Si pensamos en una secuela lo primero que se nos viene a
la cabeza es el aprovechamiento de continuar con un título que originalmente
fue exitoso o por lo menos dio suficientes réditos como para cerrar el negocio.
Otra posibilidad sería, aunque la original no hubiese sido taquillera, que haya
adquirido cierto renombre o que se convierta en un film de culto, y se pretenda
darle una segunda oportunidad. Bueno, en la película de la que hablo hoy no se
dan ninguno de estos supuestos; la original fue un fracaso tremendo, los pocos
que la vimos considimos en que es un film horrible, hasta quienes participaron
en ella niegan haberlo hecho, y lejos está de ser algo de culto, casi nadie la
recuerda. Estoy hablando de Drácula 2001 (Dracula
2000, 2000) que sí, aunque no lo crean tuvo no una sino dos secuelas, y la
primera se llamó Drácula 2 - La
Resurrección (Dracula II, Ascencion).
¿Se acuerdan de aquella película en la cual un flacucho y
desconocido Gerard Butler hacía de un Drácula moderno que revivía gracias a
unos ladrones que robaban la bóveda de un Van Helsing convertido en empresario
millonario? No, bueno, que suertudos. La cosa es que el vampiro milenario
despertaba, liquidaba a un par y se dirigía a conquistar a una piba con muy
poca gracia que encima tenía unos desvaríos propios de una telenovela mexicana.
En fin, un bodrio. La película pretendió aprovechar el resurgimiento del terror
a fines de Siglo y mezclaba al villano clásico con un ambiente pretendidamente
rocker (claramente la película estaba auspiciada por Virgin Records) y
posmoderno. La cosa es que aunque se estrenó en cines en todo el mundo, fue un
fracaso terrible. Butler no quiere que le hablen de ella, y su productor Wes
Craven se desligó diciendo que solo puso algo de tarasca pero que no tuvo nada
que ver con lo que se vió.
A algún morboso se le ocurrió que aún había tela para
cortar en esa historia, y así llegamos a esto. Nos encontramos en una morgue en
Nueva Orleans en la cual trabaja Elizabeth (Diane Neal) junto a su amigo Luke
(Jason London), que obviamente sufre un amor no correspondido. A ese lugar
llega un cajón, que no es otro que el del Conde Drácula… y sí, la chica se
pincha el dedo, la sangre va a para a donde no debe y el muerto revive, listo. A
este punto es necesario recordar algo del film anterior, en su delirio de ser
original, sobre el final se descubría que en verdad Drácula era Judas
Iscariote, que trastornado por haber traicionado a Jesus se convirtió en
vampiro, o algo así. La cosa es que a raíz de ese hecho, en la secuela hace su
aparición el Padre Uffizi (Jason Scott Lee), un cazavampiros ¡¡enviado por el
Vaticano!! Que no solo tiene la orden de exterminar al Conde/Judas sino que ¡¡debe
absolver de sus pecados al cadáver!!. Mientras tanto, Drácula (ahora
interpretado por Stephen Billington con un maquillaje que lo asemeja a Lord
Voldemort) hace de las suyas, mata a algunos, y consigue hipnotizar a Luke que
se convierte en su secuaz en medio de una serie de delirios místicos. Hay más
vueltas, otros vampiros, personajes rarísimos, y toda la parafernalia religiosa
del asunto.
No doy más vueltas, aunque no lo crean, esta película es
mejor que le original. Sí, el argumento es un delirio absoluto (hasta es
incongruente con la primera en la cual el cadáver era enviado a Londres y la estúpida
de la protagonista se asumía como heredera de
los protectores de la tumba), pero aun así tiene algo que la hace más
interesante; es un film de vampirismo clásico como es muy difícil de ver hoy en
día. Drácula ya no es un gigoló con gel y sobretodo de cuero, es un monstruo
gótico, decrépito, y que puede llegar a meter miedo (por lo menos más que
Butler y sus ojos azules). Además si bien arranca sin ninguna lógica a través
de su avance se hace comprensible y logra el cometido de entretenernos la hora
y media que dura. Algo fundamental, es una película simple y directa, sin ninguna
pretensión; se entiende es un típico film directo a DVD.
El director, al igual que en la primera, es Patrick
Lussier, todavía acá un desconocido; luego adquiriría algo de reconocimiento
con la remake de Sangriento San Valentín e
Infierno al Volante entre varias
otras. Acá su labor se encuentra muy limitada por un presupuesto bajísimo, y
sí, los hilos se ven bastante.
Craven figura otra vez en los carteles como presentador o
productor, pero acá sí es verdad, el hombre no tiene nada que ver, no puso ni
un centavo que le quedó de vuelto.
El rubro actoral también es bastante pobre, lo cual es
bastante lógico. Diane Lean podría actuar con el libreto en la mano que el
resultado sería más o menos lo mismo; Jason London luce demacradísimo… y Jason
Scott Lee, bueno si alguien puede
creerse que es un enviado del Vaticano…
Como lo dije al principio, hay una tercera parte filmada
en conjunto con esta y que repite director y varios actores, sumando la
presencia de Rutger Haugher, de resultado similar a esta.
Lo dicho,m Drácula
2 – La Resurrección en escencia no es un buen film, tiene mucho para ser
defenestrado, pero con poquitas cosas le alcanza para alejarse y alsarse por
sobre su espantosa original; no es mucho, pero bueno, es más de lo que
esperaba.
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