cuatro en su casa; pero cuando
en un descuido se enteren de la muerte de su hija en manos de los huéspedes
planearán una venganza. Estelle se llevará a Weasel al bosque con la excusa de
sexo oral pero una vez en el acto le arranca el pene a mordiscones. Mientras
tanto, Junior se suicida persuadido y John caza una motosierra y descuartiza a
Krug. Por último Estelle degüella a Sadie, y fin del cuento de hadas.
Ante
semejante argumento, Ultraje al amanecer causó tanta aceptación por
parte de los amantes del género como rechazo por su ideología, similar en ese
sentido a Escupiré sobre tu tumba, pero ahí se acaban las comparaciones
con ese films de resultados apenas modestos.
En primer
lugar, Craven toma la posta del “crimen y castigo” como un puntapié, y los más
observadores podrán apreciar cierta idea de que lo sicótico está en todos
nosotros. Las víctimas son las dos chicas que sólo querían liberarse y
descontrolarse un poco, pero después tanto la banda criminal como los padres
son mostrados con una ferocidad terrible, inusitada, sin contemplación; casi al
punto de apiadarnos de los cuatro loquitos que tan mal nos caían antes. El
planteo que podría hacerse es si la tragedia, inmediata o no, puede llevarnos a
actuar igual que los delincuentes; el final, adelanto, es abierto. Pero bueno,
en definitiva es una película de terror, y los que gusten del género la
disfrutarán sin analizarla demasiado.
El manejo
del suspenso, la tensión, y los golpes de efectos llegan casi al nivel de
perfección; al igual que el manejo de un presupuesto bajo. Si bien el corte
original del film es muy fuerte, gráfico, de un gore extremo; aunque veamos una
copia censurada el miedo va a estar presente, y es que lo mejor del film no
está en su salvajismo. Podríamos decir que es eso lo que diferencia a un buen
director de un simple carnicero (que los hay varios, como el que se encargó de
la remake), saber crear un clima, ir en un in crescendo hasta llegar al horror,
introducirnos totalmente en la historia y hasta sufrir junto con los
protagonistas. A la larga, es esto lo que hará que un film se convierta en
clásico.
Luego de este inicio cargado de violencia gráfica,
Craven iría bajando los decibeles en cuanto a la carne roja expuesta en
pantalla (esta bien, el próximo Las Colinas tienen ojos es casi tan
fuerte como este), quedando como punto fuerte la creación de climas tensos, de
momentos realmente espantosos. No por nada Ultraje al amanecer es
considerada tan valiosa hoy día, para los amantes del género es un título
ineludible, y a quienes disfruten del cine en general es una invitación para
conocer a un verdadero artesano en la creación del suspenso.
Es muy
difícil encontrar películas de terror dentro del cine argentino, creo que no
sorprendo a nadie diciendo esto. Como ya había comentado en el posteo anterior
de esta sección; los grandes estudios no parecen dispuestos a invertir en films
de géneros puros. Recién ahora pareciera que se quiere/puede arriesgar un
poco más y algunos proyectos (aunque
muchos de bajo presupuesto) parecieran contar con la posibilidad de llegar a
sala.
Durante
mucho tiempo, la única posibilidad de poder “disfrutar” de alguna película
nacional que se acercara el género era a través de films como el que voy a
referirme hoy; tramas que mezclaban el misterio con el drama; escenarios
teatrales y esquemas cuasi telenovelescos; y principalmente en co-producciones
que permitían un mayor despliegue; todo esto tiene Maleficio (1953),
obra que roza lo terrorífico y que pese a dar un resultado fallido con el
tiempo alcanzó el status de culto.
Conocida en
España (e internacionalmente) como Tres Citas con el destino, lo primero
que podemos decir de Maleficio es que como mínimo fue un film adelantado
en su época. Hubo tres países involucrados, España, México y Argentina, lo cual
no era común en ese entonces y es una de las primeras realizaciones
internacionales de nuestro país. La producción estuvo a cargo de tres
productoras Unión Films (española), Oro (mejicana) y Plus Ultra (argentina) que
se encargaron de contratar a tres directores y todo un equipo de cada uno de
los países para financiar un proyecto
que se avecinaba como enorme; contar tres historias, una en cada país, con un
mínimo hilo conductor entre las tres; algo que hoy día sí es más común pero en
ese entonces era todo un evento.
Lo que une
las tres historias es un mismo objeto, un anillo, y la maldición que este trae
acarreada con sí, sus poseedores conocerán la tragedia, pavada de hechizo. Esto
ya de por sí plantearía una atmósfera de terror, por lo menos de algo
relacionado a lo fantástico; aún así, cada historia depararía en estilos
diferentes.
La historia
comienza en España, Cádiz con un marino que llega al puerto y se enamora de una
bailarina de cabaret que está acongojada; acaba de asesinar a un hombre que la
quiso violar e intentó complacerla regalándole el anillo; el marino la
consuela, comienzan un romanceo, pero el muerto no lo es tal y regresa para
vengarse de los tórtolos. De golpe un cartel interrumpe la escena “Y la joya
sigue ejerciendo su maleficio...”, y así pasamos a México, nuevo país de
hospedaje para el anillo, precisamente en manos de un joyero. Este hombre es
estafado, le roban el anillo, pero a su vez entre los cacos hay una disputa y
el nuevo “dueño” del anillo muere. Otra vez, “Y la joya sigue ejerciendo su
maleficio...” y ya nos encontramos en Buenos Aires donde un abogado casado con
una adultera se entera de los planes de esta de asesinarlo. Conoce a un
presidiario que tiene un gran parecido con él y lo convence de cambiar de
roles, este acepta pero la mujer lo envenena. Pasado el tiempo, el boga sale de
la cárcel pero es acusado de un crimen cometido por el ladrón con el que cambió
de identidad; ah, sí, el ricachón tenía el anillo, claro.
La
conjunción de los tres episodios de por sí es risible, demasiado inclinada
hacia lo melodramático y esquemático, pero es en el último cuento, el
argentino, en el que podemos encontrar algún ingrediente interesante.
Los dos
primeros episodios son dirigidos por Florián Rey y Fernando de Fuentes
respectivamente; y ninguno de los dos lograron salvar sus historias de un
ridículo que se ancla en el aburrimiento. En el caso español, con argumento de
Miguel Mihura y protagónicos de Amparo Ribelles, Antonio Villar y Manuel Arbó;
todo tiene un clima de folletín, de dramón increíble, y la extrema
sobreactuación del trío no ayuda en absoluto. La cabaretera llora y llora,
sufre como condenada, pero a la vista del espectador no es creíble, y los diálogos incitan a la risa.
Lo mismo con el argumento de Alberto Guirri con actuaciones de Jorge Mistral y
Fernando Cortés; acá la historia daba para un policial firme, pero no, el tono
es el del drama dejando de lado el misterio a través de hechos simplemente
ingenuos y mal narrados.
Al llegar
el turno del episodio argentino, sin dudas el más recordado, la cosa mejora
considerablemente. León Klimovsky se encargó de la dirección y Emilio Villalba
Walsh y Alejandro Verbisky del guión; todos hombres experimentados, y se nota.
Narciso Ibáñez Menta vuelve a demostrar por qué es el rey del misterio en
nuestro país, sus interpretaciones son formidable, y el trío de Santiago Gomez
Cou, Olga Zubarri y Nathan Pinzón (otro prócer de nuestro terror) lo acompañan
perfectamente. Tal vez este episodio se resienta por una resolución algo
trillada, de moralina, y por el esquema general del film que lo encasilla en lo
dramático teatral. Pero la tensión creada, el suspenso que se genera a lo largo
de sus minutos es algo que no genera en ninguno de sus otros capítulos;
paradójicamente es en el que el asunto del anillo tiene menos preponderancia;
al final deja un sabor de que podría haber sido un largo individual. Además, es
el que más se emparenta con el terror.
Durante
mucho tiempo, Maleficio (que pasó sin pena ni gloria por la taquilla)
estuvo desaparecida, lo que la elevó como todo una incógnita, generando un
culto a su alrededor. Fue recién hace unos años que la Filmoteca de Buenos
Aires encontró una copia en manos del coleccionista Fabio Manes, que la exhibió
en su ciclo en el Sindicato de Operadores Cinematográficos (donde pude verla) y
en el ciclo homónimo de la TV Pública.
Con muchas
fallas y errores imperdonables, Maleficio emerge como toda una rareza
para su época, una gran producción con capitales de varios países para una
película que, con todo, fue arriesgada en temática de unir lo dramático con lo
fantástico. Bien vale una observación curiosa.
Si vamos a hablar de
bandas de sonido relacionadas con films de terror, es imposible no referirnos
al Heavy Metal; el género musical y el cinematográfico van de la mano; y desde
los ’70 en adelante toda buena película que quiera introducirnos en un hecho
violento de proporciones astronómicas debe tener por lo menos una de estas
canciones en su soundtrack (los violines discordantes también funcionan). Los
años ’80 fueron la explosión del Metal, y encontramos muchas películas que
hacen uso y abuso. Es más muchas hasta contenían al rock en su argumento; tal
es el caso de Noche de Halloween (Trick or Treta, 1986), quizás el
emblema del terror rock metal.
Eddie (Marc Price) es
un adolescente incomprendido en su barrio y en su escuela, algo solitario,
además es fanático del Metal Rock y especialmente de la estrella Sammi Curr
(Tony Fields). Cuando se entere de la terrible noticia de la muerte de Sammi
(incendiado en un hotel), Eddie queda devastado, y sólo encuentra consuelo de
la tragedia y de los abusos de sus compañeros en el DJ local que luego de una
charla le regala un demo inédito de Sammi, el último que grabó. Inocentemente,
Eddie pone el cassette en su radiograbador y al ritmo de la música jura
vengarse de todos los que le hacen daño... lo que el pibe no sabe es que
estamos frente a un cassette maldito ¿?.
Tal parece ser que
Curr era un devoto de Don Mefistófeles, y su muerte se debe a un ritual
satánico en el cual se suicida y su alma se perpetúa eternamente en una cinta
de 60 minutos (¡del negoción que se perdió TDK!). Ahora, la música posee a
Eddie, y sumido en una rabia irrefrenable, va a poner el cassette en su walkman
y a todo aquel que lo escuche se le derretirá el cerebro (más o menos lo mismo
que sucede ahora al escuchar a ciertas artistas pop) o directamente aparecerá su ídolo en una suerte de versión zombie para vengarlo, hasta conseguir tantas
almas como para que Sammi vuelva a la vida. Claro que siempre estará la chica
buena, popular, hermosa, pero carismática, que se enamorará de Eddie y lo
salvará de su perdición.
Bueno sí, el argumento
es bastante estúpido, y además la película es realmente muy poco gráfica; pero
aún así tiene cierta gracia que la hace divertida. Igualmente, si por algo es
recordada Noche de Halloween (Vaya uno a saber el por qué de ese nombre)
no es por ser una de terror excelente, sino por las participaciones especiales
de Ozzy Osbourne (¡como un Obispo!) y Gene Simmons. Aún así, no son sus
canciones las que forman parte de la banda sonora.
Fastway fue una banda
liderada por Eddie Clarke, famoso por ser guitarrista de Motörhead. Si bien se
creó a principios de los ’80 sus éxitos fueron escasos disolviéndose antes de
terminar la década, tanto que hoy en día sólo es recordada por haber compuesto
las nueve canciones que integran la banda sonora de esta película. Canciones
que junto a la película se volvieron de culto.
El director es Charles
Martín Smith, también conocido como actor de reparto, y con una carrera en la
dirección algo ecléctica, otros títulos suyos son Buddy Superstar (Air Bud,
1997) y la estrenada el año pasado Winter, el delfín (Dolphin Tale,
2011). En esta oportunidad se encarga de darle un aire muy glam a esta
historia que parece una suerte de soft terror; hay que reconocerle un buen
aprovechamiento del bajo presupuesto otorgado por el productor Dino
DeLaurentis.
Ese estilo “light” a
la hora de narrar los hechos es lo que más llama la atención en Noche de
Halloween, las muertes son escasas y casi todas fuera de escena, y además
es muy llamativo que se incline hacia un mensaje anti-rock, pareciera decirnos
que nos alejemos de esas estrellas del descontrol, todas son adoradores de
Satanás, Esto es más sorprendente teniendo a dos artistas en su elenco que se
vanaglorian precisamente de eso.
Por todo esto, es una
película que difícilmente pueda ser tomada en serio, y en el fondo esto le
termina jugando a favor ya que se advierte cierta comicidad implícita.
Una película absurda,
risible, pero sin lugar a dudas muy entretenidas y con un soundtrack entero
para ser disfrutado por los especialistas del género. Casi una rareza.
Ya lo dije un montón de veces y lo voy a volver a decir;
mi predilección hacia el cine clase B tiene un origen con nombre y apellido,
Larry Cohen, un director, productor y guionista muy muy groso que debería tener
muchísimo más reconocimiento del que tiene.
La primer película que vi de él (en televisión) fue La Sustancia Maldita (The Stuff) esa
bizarreada genial a la que ya le dediqué mil y un informes y que nadie debería
dejar de ver, aunque sea una vez. Hasta ahí todo bien, la película la vi cuando
era muy chico, me encantó y durante mucho tiempo no la volví a ver. Por otro
lado, cuando empecé a alquilar VHS’s de terror había uno que me llamaba la
atención, Ambulance (The Ambulance,
1990), así con el título en inglés aparecía en la edición de Transmundo Home
Video y nos daban muy poca información al respecto, solamente veíamos en la
tapa una ambulancia roja, antigua, algo destruida, y dos sombras frente a ella
¿? nada más. Sin dudarlo quise saber qué era eso, pensando encontrarme con algo
rarísimo, alguna especia de copia berreta de Christine o algo así, pero no, lo que pude ver en ese entonces fue
una pequeña joya oculta, una película tan enigmática como original.
Nótese la nula información que otorga la contratapa... (Ampliar imagen) además de igualar a Cohen con Corman ¿? ¿La película de mayor éxito, en serio, Mmm?
Josh Baker (Eric Roberts) conoce a una chica en la calle,
Cheryll, charlan, se gustan, y de pronto a ella le agarra un ataque de
epilepsia. Una ambulancia viene a socorrerla y supuestamente la llevan a un
hospital. Pero cuando Josh decide ir a visitarla se entera de que ella no
ingresó en ese lugar; simplemente la ambulancia desapareció con su chica
adentro. Para peor, cuando comienza a investigar, más personajes van a comenzar
a desaparecer, y la ambulancia pareciera siempre dejar su rastro siniestro. La
terrible revelación (que no voy a adelantar aunque puede parecer obvia) no va a
tardar en llegar.
El argumento es simple y directo, y hasta parece que lo
hubiésemos visto muchas veces, pero lo que hace particular a Ambulance es la manera en que el asunto
está presentado. Cohen maneja muy bien los hilos del misterio, y durante una
gran parte uno puede pensar que cualquier cosa puede estar pasando, desde una
conspiración a un hecho sobrenatural; la información se revela justa y
necesaria, en cuenta gotas; y eso consigue a atrapar al espectador.
Otro gran logro es que si bien podríamos pensar que estamos
ante un film de suspenso moderado; se hace un buen uso del bajo presupuesto, y
realmente la película sugestiona con elementos mínimos; como lo es una
ambulancia de los años ’50 a la que no se le ve nada adentro, o un hospicio
sumido en la oscuridad. Otra vez la muestra de que no necesitamos de grandes
escenas explícitas (aunque algo de gore hay) para meter un real miedo, en este
caso el miedo a lo desconocido.
A Eric Roberts (que acá todavía hacía esos roles de galán
de 5 centavos) lo acompañan otros grosos como James “Voz de Vader” Earl Jones y
Red Buttons, y hasta Stan Lee tiene una participación especial antes de que sea
común verlo en cuanto film de Marvel se trate.
Como les contaba antes, la primera vez que la alquilé no
sabía ni quién era su director. Al verla quede tan fascinado que además de
alquilarla varias veces y terminar comprándola (otra que se destrozó dentro de
la VCR), averigüé más sobre ella y ahí fue cuando até cabos entre esta y The Stuff y me propuse poder ver toda la
obre de su director, algo casi inabarcable (aunque debo admitir que me acerqué
bastante al objetivo, modestia aparte). Aunque estemos ante un film mucho menos
bizarro de lo habitual para el director de It’s
Alive, en Ambulance podemos
encontrar todos los ingredientes de su cine posterior a la etapa del
Blaxpoitation (perdonen que escribo como si supiesen quién es, pero es que
deberían). Un uso magistral del bajo presupuesto, buen manejo del misterio,
horror mezclado con exactas y descontracturantes dosis de humor, algún
interprete de glorias pasadas ahora entrando en la decadencia (Buttons), y esa
vuelta de tuerca sobre lo trillado que hace todo tan original.
Créanme cuando les digo que Ambulance es un film realmente muy bueno que puede sorprender a más
de uno. Una obra muy poco pretensiosa pero de efectivos resultados. Quizá una
de esas joyas escondidas que de vez en cuando encontrábamos en el directo al
consumo hogareño, esas por las que nadie daría dos mangos, pero que fácilmente
podían ganarse nuestro gusto. Aún hoy no es difícil poder verla y siempre es
una buena oportunidad para descubrirla; como mínimo es una película bastante
interesante.
Siguiendo
con las obviedades temáticas, hoy 21 de Octubre se celebra en Argentina el Día
de las Madres, y como no podría ser de otra manera (¿?), le vamos a rendir
homenaje con una lista corta de películas en donde ellas tienen el poder... eso
sí, no nos corremos ni un cachito de la temática del mes, son mamás
terroríficas.
1 – El día de la madre (Mother’s Day, 1980)
¿Existe
otra manera de iniciar este conteo? La película no sólo lleva es alusiva al día
en su título; el personaje es tan unidimensional que ni siquiera se le conoce
el nombre, directamente es Mamá (Beatrice Pons).
Como sucede
en millones de films de horror, tres chicas deciden irse a vivir un fin de
semana de aventuras, se internan en un bosque y se disponen al camping; pero en
el camino se cruzan con los hermanos Ike y Addley que las atrapan, las
secuestran y se las llevan a su casa en el mismo bosque para presentárselas a
Mamá. Como indica el manual de la familia disfuncional, Mamá (líder indiscutida
y mandamás de la banda criminal) disfruta viendo como sus hijos torturan de
todas las formas posibles a estas dos chicas (en especial tienen un gusto por
los utensilios de cocina).
Una mezcla
de comedia y horror que pese a lo que podría esperarse no es tan gráfico y
explícito convirtiéndola casi en una parodia de suspenso. Las tres chicas son
lo suficientemente golfas y tontas como para catalogarlas de trilladas; y tanto
los hermanos como Mamá parecen un surtido de La Masacre de Texas y
Martha Stewart. Si bien no es muy original se deja ver.
El año
pasado pasó totalmente desapercibida una remake (Sangriento día de las madres) con Rebecca DeMornay en el rol
de la matriarca; pero le quitaron todos los ingredientes bizarros y de humor,
una pena.
2 – Scream
2 (1997)
Y otra vez
insisto con la saga de Ghostface. Si por alguna casualidad no vieron esta
secuela y tienen intenciones de hacerlo abandonen la lectura por acá. Terminada
la advertencia sigamos; como es costumbre en la saga, cada entrega hay dos
asesinos distintos que utilizan el disfraz típico de Halloween. En esta
oportunidad, para la sorpresa de muchos, la asesina principal era un personaje
que no había aparecido demasiado durante toda la película, Debbie Salt (Laurie
Metcalf) una reportera que se entromete en los hechos y compite con Gale
Weathers (Courtney Cox) por tener la primicia. Claro, sorpresa del final,
Debbie no es tal, sino que es La Sra. Loomis, madre de Billy, el asesino de la
primera parte que busca venganza en nuestra heroína permanente Sydney Prescott,
ya que no solo mató a su hijo sino que es la hija de Maureen que le “robó” a su
marido (bueno, es todo un quilombo que solo entenderán los que vieron y
recuerdan todas las películas).
Desquiciada
y vengativa, Ms. Loomis es una mujer que se entrajeaba y maquillaba para salir
a planear toda su venganza. La escena final en el teatro es sencillamente
antológica. Nunca mejor dicha la frase “no te metas con mi hijo y mi marido”;
en el fondo es una madraza y me gustaría tenerla para que me defienda.
3 – Mamá,
Asesina Serial (Serial Mom, 1994)
Una de las
películas más convencionales de un director extravagante como John Waters; y
aún así, una obra muy divertida.
Kathleen
Turner interpreta a Berverly Sutphin, madre ejemplar de dos hijos adolescentes
(Matthew Lillard y Ricki Lake), esposa modelo, y ama de casa envidiable. Los
Sutphin llevan una vida soñada en los suburbios, y todo parece salirles tal
cual ellos quieren... sobre todo porque si alguien asoma como para complicarles
la vida, mamá, en secreto, lo aniquila.
Waters
utiliza esta comedia con tintes de terror para configurar una crítica
despiadada al sueño americano y lo que se está dispuesto a hacer para mantener
el status quo.
Beverly no
duda en cazar sus tijeras de podar y hacer justicia por mano propia frente a
asuntos tan complejos y traumáticos como un profesor que pone una baja
calificación, o un vecino que la mira feo. También se va encargar de mantener
la moral del barrio bien alta, cueste lo que cueste. Las cosas se van a
complicar cuando algunos cabos no cierren muy bien, la policía investigue, y
sus propios hijos comienzen a sospechar. Igual, a no desesperarse que mami
puede cometer dos o tres asesinatos antes de sacar el bizcochuelo del horno.
Como una
versión retorcida y extrema de Desperate Housewives, la película es
realmente muy entretenida, tiene intriga, humor, muy buenas actuaciones, y un
mensaje que Hollywood nunca se animaría a mostrar.
4 – Martes
13 (Friday the 13th, 1980)
Misma
advertencia que para Scream 2, si no la vieron y lo quieren hacer, no
lean estos párrafos.
En este
clásico cuasi fundador del slasher en los años ’80 un campamento en el Lago
Crystal es re-abierto luego de permanecer años cerrado tras una serie de
crímenes cometidos en el lugar. Los coordinadores llegan para ir preparando el
lugar y parece que a alguien les molesta su actitud libertina, van a ir cayendo
uno a uno en manos de un asesino misterioso.
En un
momento de la historia nos enteramos que antes de los crímenes de antaño, un
niño (con una enfermedad mental y degenerativa) se ahogó en el lago en un
descuido de los guardias; por lo que esos asesinatos y los de ahora pueden
estar relacionados con aquel hecho.
La sorpresa
del final será descubrir que la pueblerina amable que dice ser amiga de los
dueños del campamento y parece conocer muchos de lo sucedido anteriormente no
es otra que Pamela Vorhees (Betsy Palmer), la madre de Jason, el niño ahogado; y sí, es
nuestra asesina (para los no avispados, Jason aparece recién en su secuela).
Una madre
obsesiva, sobreprotectora, trastornada, y muy dolida por una muerte que no
puede cicatrizar. Pamela va a dar pelea hasta las últimas circunstancias y va a
achurar a una cantidad de veinteañeros que haría sonrojar a más de un
psicópata. Todo eso sin jamás perder la delicadeza de su peinado lleno de spray
y los buenos modales; si hasta pide permiso antes de ensartar un hachazo.
En fin si
algo caracteriza a estas cuatro madres y las diferencia sobre cualquier loco
que achura inocentes es la delicadeza a la hora de actuar. Como toda madre que
se precie estas cuatro dan todo por sus hijos, los defienden de todo lo que les
pueda pasar, y a su manera le expresan todo su amor. Les guste a quien les
guste, son madres ejemplares. Eso sí, si un día nos invitan a cenar una jugosa
carme al horno, dudemos siempre dudemos de no ser el plato principal.
Retorcida a su manera ¿? Pero incapaz de asesinar a
alguien (bah, que se yo, uno nunca sabe), esta mujer también es una madre
ejemplar, siempre preocupándose por sus hijos, dispuesta a estar siempre que se
la necesite; una mujer que destila amor por todos lados; una madre que más que
una madre ya es un ejemplo (y sí, ya me pintó el hijismo)... en fin, ¡¡FELIZ
DÍA MAMÁ!!