Ya hace
casi un mes de la última reseña de Recuerdos del VHS publicada en esta página,
retrasos y problemas de “conexión” varios lograron que tardara bastante en
volver a postear las reseñas de los lunes. Esto viene a colación de que esa
última vez hablé de Clase 1999 (1990), una de las para mi obras
fundamentales para entender la movida Clase B surgida con el esplendor del
formato VHS (aunque haya sido estrenada en cines).
A raíz de
haberse generado una interesante charla entre gente amiga sobre si la película
era realmente chota, o si debería entenderse dentro de un contexto de cine
berreta, yo prometí redoblar la apuesta a la semana siguiente con la película
de la que voy a hablar hoy; estoy refiriéndome a Némesis (1992), revelemos
el misterio.
A Albert
Pyun puede considerárselo fácilmente el Uwe Boll (La casa de los muertos,
Alone in the Dark) de finales de los ’80 hasta mediados de los ’90; muchas
de las películas con peores consideraciones en esa época pertenecen a él; por ejemplo
Cyborg (1989) – la película que lanzó al estrellato a Jean Claude
Van-Damme – y Dollman (1992) otro de los “famosos” títulos pedorros de
Full Moon Entertaiment.
Bueno, este
beneplácito señor es también el director de Némesis (que en verdad se pensó como Cyborg 2) , una de las primeras
películas que terminó venciendo mi gusto por los films malos.
Paso a
contar cómo di con esta película en algún momento de flaqueza. Cuando iba al
videoclub cerca de casa, muchas veces (la mayoría) lo hacía junto a mi hermano
que disfruta mucho las películas de aventuras; cada vez que íbamos mirábamos
intrigados la caja de esta película editada por Transeuropa, la
agarrábamos, estábamos a punto de dársela al dueño del local, y siempre nos
arrepentíamos antes, nos agarraba algún temor o que se yo, terminábamos
eligiendo otra. Asi estuvimos durante unos años, hasta que un día fui yo
directamente con la sola idea de liberarme del incógnito, la alquilé y ese día
a la noche la vimos. Tengo que decirles que fue una experiencia inolvidable...
hasta el día de hoy seguimos acordándonos y lamentándonos, podría decir que es
NUESTRA PELÍCULA MALA.
A los que
no les interesan los motivos personales ya pueden volver a leer, veamos el
argumento (o lo que pretende serlo). La acción se desarrolla en un futuro
diatópico, apocalíptico, casi desierto... o un presente paralelo talvez; todo
comienza con nuestro héroe Alex (la “estrella Clase B” Olivier Gruner)
persiguiendo a una pandilla de peligrosísimos delincuentes punks, se arma una
balacera, parece que a Alex lo asesinan pero no; se descubre que es un Ciborg,
un robot bah.
Luego de
ese incidente, el policía es recauchutado, pero decide abandonar las fuerzas y
¡¡¡dedicarse al contrabando!!!; lo cual no dura mucho ya que la misma policía
para-oficial lo secuestra y lo obliga a ir en busca de una señora robota que se
pasó al bando contrario para aniquilarlo y regresar una pieza de
ultra-tecnología que este se pirateó. Pasa que el tipo no puede negarse ya que
el maléfico Doctor Farnsworth (sí, como el viejo de Futurama) que
trabaja para esa agencia del gobierno le instaló una bomba en el corazón.
Siguiendo
con el derrotero delirante, Alex contacta a los contrabandistas tecnológicos
pero ahí se entera de que estos en verdad son los buenos y no el hombre que le
puso en el pecho, claaaro. En verdad intentan frenar una conspiración que tiene
planeado el despótico gobierno para acabar con toda la humanidad (o los robots,
o lo que sea); Alex los va a ayudar...
Esta bien,
el argumento se debate entre estúpido e hiper trillado, pero encima prácticamente
no se entiende nada de lo que ocurre. Como dije, es el día de hopy que todavía
me acuerdo de las caras de mi hermano y yo mirándonos uno al otro como pidiendo
alguna explicación de lo que se veía en pantalla (o para ver quien se animaba a
pulsar primero el stop, en realidad).
En realidad
lo único que vemos es una sucesión interminable de combates y balaceras sin
sentido alguno mezcladas con combates de artes marciales (¿?); diálogos
ultra-incoherentes; chicas en minifalda, musculosas rotas y pelos con spray;
ah, y los robots más chotos que se puedan imaginar.
Imagínense
unos hombres con sobretodo y lentes de sol a los que de golpe se les abre la
cabeza por la mitad y de ahí sale una metralleta; o mujeres que tienen bazookas
en lugar de brazos; otros que en verdad parecen tanques de guerra con cabeza; y
todo así, como si fuesen Ciborgs que también sirven de armamentos o que se
yo... y como si fuese poco imagínense todas esas cosas hechas con el vuelto que
les quedó de un café automático. In-des-crip-ti-ble.
Némesis se encuentra dentro del sub-género
Ciencia-Ficción Cyberpunk, y reconozco que no es mi género preferido, pero esta
película fue el colmo. Además de ser un abierto choreo a Blade Runner, Mad
Max, Terminator, Highlander, la propia Cyborg y sigue la cuenta; lo
peor que tiene el argumento es ser inentendible; todo el tiempo nos plantea un
todos contra todos, una invitación gratuita a la violencia descarnada sin
sentido alguno, y no importa cómo termina, quien gana, si total hasta ahora no sabíamos
quién es quién.
Como aclaré
los FX son un caso de emergencia, a los increíblemente espantosos robots hay
que sumarles unas naves futuristas hechas de maqueta rígida mal construídas,
efectos de maquillajes más que pobres, y un vestuario... bueno, podrí seguir
enumerando así un tiempo largo.
Los actores
están por debajo de la media de cualquier producción de acción clase B (lo que
ya es decir mucho), y además la inexistente dirección de Pyun ayuda poco y
nada.
En
definitiva, siempre digo que lo peor que una película puede hacer es aburrir, y
aunque inexplicablemente para mi Némesis tiene sus seguidores y cierto
reconocimiento, yo sigo sosteniendo que tanto combate y metralletas en la
cabeza terminan por cansar, por aburrir, creando un irrefrenable deseo de
terminar con lo que se está viendo.
Como si no
bastase con esto, Némesis tiene tres secuelas (la segunda de ellas es
con material de montaje de la 1 y la 2, o sea...), Pyun ya anunció para este
año el encuentro del siglo Ciborg Némesis, el vs. De sus dos “obras
maestras”, Dios nos libre...
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